Entrevista

Fayna Bethencourt: "Si mi torturador viene a por mí, le plantaré cara"

Fayna Bethencourt.
Fayna Bethencourt.
SAÚL ORTIZ
Fayna Bethencourt.

Fayna Bethencourt se dio a conocer como concursante de la segunda edición de Gran Hermano. Veintidós años después de aquella experiencia, su batalla se libra lejos de los focos y las cámaras. Su maltratador, Carlos Navarro El Yoyas, a quien conoció en el concurso, está en busca y captura tras ser condenado a prisión por un delito de malos tratos.

¿Cómo se encuentra?Estoy a la expectativa. A ver si por fin consiguen dar con esta persona para que cumpla con su condena. Mientras tanto, lo único que no quiero es que esto quede en el olvido. Considero que es muy importante que siga hablando aunque, en ocasiones, el camino sea angosto y se me haga cuesta arriba. Llevo cuatro meses luchando para que mi torturador sea cazado y acabe en prisión.

¿Cuál cree que es el problema?Principalmente, creo que no se han hecho las cosas bien. Que mi maltratador iba a fugarse era una cosa bastante previsible por lo que lo lógico hubiera sido ponerle, por ejemplo, una pulsera telemática o mandarle a prisión preventiva. En un principio pensé que este tipo de fallos eran una cuestión personal, que se circunscribía a mi caso, pero luego he entendido que no. Tengo muchísimos mensajes de mujeres que me escriben y me dicen que están en mi misma situación, desesperadas porque sus agresores están libres.

¿Hay un denominador común en todos los casos?
Sí, el miedo. No sabemos dónde están nuestros torturadores.

Debe resultar angustioso pensar que puede aparecer en cualquier momento y sentirse insegura…Lo es. El desconocimiento, las dudas, el no saber dónde está es difícil de encajar. Cuando lo tienes localizado en un punto o sabes que está en la cárcel te da un poco más de tranquilidad. En estos momentos me preocupa que pase el tiempo, se cumplan los cuatro años que quedan para que el delito prescriba y mi maltratador sea un hombre libre. ¿Qué hago si sucede eso?

¿Se aprende a vivir con miedo?El prófugo (se refiere a El Yoyas) es el ser que más miedo me ha hecho pasar en la vida. He llegado a tener pánico. Por suerte, hay un proceso psicológico muy importante que me ha ayudado a dejar atrás al miedo. Eso no significa que esté tranquila, sino que si viene de frente le plantaré cara, no voy a salir huyendo ni me voy a poner a temblar. Si viene a por mí, me enfrentaré a él.

"He llegado a tener pánico"

¿Le ha costado mucho tener esta fortaleza?Por supuesto. Es un trabajo de introspección brutal y, desde luego, a este punto no se llega de la noche a la mañana. Tengo fuerza, por supuesto, pero también hay días o momentos complicados. Hizo mella en mí la frase que me dijo, cuando yo empecé a rebelarse ante su comportamiento, que fue: cómo has cambiado, con lo complaciente que tú has sido. Él quería que fuera sumisa, le complaciera en todo. Cada vez que me oponía y protestaba, su agresividad era mayor, él pensaba que yo nunca iba a actuar así.

¿La sociedad la ha prejuzgado por ser un caso mediático?La relación fue pública y sus comportamientos también lo fueron. Por eso tengo que soportar que muchas veces me digan 'ya se veía venir' como si tuviera la culpa o me lo mereciera por no salir a tiempo de esa situación. Hay mucha gente que habla desde la ignorancia, desde la falta de información. Hace falta más pedagogía para entender a las víctimas de malos tratos.

"Tengo que soportar que muchas veces me digan 'ya se veía venir' como si tuviera la culpa o me lo mereciera"

En los momentos más difíciles, ¿cuál era su refugio?Estaba muy sola. Tanto es así que no pude ni siquiera hablar con nadie sobre lo que me estaba pasando. Al final lo hice con una prima que tampoco vivía cerca, pero no lo conté todo hasta que no salí de allí. Me tenía totalmente asilada, nuestra manera de vivir era totalmente sectaria.

¿Llegaste a tener miedo de perder la vida?Sí, temí por mi vida en varias ocasiones. Cuando te coge del cuello, te aprieta y mientras lo está haciendo dice que te va a matar, no hay dudas de que su objetivo es hacerlo.

¿Se puede llegar a extraer algo positivo de una situación tan horrible como la que usted ha vivido?Me rechina mucho el optimismo tóxico. Ojalá no hubiera pasado por nada de lo que he vivido porque a mí esto no me ha hecho mejor persona. Lo único que puedo decirte es que estoy orgullosa de mí porque lo he conseguido trascender a un punto positivo. Eso sí, de vez en cuando que me tengo que recordar que me quiero mucho porque hay días de bajona. Lo más importante es que logré sacar a mis hijos de ese infierno.

¿Hay alguna señal que debe alertar a familiares de que algo no va bien?La primera señal que debe alertarnos de que estás en una relación tóxica es la misma que para los familiares. A la víctima se le aísla, el maltratador corta puentes: va a ir desapareciendo poco a poco de su entorno, van apartando de los suyos. Te cortan la autonomía y la libertad. Va muy lento, paulatino. La violencia viene después.

¿Es, a pesar de todo, una mujer feliz?Es muy compleja esta pregunta, sobre todo porque yo tengo una visión cínica e irónica de la vida. Pero sí, a día de hoy, creo que lo soy y que me lo he ganado. Lo único que me queda es esta batalla y seguiremos luchando por ello.

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