Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

La cultura pegadiza

Medias verdades pegadizas.
Medias verdades pegadizas.
Pexels
Medias verdades pegadizas.

Tiene ritmo. Tiene marcha. Tiene algo. Tiene famosos. Tiene morbo. Tiene carne. Tiene moda. Tiene polémica. Tiene interés. Tiene ego. Tiene sexo. Tiene gracia. Es viral. Es total. Es sensacional, espectacular, un fenómeno de masas. Despierta el interés. No se te olvida. No requiere demasiado esfuerzo. Todos hablan de ello y hay que conocerlo para estar al día. Es fácil, sencillo, trivial y elemental: es la cultura de lo pegadizo.

Los objetos pegajosos no tienen tanto éxito. Las personas pegadizas, tampoco. Sin embargo, en el arte y en las ideas se lleva lo pegadizo. Convencidos de que el conocimiento es lento y caro, persuadidos de que la parte emocional del ser humano se impone a la razón, los expertos en la mercadotecnia social, los entretenedores de despacho, planifican un mundo pegadizo para cacatúas que repiten tonterías y bailan a un ritmo elemental, propio de primates.

Las víctimas de la cultura pegadiza se justifican con argumentos como el dinero y la distancia. Ya lo han visto cuarenta millones. Ya vive en Miami. El sistema funciona del siguiente modo: primero te doy la fama y después la administras como quieras porque cualquiera de tus movimientos será celebrado. Es como vender el alma al diablo. Quema las redes, incendia internet. Agita el árbol y recoge el fruto rápido porque se olvidarán de ti y serás carroña. Cuando pasa el tiempo y el producto aparece en un programa arqueológico de fin de año, la sensación de asco y ridículo es como limpiar los filtros de la campana extractora.

Frente a lo pegadizo, lo memorable.

Hay un bailarín de flamenco llamado El Farru que ha hablado con sabiduría a través de una metáfora sobre su arte. Dice que el flamenco ya no es zumo de naranja, es Fanta. Hay algo de naranja en la mezcla gaseosa, pero no existe semilla, planta, árbol, cuidado, riego, tiempo, poso, fruto y elaboración. Hay que hacerlo todo ya, para ahora. Mañana ya es ayer. La prisa se lo come todo. Lo pegadizo se usa y se tira. Hay también una cultura de lo pegadizo en la política desde hace ya tiempo. Argumentos de una línea, cancioncillas vergonzantes para cantar tras la pancarta -ese burladero que protege de las embestidas del buen gusto- y, sobre todo, calificativos pegadizos que quieren dejar al otro fuera del debate con una sola palabra. Morralla.

Frente a lo pegadizo, lo memorable, aquello de lo que no te avergüenzas cuando lo recuerdas pasado un tiempo. Lo memorable se puede retener con algo de esfuerzo y trabajo.  A veces, lo memorable es también fácil de recordar. Tiene, quizá, más exigencia y requiere una formación previa, un interés y unas ganas de conocer. Lo memorable no se lleva bien con el prejuicio y necesita tiempo, finura y sensibilidad. El éxito puede mirar a lo pegadizo o a lo memorable. Saber diferenciarlo es un rasgo evidente de las personas sabias. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento