Héctor Alterio regresa a Buenos Aires pasando por el Teatro del Barrio

Héctor Alterio en el la cafetería del Teatro del Barrio
Héctor Alterio en el la cafetería del Teatro del Barrio
Adolfo Ortega
Héctor Alterio en el la cafetería del Teatro del Barrio

La vida de Héctor Alterio (Buenos Aires, 1929) se partió en dos mitades, como una sandía madura al sentir la punta de un cuchillo. Una amenaza de muerte le llegó afilada en el año 1974, cuando se encontraba en España presentando su película La tregua en el Festival de San Sebastián, donde encarnaba a un oficinista viudo, hastiado por la rutina, que encuentra una esperanza. La Triple A, organización terrorista argentina de extrema derecha, le ponía en el punto de mira, junto a otros artistas como Nacha Guevara, Norman Briski, Horacio Guarany y el también actor Luis Brandoni, quien aparecía también en esa película donde Alterio conseguía una de sus actuaciones más logradas. Todos tuvieron que refugiarse fuera de su patria.

Ha pasado media existencia desde aquella cuchillada al aire y encontramos a Héctor Alterio en el Teatro del Barrio, del brazo de su hijo Ernesto, lógicamente quebrantado por los 93 años pero con una mirada que aún mantiene su color original, tras un cristalino enturbiado por el tiempo. "Decir León Felipe es decir felicidad", confiesa. Quizás sea ese sentimiento el que le impulsa a seguir subiéndose a las tablas. En realidad, este pequeño Teatro del Barrio no tiene tablas, pero sí suelo firme donde se yergue la poesía de un autor como León Felipe (Tábara, 1884 - Ciudad de México, 1968), al que presta voz en un recital acompañado por el piano de Juan Esteban Cuacci. A Buenos Aires, se titula.

Héctor Alterio en un fotograma de la película 'La tregua' (1974), de Luis Puenzo
Héctor Alterio en un fotograma de la película 'La tregua' (1974), de Sergio Renán
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"Cuatro frases de León Felipe me sirven para cuatro meses. Tiene todos los elementos: las alegrías, las tristezas… Hay otros poetas pero a él lo tengo como seguridad absoluta y eso es maravilloso. Me ayudó mucho en todos los sentidos, su manera de ser y de no ser. Lo tengo ahí… o él me tiene a mí". Un destierro forzado parece vincular al poeta zamorano, exiliado en México tras la Guerra Civil, con el actor bonaerense. Conexiones vitales.

"¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria, / ni una tierra provinciana, / ni una casa / solariega y blasonada, / ni el retrato de un mi abuelo que ganara / una batalla, / ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada / ¡Qué voy a cantar si soy un paria / que apenas tiene una capa!’". Un fragmento del poema ¡Qué lástima! (1920).

La representación está dirigida por su esposa, Ángela Bacaicoa. "Ella lo lleva, lo corrige, lo mantiene en la forma que decidimos. Es la guía absoluta para el espectáculo", reconoce confiado el actor. Esta mujer tuvo que tomar a sus dos hijos en aquel 1974, Malena y Ernesto, con tan sólo seis meses y dos años respectivamente, cerrar el capítulo de Buenos Aires y volar hacia España, al encuentro de su marido, para dar inicio a esa mitad madura de vida resquebrajada.

Tras su recital del viernes en el Teatro del Barrio, tiene previsto arribar en abril a Buenos Aires para presentar allí este puñado de poesías musicadas, de tangos hablados, fragmentos de una existencia que podrían significar una despedida. Serán 12 actuaciones en el Teatro Astros. Piezas de Catulo Castillo, Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana o Eladia Blázquez.

Cartel publicitario de sus actuaciones en el Teatro Astros de Buenos Aires
Cartel publicitario de sus actuaciones en el Teatro Astros de Buenos Aires
Cedida

No visita Argentina desde antes de la pandemia -nuestros recuerdos cercanos se dividen ya por ese antes o después-. Aun sintiéndose tan apegado a su tierra como el que más, no pretende ser grandilocuente. "Soy un ser humano y no quiero que se me vea excedido como argentino. Me tiene tiradito de la correa para que no cabecee mucho" (ríe).

Regresando a aquel momento en que Alterio se asentó con su familia en España, aún con el temor de toparse con algún desalmado tras doblar una esquina, recordamos la primera película española que le ofrecieron en 1976. Fue Elías Querejeta quien le propuso participar en Cría Cuervos, dirigida por el recientemente fallecido Carlos Saura. La memoria dispersa de Alterio parece encontrar una zona bien iluminada y relata con detalle lo sucedido en aquel rodaje.

Plano de la película 'Cría cuervos' (1976) de Carlos Saura.
Plano de la película 'Cría cuervos' (1976) de Carlos Saura.
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"Yo era el padre de la protagonista -Ana Torrent- al que estaban velando. ¡Saltaba de alegría porque no tenía que pronunciar zetas ni eses! -aludiendo a sus problemas para disimular el acento-. Sólo tenía que cerrar los ojos y estarme quietito, vestido de militar en un ataúd". Los nervios de la situación le debieron pasar factura y aquello no parecía funcionar. "Me di cuenta cuando pararon catorce o quince veces. Hasta que en un momento Saura se acerca despacio, con su educación y me dice al oído. Oye, Héctor ¿sabes qué ocurre? Que te tiemblan los párpados". Era escuchar el ¡motor! que abría el rodaje de las tomas, y una incontenible reacción se producía en su cuerpo. "Seguía practicando porque no me pasaba cuando no oía el ¡motor!. Así pasaron varios días. Yo llegaba me ponía la ropa de militar… y en una de esas, Saura con su mano me dijo, ¡ya está Héctor!". Esa fue su primera escena rodada en España.

Tras aquella película llegarían otras muchas en España, donde cabría destacar El Nido (1980), de Jaime de Armiñán. Allí volvería a encontrarse con Ana Torrent en una preciosa y complicada historia de amor entre un viudo y una niña de 13 años, compartiendo cartel y magnífica interpretación con su compatriota Luis Politti.

Un fotograma de la película 'El nido' (1980), de Jaime de Armiñán.
Un fotograma de la película 'El nido' (1980), de Jaime de Armiñán.
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La memoria es caprichosa, o más bien certeramente descuidada. Intentamos recordar con Alterio la película que supuso su regreso a Argentina tras diez años en España. La Historia Oficial (1985), primer Óscar a una película argentina. Desde la cómoda vida de una familia bien posicionada, indagaba en los espantosos capítulos acaecidos durante la dictadura militar, cuando miles de recién nacidos, hijos de mujeres encarceladas, violadas y en muchos casos asesinadas, fueron secuestrados y asignados a matrimonios afines al régimen.

Tratamos de indagar en la memoria de aquellos años, pero "afortunadamente hay algunas de esas cosas que las tengo borradas, porque no me afectan ya, como sí me golpearon en otro momento. Son muchos años y los años hacen su labor. Te hacen olvidar o desvirtuar cosas, y hay que tener cuidado. Hoy se transformó eso en un recuerdo que no afecta. Está ahí, pero en algún momento puede desaparecer y luego aparecer otra vez, pero no de la misma manera. No golpea". Un velo natural sobre aquella infamia.

Cartel de la película 'La historia oficial' (1985), de Luis Puenzo
Cartel de la película 'La historia oficial' (1985), de Luis Puenzo
Cedida

Argentina, 1985 es la película que el domingo pasado competía en los premios Óscar, centrada en el juicio a los mandatarios de su país tras la llegada de la democracia. No ganó. 2023 quedará marcado por la confusión, ensalzada en ceremonia de Hollywood, que representa la película Todo a la vez en todas partes (2022). Aturullados por el desbarajuste narrativo de esta película, por ese metaverso, multiverso... ¡o  multi-leches!, es gozoso regresar al verso verdadero, a la palabra limpia declamada en un escueto escenario, con el apoyo de un piano. Quizás sentirá el actor la misma sensación que cuando fundó en 1950 aquella compañía, Nuevo Teatro, donde todo comenzó en Buenos Aires. El inicio de un recorrido no exento de sobresaltos. "Tengo ya muchos chichones", reconoce riendo.

El actor Héctor Alterio con 93 años en el Teatro del Barrio
El actor Héctor Alterio con 93 años en el Teatro del Barrio
Adolfo Ortega

Deseándole suerte, agradecemos este paseo por su memoria, por esas dos mitades en que se partió su vida, todavía luciendo jugosas, pobladas de recuerdos que aparecen y desaparecen. Bien está que así sea. Estos versos de León Felipe en Vencidos (1920) le vienen a la mente durante la entrevista, sonriendo al horizonte, y así acabamos: "Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar... ". ¡Hasta pronto, maestro!

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