Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Tu perro no es tu hijo

El concepto de "perrijo" se usa cada vez más.
El concepto de "perrijo" se usa cada vez más.
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El concepto de "perrijo" se usa cada vez más.

Acabo de escuchar por la radio el anuncio de un producto que protege y cuida los dientes de los perros. Al terminar, la cuña afirma con cierto orgullo que el perro es como un hijo. No es la primera vez que escucho algo así y creo que el mundo en el que vivimos avanza, lento pero firme, en esa dirección. La cifra media de mascotas en los hogares del llamado primer mundo es enorme. En muchos países ya hay más perros que niños en las casas. Lógicamente, detrás de esto hay un gran negocio y la publicidad no se chupa el dedo. Hay que atacar a la parte más sentimental del ser humano, que es la que suele tomar la decisión de compra.

Pero, diga lo que diga la publicidad, tu perro es hijo de una perra y de un perro. Hay también una tendencia muy emocional, más comprensible y razonada que afirma esto: “mi perro no es mi hijo, pero yo sí soy su madre”. La comparación no se sostiene por muchísimos motivos, quizá el más importante sea el de la identidad. Darle una madre humana a un perro es una injusticia grave contra el animal. El ser humano es capaz de inventar, de fabular y de autopercibirse de muchos modos, pero el perro es siempre un perro y no es lo que su dueño dice que es.

Querer robarle al otro su naturaleza e imponerle la tuya es una forma equivocada de entender y de agradecer.

Se habla también del asunto de la responsabilidad. Hay personas que tienen perros para ver qué tal se sienten con un cierto compromiso de cuidado sobre un tercero. No es una comparación muy acertada. Si lo prueban, lo entenderán. El argumento económico es comprensible y es también duro: vivimos en una sociedad en la que el perro es, por supuesto, más barato que el hijo. Hay mucha gente que no puede permitirse tener un hijo por motivos económicos y los poderes públicos y el sistema económico no dan la talla o no son lo suficiente sensibles con el problema.

Humanizar al perro es robarle su esencia, lo que el animal realmente es. Algunos profesionales de la cría y educación de perros han dicho que esta actitud puede acabar generando desequilibrios graves en el animal. Hay un egoísmo soterrado, quizá inconsciente, que puede hacer que la voluntad humana sea imponerle a un ser vivo algo que no necesita y que es contrario a su naturaleza.

Amar a alguien supone quererle como es y por lo que es. Intentar transformar al ser querido en algo distinto de lo que es no es amor, es otra cosa. La relación entre humanos y perros ha sido satisfactoria durante la historia de la humanidad. Hay una belleza, un entendimiento, una empatía, una cooperación y compenetración entre la especie humana y la canina que constituye todo un universo admirable, enriquecedor y lleno de matices. Querer robarle al otro su naturaleza e imponerle la tuya es una forma equivocada de entender y de agradecer.  Y, además,  madre no hay más que una. 

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