El misterio Gaztambide: la agitada vida y la misteriosa muerte de un compositor de zarzuela cuyos restos han desaparecido

Exhumación de Gaztambide
Exhumación de Gaztambide
Carlos Gámez
Exhumación de Gaztambide
El misterio de la tumba de Joaquín Gaztambide

Ya no son tiempos de zarzuela, pero Joaquín Gaztambide ha vuelto a la fama desde su tumba; desde ese féretro que, en realidad, ya no ocupaba. Al músico, se lo llevó por delante un enfermedad hepática en 1870. Estaba enterrado en Tudela... o eso querían seguir creyendo algunos.

Porque otros muchos ya sospechaban que los restos de Gaztambide no reposaban en la tumba de Gaztambide. Y eso es lo que ha ocurrido. Este martes se procedió a la apertura de la sepultura. Allí estaban representantes del Ayuntamiento de Tudela y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, junto a un biznieto Joaquín Gaztambide... pero el músico, sus restos, se había ausentado.

Iba a ser "un momento histórico para Tudela y para nuestra tierra", como había dicho el alcalde, Alejandro Toquero. Según el regidor, la localidad tenía "una deuda pendiente" con Gaztambide, "uno de los grandes nombres históricos que ha dado la ciudad". Pero hoy pocos le recuerdan.

En Madrid es una calle bien conocida, la de Joaquín Gaztambide, en el distrito de Moncloa. Pero no preguntemos a los viandantes, que la inmensa mayoría no sabrán de quién se trata. Y es que la zarzuela es hoy un objeto casi de arqueología musical, si no fuera por el Teatro de la Zarzuela de la capital y de las asociaciones de amigos de este genero que aún aguantan.

Joaquín Romualdo Gaztambide y Garbayo fue un superventas musical en la España del XIX. No alcanzó la gloria de Barbieri o Chapí, pero tuvo su sitio en las "listas" del momento. Compuso 44 zarzuelas, doce de ellas en colaboración, y con ellas contribuyó a la renacimiento del género.

Fue un compositor de gusto italianizante, con Donizetti como modelo. Sin embargo, sus partituras están repletas de ritmos españoles y de pasajes basados en canciones populares.

Tudela, Pamplona y Madrid

Nació el 7 de febrero de 1822, hijo de Juan José Gaztambide y Pilara Garbayo Goicoechea. Sus padres murieron pronto y con cinco años quedó al cuidado de su tío paterno, Vicente, padre del músico Javier Gaztambide Zia.

Y con la música empezó; primero en Tudela, luego en Pamplona y, cuando la capital navarra se le quedó pequeña, en Madrid. En 1842, con veinte años, ya residía en la capital española. Recibió clases en el Conservatorio de música María Cristina y se ganaba los reales tocando el contrabajo en las orquestas de los teatros del Circo y Príncipe.

Fachada del Teatro Español. En Madrid (España) a 13 de abril de 2020.
Fachada del Teatro Español de Madrid, cuya orquesta dirigió Gaztambide.
Fernández Jara - EP

Tres años después fue director del coro de la compañía italiana del Teatro de la Cruz y hace bolos por provincias como pianista. En 1847 Gaztambide intentó dar el salto a París, entonces capital del mundo, a donde acudió como director de orquesta de una compañía de actores y bailarines españoles.

Pero las cosas no salieron bien y la gira fue un fracaso económico. De vuelta a Madrid, dirigió la orquesta del Teatro Español de Madrid, donde deslumbraba el violinista Antonio Bazzini. De allí saltó al Teatro Variedades de Madrid y el de los Basilios.

44 zarzuelas y hasta una sinfonía

Gaztambide fue en 1851 cofundador de la Sociedad Artística para explotar el Teatro del Circo, en la que participó como compositor y director de orquesta. En 1856 entró en el recién inaugurado Teatro de la Zarzuela de Madrid, como socio, compositor y director.

En todos estos años escribió zarzuelas, música para ballets, obras para piano y orquesta, y hasta una sinfonía. Pero sus principales esfuerzos los dedicó al movimiento para revivir la tradición de la zarzuela. En 1846 estrenó Un alijo en Sevilla.

Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Teatro de la Zarzuela de Madrid.
ARCHIVO

Con las lecciones aprendidas de las óperas cómicas de París en 1849 estrenó la zarzuela La mensajera. Tuvo éxito. En total, fueron 44 las zarzuelas que compuso Gaztambide. Una de las últimas fue La conquista de Madrid, con libreto de Luis Mariano de Larra, que se representó por primera vez en diciembre de 1863.

Inquieto, volvió a intentar la aventura europea y en 1859 viajó a París y Londres. En 1860 dirigió funciones de ópera. Regresó y en 1862 estuvo al frente de los primeros grandes conciertos que se ofrecieron en España, organizados por la Sociedad Artístico Musical de Socorros Mutuos.

Arruinado y enfermo

En 1865 es contratado como director de orquesta del teatro de los Campos Elíseos de Madrid y tres años después estuvo al frente de la Sociedad de Conciertos de Madrid. En 1869 hizo una gira por Cuba y México con su propia compañía. De nuevo la suerte económica le fue esquiva y regresó a España en 1870 arruinado y lo que es peor, con graves problemas de salud.

Roger Alier, autor de El libro de la Zarzuela, cree que de haber tenido una carrera más larga es muy posible que Gaztambide hubiera llegado a ser tan famoso como Barbieri. Pero murió ese mismo 1870, con 48 años, a consecuencia de una enfermedad hepática.

Su contribución al renacimiento del zarzuela fue grande, pero en el siglo XX su trabajo prácticamente fue desapareciendo de la escena y poco a poco dejó de pertenecer al humilde olimpo de los compositores españoles de zarzuela, donde hoy, en pleno siglo XXI, continúan a duras penas (por lo poco que se representan) Chapí, Barbieri, Chueca o Sorozábal.

Exhumación de Gaztambide
Exhumación de Gaztambide
AYUNTAMIENTO DE TUDELA

El cadáver que falta y los tacones rojos

Los restos de Joaquín Gaztambide se enterraron en el cementerio Patriarcal de Madrid. En 1921, el Ayuntamiento de Tudela quiso construirle un panteón y para ello consiguió que se autorizara el traslado del cuerpo a su localidad natal.

Entonces Gaztambide todavía era popular. Cuentan que su despedida de Madrid pareció la de un jefe de Estado. Su féretro desfiló por las calles de la capital en un ataúd de latón con ventana de cristal, acompañado por las principales autoridades.

Veinte años después de trasladarlo a Tudela, los restos de Gaztambide en lugar de panteón ocupaban un nicho

Fue embalsamado por el Museo Antropológico, que aún conserva su hígado, y trasladado a Tudela. Aquí comenzaron los problemas. La tumba, ese panteón que los tudelanos querían levantar, aún no estaba. De modo que se optó por depositar el féretro en la capilla de los Garbayo, familia de la madre del músico.

El alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, y descendientes de Joaquín Gaztambide, ante la tumba del músico.
El alcalde de Tudela y descendientes de Joaquín Gaztambide, ante la tumba del músico.
EP

"Tirar de la manta", dice el alcalde

Allí estuvo hasta que en 1941 se trasladó a un nicho del cementerio. Habían pasado veinte años y en lugar de panteón, los restos de Gaztambide ocupaban ahora un nicho.

Parecía que no era él el que estaba enterrado cuando se trasladaron sus restos desde Madrid y era de justicia determinarlo finalmente"

Los buenos propósitos se recuperaron, pero cuando en 1955 se abrió la tumba saltó la sorpresa. Dentro del ataúd no estaban los restos de Joaquín Gaztambide sino los de una mujer de 1,55 metros vestido con ropas de mujer y unos zapatos rojos de tacón. El nicho volvió a cerrarse y se olvidó la idea del panteón.

Eso lo sabían las autoridades cuando este martes reabrieron el nicho. "Parecía que no era él el que estaba enterrado cuando se trasladaron sus restos desde Madrid y creo que era de justicia determinarlo finalmente" asegura el alcalde de Tudela.

Sólo se trató de confirmar que en 1955 no se equivocaron. Ahora, dice el regidor, van a intentar "tirar de la manta" y reconstruir la línea cronológica desde 1921 para averiguar qué pasó con el cuerpo del compositor.

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