Ahora que Vargas Llosa es ya inmortal, inconmensurable ventaja que le ofrece su reciente ingreso en la Academia Francesa de la Lengua, parece que poco a poco las agitadas aguas que movieron Los vientos se van calmando.
La historia que el nobel relata en sus páginas, y que escribió cuando aún mantenía su relación con Isabel Preysler, ha sido ampliamente difundida, leída y reinterpretada, dando pie a todo tipo de elucubraciones que han venido a enturbiar aún más si cabe el poco amistoso proceso de separación de la pareja.
Isabel se sintió especialmente ofendida por lo que consideró un ataque directo a su hija Tamara en un párrafo en que se habla de Islas Marquesas, de Teología y de Cocina.
Preysler solo quiere que esta guerra se acabe
La publicación de un fragmento de la carta enviada por Patricia Llosa a Isabel, donde le advertía que tarde o temprano el escritor la trataría de idéntica forma a cómo lo había hecho con otras mujeres, vino a añadir más leña al fuego.
Ahora, consciente del desgaste que para su imagen pública está teniendo esta situación, Preysler, que cumple estos días setenta y dos años, asegura que solo quiere que esta guerra se acabe. La próxima boda de su hija Tamara centrará en estos meses toda su atención.
También Mario casa pronto a su primera nieta. La vida imita a la literatura especialmente si, como en este caso, se dan todos los ingredientes para una buena historia, que el nobel se ha anticipado a asegurar que nunca escribirá.
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