Psicología y comunicación no verbal Lo que no nos cuentan por Alicia Martos

Parece ser que la ciencia ha encontrado la ansiada fórmula para conseguir que el amor sea eterno. Su descubridor es el afamado y prestigioso psicólogo John Gottman,  que además lo demuestra tras 40 años de matrimonio con la también psicóloga Julie Gottman.

El método Gottman ha dado la vuelta al mundo y no hay libro sobre el amor y la felicidad que no cite sus investigaciones.

Tras décadas de estudio, los Gottman tienen claros varios puntos que aseguran el éxito de cualquier pareja.

En primer lugar, darle más importancia a la relación de amor que a otras cosas, lo que implica dinero, trabajo, ascensos, preocupaciones futuras y conflictos con otras personas. Es algo que al principio del noviazgo sale solo, porque la fase de enamoramiento provoca que solo estemos centrados en la otra persona (efecto túnel) pero cuando el tiempo avanza y la química se va desvaneciendo, darle prioridad a la relación es todo un reto diario, un trabajo consciente.

Otra clave es la de respetar los sueños del otro. Es imposible que dos personas, por mucho que se amen, compartan exactamente los mismos gustos, aficiones, metas u objetivos vitales, pero sí es fundamentar que nuestra pareja apoye, impulse, anime, ayude y proteja nuestros sueños, proyectos y aspiraciones, por sencillos o complejos que sean.

Pero si hay un ingrediente importante que asegure la estabilidad a largo plazo en las relaciones de pareja, ese es el de las discusiones. ¿Discutir? Sí, se puede y se debe, pero siempre con afecto y respeto. Gottman tiene claro que la inmensa mayoría de relaciones que terminan son producto de peleas desdeñosas. No solo importa el qué decimos, sino también cómo lo decimos. Discutir desde un rol de superioridad, verbal y no verbal, disminuye al otro como persona y esto es especialmente doloroso e irreconciliable.

Aún en un enfrentamientos, debemos sentir compasión por nuestra pareja, saber expresar amor y emociones positivas en forma de reconocimiento y refuerzo sincero a la otra persona. 

Respetar y nunca dejar que el desprecio entre en juego.