Ya van más de 500 agresores sexuales que se han visto beneficiados en sus condenas o puestos en libertad gracias a la ley del ‘solo sí es sí’. Más de 500 víctimas que observan con impotencia los efectos de una ley cuyas consecuencias son nefastas.

Desde la primera reducción de condena se deberían haber producido dimisiones. La ministra de Igualdad, Irene Montero, debería haber asumido su plena responsabilidad en el mal resultado de la reforma penal y haber abandonado su cargo. Eso hubiera sido lo sensato pero, desgraciadamente, las componentes de dicho ministerio han demostrado que la sensatez no es uno de sus fuertes.

En estas semanas de caos en el Gobierno de la nación se ha señalado a todos los jueces, acusándolos de machistas y fascistas a partes iguales, algo que ya debería haber sido constitutivo de dimisión y que es escandalosamente grave en un Estado de derecho como el nuestro. El Ejecutivo señalando al Judicial porque el Legislativo no sabe legislar, un auténtico disparate.

Hemos visto a ministros pasarse la pelota de la culpa unos a otros, como si esta reforma no hubiera sido aprobada en el Consejo de Ministros con el beneplácito, por supuesto, de Pedro Sánchez. Y mientras se echan la culpa unos a otros, España retrocede. Hoy una mujer que pasea por las calles de Fuenlabrada tiene la duda de si tendrá la mala suerte de cruzarse con un agresor que ha salido anticipadamente de prisión por culpa de un gobierno que supuestamente decía defenderla. Hemos dado pasos atrás y no se está poniendo remedio alguno. Ahora, y solo por el desgaste electoral que esto está provocando al Partido Socialista, parece que hay intención de cambiarlo.

Recuperar o no la violencia y la intimidación: los dos bandos de la Justicia ante la reforma de la ley del 'solo sí es sí'

El Partido Popular ya ofreció en su momento los votos de sus diputados para cambiar esta mala reforma, por lo que es incomprensible que hayamos tenido que esperar hasta superar la cifra de 500 agresores. Es incomprensible la falta de empatía, de autocrítica y de responsabilidad. Las calles lo dejan claro: ni un agresor más beneficiado, dimitan ya.