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La segunda vida de Alberto Urraca, tras sufrir la amputación de las dos piernas: "Tienes limitaciones, pero te adaptas y sigues"

Entrevista a Alberto Urraca.
Entrevista a Alberto Urraca.
JORGE PARÍS
Entrevista a Alberto Urraca.
Alberto Urraca cuenta su historia.
JORGE PARÍS

Hace casi dos años, la vida de Alberto Urraca cambió para siempre. Tenía 34 años entonces y acababa de ser padre por segunda vez. Tras su baja paternal, había retomado hacía apenas tres días su trabajo en la Concejalía de Juventud de Rivas Vaciamadrid (Madrid), donde impulsaba a los jóvenes a participar en la mejora del municipio. Era finales de febrero de 2021, todavía en plena pandemia, cuando Alberto empezó a encontrarse mal: "Me fui al hospital y me dijeron que seguramente tuviera covid, que con ibuprofeno y paracetamol se me pasaría, por lo que me mandaron a casa".

Sin embargo, lejos de remitir, Alberto comenzó a tener fiebres muy altas y a empeorar. Unas horas después, su padre lo llevó de nuevo al hospital, donde le hicieron una PCR, que dio negativo, y comenzaron a realizarle distintas pruebas. "Me decían que no sabían qué me pasaba y que me iban a mandar a la UCI. Yo recuerdo haber mandado un último mensaje a Violeta, mi pareja, diciendo: 'No sé cuándo voy a salir de aquí'. Lo siguiente que recuerdo es despertarme 15 días después", cuenta.

Una bacteria, de origen desconocido, le provocó un fallo multiorgánico: la sangre se salía de los vasos sanguíneos y no llegaba a sus órganos. "Entré un martes en la UCI y le dijeron a mi familia que no iba a pasar del viernes, pero al día siguiente empecé a evolucionar positivamente", relata. Alberto estuvo en un coma inducido del que despertó dos semanas después: "Recuerdo despertarme y que me dijeran que, si quería ver a mi familia, pero yo no podía contestar porque estaba inmovilizado y tenía una traqueotomía que no me dejaba hablar. Hice un gesto con los ojos y pude ver, por videollamada, a mi mujer y mis hijos. Eso me dejó tranquilo".

Una amputación de varios dedos y pies

Alberto pasó 40 días en la UCI, más de un mes que recuerda como "un sueño", por el gran tiempo que permanecía dormido. Los antibióticos de grande espectro lograron acabar con la bacteria, pero la infección le provocó una necrosis en pies y manos: "Al tener una sepsis, toda la sangre va a los órganos vitales y las extremidades se quedan sin sangre". A pesar de intentar recuperar las manos y los pies con rehabilitación, los médicos tuvieron que amputarle finalmente varios dedos y los dos pies: "Recuerdo que me llamaron y me dijeron 'vamos a tener que amputarte'. Fue un palo muy gordo, porque llevas 34 años viviendo con piernas, con brazos, y no sabes qué va a ser de ti".

Casi dos meses después de pisar por primera vez el hospital, Alberto recibió el alta y pudo volver a casa, entre aplausos de los sanitarios del 12 de Octubre y las lágrimas de emoción de su familia: "Ellos lo pasaron muy mal, fue muy duro, sobre todo porque tienes unos niños, has hecho un proyecto de vida, que de repente se va...". Para poder recuperarse, empezó un largo proceso de rehabilitación de fisioterapia, cinco días a la semana, acompañado de terapia psicológica. "La gente te dice que qué pronto te has recuperado y no saben el trabajo que eso tiene detrás, tanto físico como psicológico, porque tu identidad ha cambiado", señala. 

Era como volver a empezar a andar. En esos momentos, me fijaba en mi hijo Simón, que tenía un año ahí y justo empezaba a andar

En esos primeros meses, explica, lo más difícil fue asumir que dependía de otras personas: "El mayor problema es pasar de ser independiente a ser dependiente 100%. No te das cuenta de la suerte que tienes hasta que dejas de ser independiente y dependes de alguien para todo. Al final, has vivido 34 años de una forma y ya no puedes".

Volver a caminar

Con la ayuda de la terapia ocupacional y la fisioterapia, Alberto comenzó a recuperar, poco a poco, la funcionalidad de sus manos. "Antes no podía moverlas, ahora las tengo bastante funcionales. Sí que es cierto que no tengo fuerza para cerrar bien el puño, a veces se me caen las cosas… Sobre todo, es una carta de presentación, psicológicamente es un poco duro porque todo el mundo se fija y muchas veces te tienes que justificar", comenta.

En cuanto a los pies, Alberto utiliza dos prótesis que le permiten caminar. Pero volver a andar no fue sencillo. "Al principio fue muy difícil, parece que vas en zancos. Es muy difícil ponerte de pie, andas muy despacio... Era como volver a empezar a andar. En esos momentos, me fijaba en mi hijo Simón, que tenía un año ahí y justo empezaba a andar", comenta. La primera vez que consiguió caminar, en julio de ese año, la recuerda con ilusión, pero también como algo "muy frustrante, porque me dolía y pensaba '¿va a ser así para siempre?". 

En este tránsito de adaptación, "lleno de altos y bajos", tuvo la ayuda de su amiga Mónica, a quien también tuvieron que amputarle una pierna: "Ella fue mi referente, me ayudó muchísimo. Me hizo ser consciente de que esto pasaría y me iría acostumbrando. Y así fue. Vas cogiendo confianza, te vas poniendo objetivos más grandes y los vas consiguiendo". En este duro proceso, Alberto recuperaba la motivación con las pequeñas mejoras y gracias al apoyo de su familia y amigos: "De repente te das cuenta de que lo has hecho muy bien en tu otra vida. Es súper importante la red, tanto familiar como de amistades. Yo me he sentido muy querido y muy apoyado".

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista a Alberto Urraca, que perdió dedos y piernas por una infección bacteriana
Alberto Urraca
JORGE PARÍS

A día de hoy, donde Alberto encuentra más limitaciones es con sus hijos, Lila, de 5 años, y Simón, de dos: "Te exigen mucho movimiento y a veces no puedo. Puedo cogerles un rato, pero enseguida me canso y me duele". También, explica, "si me roza la prótesis y me sale una ampolla, ya no me la puedo poner al día siguiente y no puedo andar". Sin embargo, a pesar de las dificultades, Alberto afronta sus limitaciones con positividad: "Hay que ser muy flexible y adaptarte a lo que es".

Alberto todavía tiene el conocido como 'síndrome del miembro fantasma', un síntoma muy común en personas que han sufrido una amputación, por el que perciben sensaciones en el miembro amputado, pese a no tenerlo: "Se va reduciendo, pero muchas veces todavía de repente me duele. No es constante como antes, porque tu cerebro se está acostumbrando a que no tienes pies, pero sí que hay muchas veces que lo noto, con cambios de tiempo, por ejemplo".

Al principio no quería que se viera la prótesis, tenía mucho miedo, pero luego pensé que tenía que normalizar las cosas

Normalizar la diferencia

El día de nuestra entrevista, el frío congela la ciudad de Madrid. Alberto viste un pantalón largo, con el que apenas se aprecia que lleve prótesis. Su condición puede pasar desapercibida, menos en verano. "Al principio yo no quería que se viera la prótesis, tenía mucho miedo, pero luego pensé que tenía que normalizar las cosas. No tengo pies, no es algo que haya elegido, sino que me ha pasado. ¿Me tienen que ver y preguntar 2.000 personas? Pues bueno, al final llegará un momento en que se normalice", señala.

"Mi objetivo es normalizar la diversidad. Al final todos somos diversos, de una manera u otra. Yo en este caso, no tengo pies, pero vivo, sigo trabajando, estudiando, educando a mis hijos… hago una vida muy normalizada. Es una putada, no te miento, tienes limitaciones, pero tienes que hacerte a otros tiempos, a otra forma de vida, te adaptas y a seguir. Lo que yo quería era tener una vida lo más parecida posible a lo que era antes, y lo estoy consiguiendo. Ya llevo más de un año y medio con las prótesis y ahora mismo no tiene nada que ver a cuando empecé", subraya Alberto. Con esta normalidad, nos cuenta, lo han vivido siempre sus hijos: "El pequeño no me ha conocido con piernas realmente y la niña no se acuerda, era muy pequeña. Se sorprenden muchas veces cuando hay un niño que me mira o que se acerca a mí y me pregunta".

Su sueño, volver a correr

A pesar de las dificultades, Alberto irradia positividad y reniega de que la gente le ponga el calificativo de "valiente": "Al final, yo creo que el ser humano es así, se adapta, te cueste más o menos". Cada meta que se ha ido proponiendo la ha conseguido. Ahora, cuenta, quiere lograr aguantar más tiempo de pie: "No puedo estar mucho tiempo de pie. Yo no tengo un apoyo bueno, soy consciente plenamente siempre de que tengo dos prótesis", cuenta.

Alberto ha practicado deporte toda su vida. Ahora acude dos días a la semana al gimnasio y realiza ejercicio con una bici estática casi a diario para fortalecer las piernas. Pero correr ha sido siempre su gran afición, desde que su padre, aficionado a la carrera, le invitara a acompañarle cuando tenía 16 años: "A partir de ahí, empecé a correr. Cada vez que salía a hacer deporte, tres o cuatro veces por semana, salía a correr. Llegué a hacer una media maratón", cuenta.

Su sueño ahora es retomar la carrera: "Tengo muchas ganas, quiero salir a correr por esta rampa por donde salía y empezaba mi deporte diario". Sin embargo, para eso necesita unas nuevas prótesis: "Con las que tengo no puedo correr, se utilizan otras distintas que cuestan 15.000 euros. Poco a poco lo estoy consiguiendo con un crowdfunding". Su meta, "correr el próximo año la San Silvestre Vallecana, ese es mi objetivo, pero queda un año. Una vez que las tenga, tengo que volver a entrenar y adaptarme a ellas, porque es otra forma de andar".

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista a Alberto Urraca, que perdió dedos y piernas por una infección bacteriana
Alberto Urraca, junto a la rampa por donde solía salir a correr
JORGE PARÍS

El coste de este tipo de prótesis es muy elevado. Unas como las que utiliza ahora Alberto para andar cuestan unos 18.000 euros, de los que alrededor de un 30% subvenciona la Seguridad Social: "Gracias a toda mi gente pude comprarme unas buenas sin tener que mirar el dinero. Todos se volcaron económicamente, porque los gastos económicos de algo así son muy grandes".

Ayudar a otras personas 

Alberto tiene concedida una pensión por incapacidad pero, pese a sus limitaciones, ha logrado reinventarse y trabaja de community manager en la empresa de un amigo a media jornada. Además, comenzará a dar charlas motivacionales, orientadas al deporte, a otras personas con discapacidad física: "Tengo muchas ganas de empezar este proyecto, me ilusiona bastante. Poder viajar, contactar con otras personas, que empaticen conmigo… Si puedo ayudar a alguien, por qué no voy a hacerlo, si es un trabajo que hace que la gente se pueda sentir mejor", comenta.

Alberto es muy activo en redes sociales y, al igual que otras personas con discapacidad física fueron para él referentes, él comienza a serlo de otras personas que están viviendo una situación parecida a la suya. "Me gusta visibilizar que no soy una superestrella, soy una persona normal que le ha pasado esto y que hace su vida, su día a día. Hay gente que me escribe dándome ánimos, también me cuentan su historia. Al final, te sientes útil", comenta. A todas las personas que estén pasando por circunstancias similares a la suya les aconseja: "Lo primero, apoyarse en todas las personas que tiene a su alrededor y hacerles caso. Y sentir que vas a valer, que por supuesto que la vida se complica un poquito más, pero que si siguen, trabajan y tienen un círculo grande van a conseguir tener una vida normalizada".

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