Diego Valencia, el sacristán que defendía la parroquia de ladrones y alborotadores: "Intentó dialogar, pero se ensañó con él"

Concentración en la plaza Alta de Algeciras por el asesinato del sacristán Diego Valencia.
Concentración en la plaza Alta de Algeciras por el asesinato del sacristán Diego Valencia.
EFE
Concentración en la plaza Alta de Algeciras por el asesinato del sacristán Diego Valencia.
Concentración en la plaza Alta de Algeciras por el asesinato del sacristán Diego Valencia.
ATLAS

Una persona afable con todo el mundo, siempre dispuesto a ayudar, un miembro más de la familia de la parroquia y, en definitiva, "un sacristán como Dios manda". Así recuerda Ismael Villa, hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de La Palma de Algeciras, a Diego Valencia, asesinado este miércoles con una catana por Yasin Kanza en un brutal ataque en la localidad gaditana. Apenas unas horas después de los trágicos acontecimientos, la ciudad llora la pérdida de este florista, que se afanó en dar lo mejor de sí por su comunidad. 

"Diego era el alma mater de la parroquia, compañero de sus compañeros en todo momento. Era uno más de la familia. Haberse ido de este modo ha sido un palo tremendo para todos nosotros. Esto es algo que no nos lo creemos. Era una persona muy cercana que abrió su corazón a todo el mundo y trataba de ayudar. Siempre pendiente de los sacerdotes, siempre atento. Se nos ha ido un pilar fundamental", lamenta emocionado el hermano mayor de esta cofradía, con la que el sacristán tenía una especial afinidad. 

Al borde de la jubilación, Diego regentaba una conocida floristería en la céntrica calle Tarifa y, desde hacía ocho o diez años, ejercía de sacristán en la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma. Ahora, después de que Yasin Kanza segase su vida este miércoles, ya no volverá a regentar su negocio ni a colaborar en su parroquia, además de dejar tras de sí varios hijos y nietos. "Era muy buen padre y muy buen abuelo. Muchas veces, tenía a los niños correteando por el templo. Era muy cariñoso con los críos, bueno, con todo el mundo", rememora Ismael.

"En la ciudad, la figura de Diego Valencia ha tocado mucho, porque era un hombre muy querido, muy conocido y muy vinculado a su pueblo, amante de sus tradiciones y de sus costumbres. La Semana Santa, el carnaval, las cruces de mayo... Él se prestaba a todo, era una persona muy integrada", relata.

Defensor de su parroquia

Diego vivía desde hacía casi una década compaginando el trabajo en la floristería y su labor en el templo, donde no dudó en proteger la iglesia de todo aquel que acudía a molestar. "Él ha sido un sacristán como Dios manda. Defendió la parroquia sobre todo de ladrones, de personas que armaban escándalo e increpaban a las personas que estaban allí. Si tenía que echar a alguien, lo echaba. De muy buenas maneras, pero lo hacía, porque era su misión, era parte de su trabajo", detalla el hermano mayor.

"En la ciudad, la figura de Diego Valencia ha tocado mucho, porque era un hombre muy querido, muy conocido y muy vinculado a su pueblo"

Por eso, Ismael no comprende lo sucedido. "Es algo inconcebible. Una situación que no se la esperaba nadie, ni él mismo. Había vivido episodios con personas desequilibradas o ebrias, que habían acudido a la parroquia a formar jaleo, y les había pedido que se marchasen. Probablemente en esta ocasión pensó que se trataba de lo mismo, pero este hombre llevaba un arma enorme... Diego intentó dialogar y esta persona empezó a agredirlo, a ensañarse con él. Aunque intentó huir, no lo consiguió. Nadie pudo auxiliarlo y su agresor acabó con su vida", narra.

Por lo "impensable" de los hechos, Ismael sufrió un ataque de ansiedad cuando, en su puesto de trabajo, le comunicaron lo ocurrido. "Tuvieron que atenderme allí. Al conocer ese tipo de acontecimientos, al principio piensas que es una broma. No te lo crees. Cuando ves que es un hecho y lo asumes...", reflexiona, incapaz de terminar la frase.

"Hay situaciones que son ley de vida, se producen muertes de forma natural y lo sientes, como es lógico. Pero, cuando es un asesinato como este, de esa forma tan fría, tan vil, y públicamente, en un sitio sagrado... ¿A dónde estamos llegando? Es inconcebible en todos los sentidos", se pregunta.

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