Las familias de la realeza no son tan distintas de las otras familias, independientemente de lo fáciles o difíciles que puedan ser las relaciones entre sus miembros. Hay circunstancias sociales en las que los encuentros son inevitables, bodas y funerales son un buen ejemplo y ponen de manifiesto los afectos, el cariño y también las desavenencias y los desacuerdos.
Tal y como ocurriera con el fallecimiento hace unos meses de la reina Isabel II, el funeral de Constantino de Grecia ha vuelto a reunir a los representantes de las casas reales europeas, muchos de ellos ligados por lazos de sangre.
La viuda y los hijos del que fuera el último rey de Grecia estuvieron en todo momento arropados por sus familiares y también recibieron a su llegada a la catedral de Atenas numerosas muestras de afecto por parte del público que se había congregado en las inmediaciones, afecto que se hizo también patente a la llegada de doña Sofía, visiblemente emocionada.
La presencia de la familia real española casi al completo, solo faltaron Leonor y Sofía, despertó un especial interés. Fue una nueva ocasión para el reencuentro de don Juan Carlos con su esposa y la oportunidad de volver a coincidir con los reyes Felipe y Letizia.
El protocolo en el interior de la catedral, a diferencia de lo que ocurrió en Westminster, los situó separados, pero ya fuera de la ceremonia oficial hubo ocasión de verlos y fotografiarlos juntos en diferentes momentos.
La foto de la reina Letizia, cómplice y sonriente del brazo de Marie-Chantal, la esposa de Pablo, el nuevo jefe de la Casa Real griega, también zanjó una vieja polémica.
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