¿Cambia el curso de la guerra? El golpe sobre la mesa de Putin en el este y la necesidad de tanques de Kiev ponen a Occidente en un brete

Un edificio en Dnipro después de un ataque masivo ruso.
Un edificio en Dnipro después de un ataque masivo ruso.
EFE
Un edificio en Dnipro después de un ataque masivo ruso.
¿Cambia el curso de la guerra? El golpe sobre la mesa de Putin en el este y la necesidad de tanques de Kiev ponen a Occidente en un brete
Wochit

No hace tanto tiempo las portadas se copaban de noticias con la contraofensiva ucraniana en la guerra. Jersón, recuperada por las tropas de Volodimir Zelenski justo tras la anexión ilegal por parte rusa, fue la joya de la corona. Kiev tenía entonces la iniciativa; pero eso parece haber cambiado en las últimas semanas, sobre todo después de que Moscú arrasara Bajmut, tomase Soledar y dejase un rastro de centenares de muertos y heridos en un ataque masivo en Dnipro. Mientras, desde Ucrania sale un clamor: necesitan tanques, munición y más material militar. La presión sobre Occidente es total, pero la pregunta es si de verdad ha vuelto a cambiar el curso de la guerra.

"El consentimiento es un asunto secundario. O conseguimos un acuerdo rápido o lo haremos por nuestra cuenta", expuso con rotundidad esta semana el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Los Bálticos y los nórdicos lo tienen muy claro: Ucrania tiene que ganar la guerra y solo puede hacerlo si los aliados occidentales mantienen el apoyo y el suministro de armas. Todos coinciden en las palabras, pero no lo hacen con los hechos y Alemania remolonea. En sus manos está desbloquear la llegada de Leopard a territorio ucraniano; ese sería el siguiente paso... pero todavía no llega. Y es que Berlín decidió este viernes aplazar su decisión sobre el envío porque, sostuvo el ministro de Defensa, Boris Pistorius, no hay una posición unánime sobre el tema. Este lunes tampoco se han logrado avances mientras Rusia aprovecha su momento y ha tomado la localidad de Krasnopolivka, en Donetsk, según confirmó el Kremlin.

De hecho, el Kremlin ironizó con la división en Occidente, mientras los Bálticos incrementan la presión. "Todo esto muestra cómo crece constantemente el nerviosismo entre los miembros de la Alianza Atlántica", sostuvieron desde el Gobierno de Putin. Mientras, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, avisó de que "la guerra contra Occidente ya no es híbrida", sino que después de tanto tiempo se trata de "un conflicto casi real".

Y es que incluso la OTAN tiene claras las necesidades de Ucrania. "En una guerra como esta cualquier tipo de equipamiento es necesario. Los rusos están combatiendo con tanques, así que los ucranianos los necesitan también. Si tienes un tanque en el otro lado, opuesto a ti, es mejor tener un tanque", explicó ya este jueves el presidente del Comité Militar de la OTAN, Rob Bauer, en rueda de prensa tras la reunión de jefes del Estado Mayor de la Defensa aliados.

Antonio Alonso, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, explica a 20minutos que el punto duro de inflexión, además de todas las batallas, "es la cuestión de la batalla en Donetsk", que fue el 1 de enero. "Mueren muchos soldados rusos y eso provoca que Putin cambie al general encargado de dirigir las operaciones. Gerasimov no es un desconocido, ni mucho menos", añade. Eso indica que ha habido un cambio en Rusia; un cambio de dirección estratégica. "Y hay otro signo y es que en Ucrania hay preocupación porque necesitan más ayuda". Que Zelenski pida más tanques "no es nuevo", prosigue Alonso, pero el detalle que más llama la atención es que ha habido una reunión en Polonia entre generales americanos y ucranianos "seguramente para reorientar la estrategia de la guerra". Eso da otra foto distinta a la que se conocía: "El cambio de tornas se confirma por los dos lados; hay que fijarse en todos los indicadores".

Sobre el terreno las dinámicas, eso sí, son bastante estables por la propia naturaleza del conflicto. "Hay que tener en cuenta también que prácticamente desde el principio de la guerra se ve que los movimientos sobre el terreno son como en la I Guerra Mundial, una guerra de trincheras. Es fácil conquistar pero es muy difícil mantener. Es una guerra por territorios", comenta el profesor a este respecto. Pero plantea una cuestión. "La gran duda es por qué Estados Unidos o Alemania son reticentes a dar buen material. Dan material, pero digamos que no todo el que pide Zelenski", esgrime. Ahora, en palabras de Alonso, "la incógnita es si esto se hace porque Occidente acepta alargar el conflicto o es un mensaje para Zelenski de que no pueden dar más y le invitan a aceptar quizás los términos que plantee el Kremlin".

Moscú se toma la guerra como un conflicto no solo contra Ucrania, sino contra la OTAN, y precisamente asume que no va a terminar a corto plazo. Periódicamente, como esta semana, vuelve a despertar el miedo a una guerra nuclear y al mismo tiempo avisa de que el suministro de los aliados a Kiev "no va a cambiar nada", aunque siguen sin estar del todo claros los verdaderos objetivos de Putin. "Las consecuencias serían negativas, definitivamente", comentó sobre el asunto el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que lanzó un aviso: "Hemos dicho en repetidas ocasiones que estos suministros no cambiarán nada de forma fundamental, pero agregarían problemas a Ucrania y el pueblo ucraniano".

De hecho, la mirada de Rusia está puesta en Estados Unidos, con quien, evidentemente, el choque es frontal dadas las circunstancias. "Las relaciones bilaterales están probablemente en su punto más bajo en la historia, desafortunadamente", expresó Peskov. Washington, en cambio, "sigue muy de cerca" no solo la dinámica en Ucrania, sino también la influencia rusa en otras zonas del planeta, como es el caso de América Latina. La dimensión geopolítica cobra importancia ante una guerra cronificada.

Por su parte, Álvaro de Argüelles, analista en El Orden Mundial, sostiene que "es pronto para decir que Rusia ha recuperado la iniciativa pero el momentum que tenía Ucrania ha parado y hay que tener claro que esto es decisión en parte del Ejército ucraniano, que necesita diseñar nuevas estrategias". En este sentido, las batallas de Bajmut y Soledar han influido, "porque Moscú ha obligado a Kiev a mover tropas a otras zonas", y es algo, añade, que "también se puede ver ante el temor de una ofensiva desde Bielorrusia" que obliga a Ucrania a estar muy alerta en esas ubicaciones.

Ahora lo que busca Ucrania es reiniciar la dinámica de finales de 2022, cuando sus fuerzas avanzaban constantemente

"Ahora lo que busca Ucrania es reiniciar la dinámica de finales de 2022, cuando sus fuerzas avanzaban constantemente. Los tanques que pide Zelenski son principalmente para eso", prosigue Argüelles. Y es que, además, se lleva mucho tiempo hablando de una ofensiva ucraniana en primavera, "quizá en Lugansk o si se plantea con más ambición por el sur para partir en dos los lugares anexionados por Putin". Eso sí, Rusia también está preparando sus propias ofensivas, "pero en ese caso la clave no son los tanques sino los reservistas". La conclusión que saca es clara: "Va ser una primavera de combates y quien se mueva primero puede tener ventajas, de ahí la urgencia de Zelenski".

Sobre a quién beneficiaría más un conflicto largo la clave está en la postura de Occidente. "Si el apoyo se mantiene, y parece ser que así será, saldría ganando Ucrania porque además las sanciones a Rusia están diseñadas como una herramienta para hacer daño a medio y largo plazo", recuerda el analista, siguiendo el esquema en el que llevan insistiendo los expertos en medidas restrictivas. Los objetivos de esas sanciones solo se verán con el paso del tiempo, sobre todo si se amplían a sectores clave. "Se espera de hecho que en 2023 empiecen a morder la economía rusa en general y la industria armamentística en particular y además, la estrategia de ir sumando reservistas no puede continuar sine die", concluye Argüelles.

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