Miguel Ángel Tobías Director y Productor de Cine
OPINIÓN

¿Ser o tener?

Equilibrio.
Equilibrio.
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Equilibrio.

Esta es la gran dicotomía que nos vamos a plantear alguna vez en la vida. Hay quién no, por supuesto. Hay personas que, por las razones que sean, siempre supieron, como si hubieran venido a este mundo con ese conocimiento, que lo importante está en el Ser. También otras que han venido con “defecto de fábrica”, como lo demuestra su permanente, paranoica y compulsiva necesidad de acumular bienes materiales, que no van jamás a plantearse esta reflexión. 

Este artículo está destinado a esa gran masa de seres humanos, entre los que me encuentro, que tras algunos años de nuestras vidas dedicados a labrarnos un futuro profesional y a intentar obtener el suficiente número de recursos y de bienes materiales como para ir cubriendo las necesidades básicas, nos movemos por las procelosas aguas de intentar encontrar un equilibrio entre el hedonismo materialista y nuestro crecimiento como personas conscientes. Y es verdad que no es fácil encontrar ese equilibrio, porque nuestra humanidad más humana nos lleva a buscar la riqueza material, máxime cuando hemos creado un modelo económico y de sociedad que nos empuja hacia ello, cueste lo que cueste y a que sacrifiquemos ya sea salud, relaciones familiares, personales, sueño y sueños… 

Por otro lado, nuestra divinidad más divina, que también la tenemos aunque la intentemos sublimar, nos grita desde lo más profundo de nuestra alma que el camino de la paz interior, de la plenitud, de la consciencia, pasa por renunciar a un exceso de bienes materiales y a dedicar más tiempo al estudio, la reflexión, al autoconocimiento, a cultivar relaciones familiares y personales de calidad, a la solidaridad, a la caridad. Y la realidad es que, si hacemos uso de nuestra memoria con sinceridad, es muy probable que seamos capaces de reconocernos a nosotros mismos que los momentos de mayor placer, más lúcidos, de mayor ligereza, en los que más felices nos hemos sentido, poco o nada tienen que ver con cuestiones materiales

La pena es que normalmente tienen que pasar muchos años “perdidos” para la causa, antes de que podamos o queramos escuchar esa voz interior que todos tenemos, y así darnos cuenta de que aquel bocata de tortilla hecho por nuestra madre que nos comimos en un día de playa rodeados de la gente que nos quiere es el bien más preciado, que quizá no fuimos capaces de apreciarlo entonces y que ahora, no estando todos ya, daríamos lo que fuera porque se pudiera repetir. Cuando seamos conscientes, en nuestras vidas, de que el Ser se empieza a imponer al Tener, estaremos en el camino de la salud física, mental y de nuestro desarrollo personal, sin ninguna duda. Pensemos.

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