La teoría del fraude, estética patriótica, la sombra de dos líderes caídos... el patrón que une los asaltos de Brasil y el Capitolio

Se cumple un año desde que Estados Unidos fue escenario de uno de los episodios más llamativos que ha dejado tras de sí 2021, el asalto al Capitolio, y desde entonces la brecha continúa entre demócratas y unos republicanos. Mientras los demócratas se afanan por recopilar pruebas que evidencien al menos las nulas intenciones del expresidente Trump por poner freno a unas protestas violentas que él mismo jaleó momentos antes durante un discurso incendiario a las puertas de la Casa Blanca, los republicanos, salvo unos pocos, optan por centrar el debate en las infundadas acusaciones de fraude electoral para justificar así lo ocurrido.
Uno de los asaltantes del Capitolio en Washington
Se cumple un año desde que Estados Unidos fue escenario de uno de los episodios más llamativos que ha dejado tras de sí 2021, el asalto al Capitolio, y desde entonces la brecha continúa entre demócratas y unos republicanos. Mientras los demócratas se afanan por recopilar pruebas que evidencien al menos las nulas intenciones del expresidente Trump por poner freno a unas protestas violentas que él mismo jaleó momentos antes durante un discurso incendiario a las puertas de la Casa Blanca, los republicanos, salvo unos pocos, optan por centrar el debate en las infundadas acusaciones de fraude electoral para justificar así lo ocurrido.

La democracia brasileña se tambaleó este domingo con el intento de asalto a las instituciones del país por parte de miles de seguidores del expresidente, Jair Bolsonaro, una protesta masiva que guarda muchas similitudes con lo ocurrido hace dos años en Estados Unidos, cuando simpatizantes del expresidente, Donald Trump, invadieron el Capitolio de Washington.

Con el Año Nuevo y después de las elecciones

Para empezar, ambos ataques a la democracia se han producido en las mismas fechas: en los primeros días del año y justo después de las vacaciones navideñas. La invasión del Capitolio de EEUU, que acaba de cumplir su segundo aniversario, tuvo lugar el 6 de enero de 2021 y el intento de asalto al poder en Brasil se produjo este domingo, 8 de enero.

Del mismo modo, el origen hay que buscarlo en las elecciones presidenciales recién celebradas en Brasil y EEUU, con idéntico resultado en los dos casos: la victoria de los candidatos de izquierda, Lula da Silva y Joe Biden, que ponían fin al mandato de los candidatos de la derecha, Jair Bolsonaro y Donald Trump, respectivamente.

La victoria de Lula en Brasil tuvo lugar el pasado 30 de octubre, por un margen muy estrecho sobre Bolsonaro, y Biden se impuso a Trump en unos comicios celebrados el 3 de noviembre de 2020, en ambos casos un par de meses antes de que ocurrieran los asaltos a las instituciones.

Los derrotados no admiten el resultado electoral

Tanto las elecciones brasileñas como las norteamericanas fueron muy reñidas y los resultados, ajustadísimos. Lula apenas logró el 50,90% de los votos frente al 49,10% de Bolsonaro, mientras que Biden ganó después de un interminable recuento de votos y de que la victoria en algunos estados se decidiera por solo unos miles de papeletas.

A pesar de ser derrotados, Bolsonaro y Trump lograron un amplio apoyo popular, cercano al 50%, lo que pone de manifiesto la polarización en las sociedades brasileña y estadounidense.

Trump y Bolsonaro no dudaron a la hora de poner en duda el resultado de los comicios y alimentaron los rumores sobre presunto fraude electoral. El brasileño tardó dos días en pronunciarse sobre el resultado de las elecciones, cultivando así un silencio que exacerbó los ánimos de sus seguidores. Cuando por fin apareció, no reconoció abiertamente la victoria de Lula ni condenó las primeras protestas en las calles de sus seguidores, afirmando que estas eran producto de un "sentimiento de injusticia".

Más virulento fue Trump, quien se autoproclamó ganador de las elecciones, habló abiertamente de fraude electoral e inundó el sistema judicial con una batería de recursos en varios estados por parte de su equipo de abogados.

Protestas en las calles e invasión de las instituciones

Tras la victoria de Biden, fueron miles los seguidores de Trump que protagonizaron sonadas protestas en las calles de Washington y en otras ciudades de EEUU durante las semanas posteriores a las elecciones. En algunas de esas manifestaciones ya hubo altercados y detenciones, como en la Million MAGA March, una multitudinaria marcha en Washington a mediados de noviembre de 2020.

También los seguidores de Bolsonaro habían dado señales de lo que podía ocurrir. Desde los primeros días tras la victoria de Lula, hubo protestas y cortes de carreteras en Brasil y en la capital, Brasilia, comenzó a formarse un campamento improvisado frente al Cuartel General del Ejército por parte de bolsonaristas que reclamaban la intervención de las Fuerzas Armadas.

Finalmente, se produjeron los asaltos a las instituciones. En EEUU, los simpatizantes de Trump irrumpieron por la fuerza en el Capitolio después de que el entonces presidente republicano pronunciara un discurso incendiario en el que les instó a marchar hacia el Congreso, cuando las dos cámaras estaban reunidas para refrendar el triunfo de Biden. Horas después, y mediante tensos enfrenamientos, fueron finalmente expulsados por las fuerzas de seguridad y los legisladores pudieron certificar la victoria del demócrata.

En Brasil, siete días después de la investidura de Lula, los radicales tomaron por la fuerza las sedes del Gobierno, del Parlamento y del Tribunal Supremo, que permanecieron 'secuestradas' durante casi cuatro horas.

Enfrentamientos de los manifestantes con la Policía en Brasilia.
Enfrentamientos de los manifestantes con la Policía en Brasilia.
EFE

Centenares de detenidos y 5 muertos en EEUU

Durante el asalto al Capitolio de Washington fueron detenidas 725 personas y el asalto se saldó con cinco víctimas mortales, entre ellas un agente de policía. En Brasil se habla ya de más de 400 detenciones, aunque no se ha reportado todavía ninguna víctima mortal.

La justicia norteamericana todavía tiene abiertos varios procesos contra los instigadores de aquellos sucesos. Es más, la comisión creada para investigar el asalto al Capitolio ha pedido procesar a Trump por cuatro delitos, incluido el de insurrección, por su implicación en los hechos. De momento, la justicia ha impuesto ya más de un centenar de penas de cárcel a condenados, como Stewart Rhodes, líder del grupo ultraderechista Oath Keepers, quien ha sido declarado culpable de sedición.

Por su parte, el presidente Lula ha prometido que los responsables de este asalto "pagarán con la fuerza de la ley" y ha advertido de que "serán encontrados y castigados". El Código Penal brasileño prevé penas de hasta 12 años de cárcel para ellos.

Tibias condenas de Trump y Bolsonaro

Bolsonaro, que se encuentra en EEUU, condenó este domingo de forma tibia el intento de golpe de Estado promovido por sus simpatizantes radicales. "Las manifestaciones pacíficas, dentro de la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, el vandalismo y las invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla", manifestó.

Trump, que todavía era presidente cuando se produjo el asalto al Capitolio, tardó más de dos horas en condenar los hechos y pedir a los manifestantes que abandonaran el Congreso. No fue hasta el día siguiente cuando habló de "profanación" de la democracia y de condenas para aquellos que "violaron la ley".

¿Complicidad de la Policía?

En Estados Unidos se llegó a acusar a las fuerzas de seguridad de colaboración con los asaltantes por no haber previsto el ataque. De hecho, un informe de la Policía del Capitolio alertó tres días antes de que el Congreso podía ser un objetivo de los seguidores de Trump y el FBI también advirtió de que grupos de extrema derecha planeaban un ataque en Washington. Sin embargo, la seguridad en el Capitolio fue deficiente el día del asalto y los efectivos de la Guardia Nacional tardaron en llegar.

En Brasil, se ha señalado al propio gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, quien ha sido apartado 90 días del cargo por haber sido presuntamente conocedor del asalto a las instituciones. Según medios brasileños, grupos de asaltantes fueron escoltados por las fuerzas de seguridad hasta las instituciones y la Policía no opuso excesiva resistencia. El secretario de Seguridad del Distrito Federal de Brasilia, Anderson Torres, aliado del expresidente Bolsonaro, también ha sido destituido de su cargo.

La estética patriótica de los manifestantes

Las banderas de Estados Unidos fueron omnipresentes durante el asalto al Capitolio de Washington, pues los asaltantes se aferraron a ellas durante su violenta protesta. Muchos de ellos también llevaban la cara pintada con los colores rojo, azul y blanco de la enseña nacional. Además, se pudo ver en muchos simpatizantes de Trump simbología neofascista o de grupos vinculados a tesis supremacistas.

Jacob Albert Chansley, también conocido como Jake Angeli ('El Lobo de Yellowstone' en YouTube), disfrazado de bisonte durante el asalto al Capitolio de los seguidores de Donald Trump, el 6 de enero de 2021.
Jacob Albert Chansley, disfrazado de bisonte durante el asalto al Capitolio.
JIM LO SCALZO / EFE

Un icono de aquellos hechos fue el conocido como bisonte de QAnon, uno de los asaltantes al Capitolio, que se disfrazó de bisonte y cuya imagen dio la vuelta al mundo. Ha sido condenado a tres años de cárcel por su participación en el asalto.

Durante el ataque a las instituciones brasileñas, los manifestantes también han ondeado al viento banderas de Brasil y la mayoría iban vestidos con ropa amarilla o verde, en honor a la bandera del país. Muchos de ellos lucían las camisetas de la selección brasileña de fútbol, todo un emblema para el país.

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