Reportaje

"No se repetirá otro 24 de febrero": el pueblo norteño que no se fía de Bielorrusia y guarda cócteles molotov en casa por si hay invasión

Soldados ucranianos en la trinchera cerca de Bielorrusia
Soldados ucranianos en la trinchera cerca de Bielorrusia
Olha Kosova
Soldados ucranianos en la trinchera cerca de Bielorrusia
El pueblo norteño que no se fía de Bielorrusia y guarda cócteles molotov en casa por si hay invasión
Olha Kosova

"Aquí no les espera un paseo: estamos preparados al 100%, no les dejaremos avanzar y no podrán hacer lo mismo que el 24 de febrero”, exhorta Sergiy, de 50 años, un militar de infantería al que apodan Zajar. "Además los rusos tenían mejor armamento, pero eso ahora ha cambiado".

El paisaje de la región de Chernígov, al norte de Ucrania, parece salido de un cuento navideño: pequeños pueblos y bosques cubiertos por una sábana de nieve y grandes copos blancos cayendo del cielo. Pero bajo esta capa gruesa de nieve se esconden campos minados, trincheras.... y una creciente tensión tras la apariencia de serenidad. 

A pocos kilómetros de este lugar está Bielorrusia y una amenaza creciente al otro lado de la frontera. Ucrania se encuentra en esta guerra en una posición complicada, rodeada por dos vecinos con regímenes autoritarios. Desde el comienzo de la invasión, allá por marzo, el gobierno bielorruso se ha involucrado facilitando a Rusia sus bases militares, aeropuertos e infraestructuras. Su presidente, Aleksandr Lukashenko, apoyó a Putin pero no mostró demasiada prisa en dar el último paso: cruzar la frontera. 

Kiev, por su parte, se cuidó en las palabras que dedicaba a Bielorrusia y mantuvo con el vecino del norte la estrategia del "mejor paz mala, que guerra buena". Pero hace un par de meses empezó a temer un ataque desde Bielorrusia y en la sede del Ejército circuló hace semanas una información que apuntaba a una posible ofensiva este mes de diciembre.

Casi cada semana hay noticias sobre entrenamientos militares, tácticas y preparación defensiva en la frontera norte ante una posible ofensiva. El Ejército ucraniano estiman que no se ha desplegado una fuerza suficiente como para lanzar una ofensiva exitosa desde Bielorrusia, pero este mismo lunes el gobierno de Minsk ha indicado que el sistema de misiles Iskander y los sistemas de defensa aérea S-400 desplegados por Rusia están ya preparados para entrar en funcionamiento.

Zajar, uno de los soldados pertrechados cerca de la frontera con Bielorrusia
'Zajar', de 50 años, uno de los soldados pertrechados cerca de la frontera.
Olha Kosova

El pueblo más cercano a la posición actual de la infantería ucraniana en la frontera bielorrusa —no puedo revelar su nombre por motivo de seguridad—  padeció el primer paso de un convoy de tanques rusos al inicio de la guerra. Sus vecinos conviven ahora con la infantería ucraniana, en su mayoría hombres que ya han visto muchos combates y participaron en la defensa de Chernígov, la ciudad más importante de la región y que está a una hora de aquí. La situación allí fue difícil: los rusos arrasaron gran parte de la ciudad y la dejaron en un estado irreparable. La gente que perdió su casa vive ahora en ciudades modulares. 

La cafetería favorita de los vecinos se llama Patriot  y está en el centro de la ciudad. Está decorada con una pintura del soldado con alas y la abrió una mujer como recuerdo de su marido fallecido en el frente. La vida de los soldados aquí pasa entre entrenamientos, debates sobre las noticias y las decisiones de la Sede Central, sobre la responsabilidad criminal por desertar y todo tipo de anécdotas militares. Junto a ellos está El Chico, un perro del pueblo al que ya se considera parte de la unidad militar.

El chico, el perro que vive junto a los soldados cerca de la frontera de Bielorrusia
El chico, el perro que vive junto a los soldados cerca de la frontera de Bielorrusia
Olha Kosova

Preguntar sobre una invasión bielorrusa ya no sorprende aquí a nadie. Los soldados reconocen que es una de las mayores preocupaciones de la gente del pueblo. "Nos preguntan sobre la posible ofensiva. ¿Qué les decimos? Les intentamos tranquilizar para que no tengan miedo", afirma Valik, un soldado de 45 años. Pero ninguno tiene la respuesta. "No estamos combatiendo de forma activa, pero eso es para mí lo más difícil, ese modo de espera en el que no sabes lo que pasará", añade.

La incertidumbre también es lo peor para Victoria, una vecina de 49 años que vive en el pueblo junto a sus cinco hijos. Se quedó aquí la primera vez y no tiene intención de irse en caso de una nueva ofensiva. Su hijo mayor y su esposo, además, están ahora combatiendo en la región de Jarkov. "A saber en que quedaron estos dos la semana pasada [el presidente Putin se reunió en Minsk con Lukashenko ], no me fío de sus intenciones", dice. No es la única con dudas. Los vecinos del pueblo y los partisanos no se han deshecho de sus cócteles Mólotov y "por si acaso" los guardan en casa.

Ves que tu pueblo se destruye. Hay niños pequeños que no han dicho “mamá” todavía

La mayoría de los soldados que combaten aquí, como Zajar, proceden de familias que viven cerca a la frontera y padecieron la ocupación rusa al inicio de la invasión. Por eso muchos de estos soldados dicen que, aunque quieren volver a casa, lucharán por su tierra tanto como sea necesario. 

'Baja', un joven soldado de 26 años en el frente de Bielorrusia
'Baja', un joven soldado de 26 años en el frente de Bielorrusia
Olha Kosova

Pero no todos son de aquí. Uno de los soldados más jóvenes en este frente es un chico de 26 años apodado Baja. Lleva siete meses en las Fuerzas Armadas, nació en la región de Odesa y cuando acabe la guerra, dice, sueña con encontrar el amor. Pero ahora su prioridad y su motivación es otra. "Ves que tu pueblo se destruye. Hay niños pequeños que no han dicho “mamá” todavía. Por ellos estamos aquí y por ellos seguiremos. Para que no sufran. Para que crezcan en paz y no en un estado militar", dice emocionado. "Hemos pasado momentos difíciles. Teníamos miedo, pero ahora somos conscientes  de por qué y para qué estamos aquí".

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