Putin se reúne con Lukashenko en Bielorrusia por primera vez en tres años y crece el temor de Zelenski sobre otro intento de tomar Kiev

Putin y Lukashenko.
Putin y Lukashenko.
EFE
Putin y Lukashenko.

Tres años. Ese es el tiempo que ha pasado desde la última visita de Vladimir Putin a Bielorrusia. El presidente ruso decidió exhibir poder este lunes con un viaje a Minsk para verse con Aleksandr Lukashenko y tratar de forzar a su tradicional aliado a implicarse activamente en la invasión de Ucrania; Kiev está vigilante por lo que pueda pasar. El líder bielorruso, por lo pronto, aseguró que Moscú está "abierto al diálogo" y pidió "escuchar a la voz de la razón" para poner fin a la guerra. "El fortalecimiento de las relaciones entre Bielorrusia y Rusia ha sido una respuesta a la cambiante situación mundial, en la que se nos pone a prueba constantemente y se nos mide por nuestra fuerza", sentenció.

Por su parte, Putin ha confirmado el compromiso ruso para colaborar en el ámbito nuclear y ha puesto como ejemplo la central nuclear de Astravets que produce el equivalente a 4.500 millones de metros cúbicos de gas natural pese a que Rusia podrían vender este gas a Minsk. "Bielorrusia no solo es un buen vecino con el que colaboramos teniendo en cuenta los intereses mutuos, sino que también es nuestro aliado en el sentido más auténtico de la palabra", añadió.

Mientras, Volodimir Zelenski sigue llamando a sus aliados a filas para que aumenten el apoyo a Ucrania, sobre todo en un contexto en el que Kiev teme no solo un nuevo ataque ruso desde el norte -precisamente con la colaboración bielorrusa- sino también otra idea firme de tomar la capital, algo que Moscú parecía haber desechado tras las primeras semanas de invasión. Ese era el plan A de Putin y aunque nunca ha quedado muy claro cómo encara el recto de opciones, podría querer volver al principio. 

¿Cómo? Por lo pronto con más ataques masivos. "La región de Kiev ha repelido el tercer ataque ruso en una semana. Como resultado del ataque nocturno con los Shahed, hay tres heridos y nueve casas dañadas", según informó este lunes el gobernador regional, Oleksiy Kuleba en su cuenta Telegram. El ataque tuvo lugar apenas unas horas después de que las autoridades kievitas hubieran restablecido el sistema de calefacción destruido en anteriores bombardeos. En total, según Zelenski, Rusia lanzó 34 drones de madrugada.

Estos ataques han vuelto a provocar graves cortes de energía en el país, siendo Kiev precisamente la ciudad más afectada, tal como informó DTEK, la compañía energética privada ucraniana. "Se están produciendo cortes de energía en Kiev después del ataque nocturno de los rusos a diferentes instalaciones de infraestructura en Ucrania". Los cortes de energía de emergencia afectan a un total de 10 regiones y la restauración del sistema puede llevar "mucho tiempo", agregó la empresa en Telegram. Así, Moscú desarrolla dos estrategias en paralelo: los misiles en cadena y la idea de dejar Ucrania sin luz para minar en pleno invierno la moral de los ciudadanos.

El puente de Crimea, reparado

Otro avance desde el punto de vista ruso ha sido la reapertura al tráfico en el puente de Kerch, infraestructura que conecta la península de Crimea con la Rusia continental y escenario de una fuerte explosión a comienzos de octubre en el marco del conflicto. El Ministerio de Transportes de Rusia lo confirmó a través de un comunicado en el que detallan que el puente estaba cerrado al tráfico debido a "trabajos de reparación y restauración".

La estructura sufrió graves daños el pasado 8 de octubre por la explosión de un camión. Aquella destrucción parcial del puente de Kerch supuso uno de los golpes más simbólicos contra Rusia desde el inicio de su ofensiva militar en febrero. Las autoridades del Kremlin culparon desde un primer momento a la Inteligencia ucraniana de estar detrás del ataque, y confirmaron varios arrestos en el marco de una investigación por supuesto terrorismo.

Por otro lado, la vía diplomática sigue sin ser una opción. Sobre ello se pronunció el secretario general de la ONU, António Guterres, que descarta la posibilidad de que Ucrania y Rusia mantengan conversaciones de paz en un futuro cercano y ha aventurado que podría ser posible poner fin al conflicto en 2023. En la que es su última rueda de prensa este año, Guterres explicó que "no es optimista sobre la posibilidad de unas negociaciones de paz efectivas entre las partes en un futuro inminente" y ha señalado que la confrontación militar "continuará" durante los próximos meses. "Todavía vamos a tener que esperar a que llegue el momento en que se hagan posibles unas conversaciones de paz serias", lamentó.

"No lo veo en el horizonte cercano, así que nos estamos centrando en otros aspectos, como aumentar la eficiencia del acuerdo de exportación de grano. También estamos interesados en acelerar el intercambio de prisioneros", sostuvo. Sin embargo, ha expresado que espera "que para 2023 sean capaces de lograr la paz en Ucrania". Asimismo, defendió el papel que tiene que jugar Naciones Unidos. "Estoy aún más determinado a lograr la paz, a que sea un año de acción", esgrimió antes de enfatizar que "no podemos aceptar las cosas como son".

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