La expareja de Juana Canal vuelve a confesar el homicidio aunque se reafirma en el accidente

La juez no lo cree y le acusa de homicidio en el ámbito de la violencia de género.
Confesó el crimen el pasado octubre y desde entonces cumple prisión provisional.
EFE
La juez no lo cree y le acusa de homicidio en el ámbito de la violencia de género.

Jesús P.H. ha admitido de nuevo este martes el homicidio de Juan Canal, la mujer desaparecida hace 19 años en Ciudad Lineal. Lo ha hecho ante la jueza de Instrucción número 21 de Madrid, donde también ha pedido perdón a la familia de la víctima. 

El crimen de Juana se resolvió hace unas semanas, cuando localizaron sus huesos en una finca familiar de la expareja de Juana Canal en Ávila. Este hecho motivó a que los investigadores detuviesen a Jesús Pradales.

La magistrada acordó el pasado 5 de diciembre aceptar la inhibición del juzgado de Ávila que decretó el ingreso en prisión al recaer en este órgano judicial por reparto la denuncia de desaparición interpuesta en 2003. Por tanto, la jueza Concepción Jerez sería la competente en su instrucción al no estar en vigor entonces la ley de Protección Integral contra la Violencia de Género.

La jueza instructora ha informado a Jesús P.H. de su situación procesal. Tanto el fiscal como el abogado de la familia han solicitado que se mantenga la prisión preventiva hasta que sea juzgado. El investigado a vuelto a admitir el homicidio, pero ha indicado que no tenía intención de matarla. 

Por el momento, Jesús P.H. cumple prisión preventiva en la cárcel de Torredondo, en Segovia. Será ahora cuando dé comienzo la investigación judicial y lo hará con la citación de los policías que intervinieron en las pesquisas policiales y los familiares de Juana Canal, la mujer asesinada.

Una confesión que tardó casi 20 años en llegar

"La enterré en dos hoyos" fue la frase que utilizó Jesús Parales para confesar el homicidio de Juana Canal. Narró como descuartizó y ocultó el cadáver de la mujer cerca de una finca de su familia en el municipio abulense de Navalacruz, a aproximadamente 100 kilómetros del barrio madrileño Pueblo Nuevo, el lugar en el que se perdió la pista de la víctima cuando tenía 38 años. 

El caso fue almacenado en un cajón debido a que la Policía no certificó que se trataba de una desaparición forzosa. Sin embargo, en 2019, un senderista encontró un fémur y un cráneo, ambos correspondientes al ADN de la desaparecido, a muy pocos kilómetros de la finca de la familia del principal y único sospechoso.

Fue el pasado 27 de octubre cuando, durante el interrogatorio de los investigadores en la Comandancia de la Guardia Civil de Ávila, Jesús P.H. confesó que en febrero de 2003 enterró el cuerpo de la que en ese momento era su pareja en dos hoyos.

Cómo ocultó el cadáver

En su declaración ante la jueza de Ávila, el pasado 28 de octubre, Jesús Pradales manifestó que la víctima le amenazó con clavarse un cuchillo y culparle en el transcurso de la discusión en la que habría fallecido de forma accidental tras golpearla para evitar una agresión. tras sus palabras, ingresó en la prisión de Brieva por un delito de homicidio en el ámbito de la violencia de género. 

Confesó a la jueza que la mató de un golpe y que la desmembró en dos trozos en la bañera para, posteriormente, trasladarla en maletas a Navalacruz. Una vez allí, la enterró en dos agujeros en unos terrenos próximos a una finca familiar.

La discusión, según contaba la expareja de Juana Canal, comenzó después de que la mujer le sustrajera 600 euros y se encerrara en el baño amenazándole con tirar el dinero por el inodoro. Cuando salió, la víctima habría cogido un cuchillo y le habría amenazado con clavárselo ella para decir que era él, añadió.

Últimos minutos antes del homicidio

La víctima llamó a la Policía para denunciar que estaba siendo agredida y los agentes se personaron en el domicilio de la calle Boldano. Finalmente, la Policía se marchó. A continuación, el detenido hizo las maletas en el cuarto para marcharse de casa y al salir, extendió el brazo para apartar a la víctima y ésta cayó. 

"Vi que continuaba en el suelo con los ojos abiertos. Me percaté de que estaba muerta. Me asuste", manifestó a la jueza. Fue entonces cuando decidió cortarla en dos con un cuchillo. La metió en dos maletas y la llevó a 90 kilómetros, a Navalacruz. Cerca de su finca, excavó con un azadón dos hoyos y metió los restos.

Al volver a Madrid, tiró las maletas a un contenedor de la calle Alcalá y escribió una nota a Sergio, el hijo de Juana, en el que manifestaba que su madre se había ido después de ingerir bastantes pastillas.

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