Era costumbre, en una España reciente que comienza a ser un vago anteayer imperfecto, que hubiera una maceta con perejil en un rincón de las cocinas junto a una figurita de San Pancracio. Los españoles nos hemos encomendado durante siglos al mártir adolescente para que intercediera en nuestros juegos y nos hiciera acreedores de victorias y de premios.
Parece ser que, en el año que vivimos peligrosamente, San Pancracio se ausentó el día de los octavos de final de la Copa del Mundo que jugamos con Marruecos, y perdimos. Será que ya no hay San Pancracios entre los fogones, sino figuras de manga y anime, que, no en vano, Japón también nos ganó. Y nos ganó gracias al VAR, o mejor dicho, al OliVAR y Benji, que los nipones fueron pioneros en las nuevas tecnologías.
Cuando los árbitros del VAR tiraron la línea, nos recordaron que existe el efecto parallax, que es el desplazamiento o diferencia aparente en la posición de un objeto visto desde dos puntos de vista diferentes y que se mide por el ángulo o semi-ángulo de inclinación entre esos dos puntos de vista.
En definitiva, el efecto parallax es lo más parecido a una sesión de control parlamentario al Gobierno, donde hay que activar la tecnología para saber dónde está el ángulo de la verdad entre dos puntos de vista diferentes. Y, a ciencia cierta del paralaje, aquel balón salió del terreno de juego por el tamaño de un grano de arroz, con perejil o sin perejil. Ese grano de arroz cambió el rumbo del Mundial para Alemania, pero también, visto lo visto, para España.
Aquel día San Pancracio tampoco se aplicó en la faena, pero le queda otra oportunidad para el sorteo de Navidad, porque es sabido que la probabilidad de que toque el Gordo es la misma que buscar un grano de arroz en una paella para veintisiete personas. Y menos mal que no se llama 'la Gorda' porque a estas alturas ya habría una campaña contra la tradición española de la lotería.
Marruecos nos venció, veinte años después del otro Perejil. Ese islote que, a decir de Unamuno, se llamó antes Hispania y fue el que dio el nombre a la Península Ibérica. Tampoco hicimos mucho por ganar, y por ello hemos de hacer autocrítica. Porque entre el Iker Casillas, perejil de todas las salsas, que era portero de aquella selección campeona que jugaba al tiki-taka en 2010, y el renovado Iker Casillas que hace TikTok mientras comenta partidos en 2022, ha pasado una eternidad. Tal eternidad que nos cuesta reconocernos a nosotros mismos.
Pues bien, dicen que el perejil es excelente para eliminar las manchas del rostro. Ya solo queda aplicarlo con determinación, que en solo una década a los españoles nos han salido muchas manchas en la piel.
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