China tiene problemas, entre protestas y el estancamiento económico: "El modelo chino ha tocado techo"

El presidente de China Xi Jinping.
El presidente de China Xi Jinping.
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El presidente de China Xi Jinping.

China dice que no tiene problemas, pero los tiene. Tiene muchos más de los que se ven o de los que Xi Jinping quiere reconocer. Las manifestaciones de los "folios en blanco" de los últimos días han puesto de manifiesto que la población china rechaza no solo la política de Covid Cero -consistente en aislar totalmente cada brote del virus- que aplica el gigante asiático desde el inicio de la pandemia, sino que también se pone de frente ante la censura que, dicen, aplica el Ejecutivo. En la gente hay hartazgo porque, aseguran los expertos, Xi no cumple con el "contrato firmado con la población": calma social a cambio de progreso económico. Pero, ¿qué pasa realmente con China?

Las reacciones de Pekín ante las movilizaciones no se hicieron esperar, pero no han ido en la línea de lo que reclaman los manifestantes. El Gobierno anunció que vacunará a la población vulnerable, aunque sin dar más detalles de cómo les obligará. China, en este sentido, tiene dos problemas: su vacuna no funciona todo lo bien que debería y cuenta con muchos ciudadanos reacios a ponérsela. A nivel de seguridad el Ejecutivo hizo importantes despliegues policiales en las principales ciudades y levantó parcialmente las restricciones anticovid -aunque de forma tímida- en determinadas zonas. Pero la cuestión tiene mayor profundidad.

Inés Arco, investigadora del Cidob sobre Asia-Pacífico, explica a 20minutos que "no estamos en un contexto en el que la figura de Xi se vaya a desgastar", pero es lógico que el foco se haya puesto sobre él: "Ha vinculado su figura y a su éxito la política de Covid Cero, como táctica para ganar legitimidad y credibilidad". De este modo, añade, las protestas "muestran que hay un descontento, pero no sabemos realmente su tamaño" porque hay "una gran parte de la población que está de acuerdo con las políticas y que incluso se está beneficiando".

"Es complicado saber hasta qué punto, por la falta de información, puede llegar a ser un desafío para su figura", sostiene Arco, que además comenta que "las protestas de Tiananmen crearon una serie de mecanismos internos para que esto no pase, y si pasa que tengan la mínima repercusión posible". Por eso, "la respuesta ha sido bastante suave" y además "se han levantado algunos confinamientos, adelantando medidas que ya se habían anunciado en noviembre".

Aunque lo vean como desafío están intentando dar unas migajas de pan a la población

En palabras de Arco, veremos en China "represión a nivel de personas encarceladas" pero al mismo tiempo el Gobierno de Xi "está intentado salir de una forma que justifique las medidas que están adoptando. Aunque lo vean como desafío están intentando dar unas migajas de pan a la población". Todo esto no quita que las protestas tengan muy poco precedentes en un país como China. "Ha sido improvisado, espontáneo y con tanta extensión. Es un elemento de sorpresa y eso las hace bastante especiales", termina la analista.

Por otro lado, Juan Vázquez, profesor en la Universidad Camilo José Cela y doctorado en Economía y analista en El Orden Mundial cuenta que la situación de China no es ni mucho menos halagüeña. "Lo más evidente a corto plazo son los confinamientos porque eso tiene efecto en la economía, pero eso es coyuntural. Pero hay algo estructural que es la ralentización de su economía", esgrime. Y es rotundo: "El modelo chino ha tocado techo". ¿Por qué? "Ha dependido de dos cosas: ser una región exportadora de bajo valor añadido, con una mano de obra barata que se podía mantener por la migración del campo a la ciudad. Y eso se ha frenado", desarrolla Vázquez.

"Ese modelo no permite continuar con la mejora en las condiciones de vida", añade el profesor. Otra pata de la economía que se está estancando "es la que tiene que ver con la inversión". Tal como explica Vázquez, "el país ha generado grandes inversiones en construcción de infraestructura (ciudades, puertos, aeropuertos, carreteras). Eso vino acompañado de un boom de la construcción que suponía o supone prácticamente un 4% del PIB chino. Este año hemos visto la crisis inmobiliaria y los confinamientos, y todo se frena".

Un nuevo modelo que choca con Estados Unidos

Por todo ello, la Administración Xi tiene que cambiar de estrategia, y es algo que ya ha asumido desde hace años. "El Gobierno está intentando pasar a un modelo de consumo interno, pero le está costando mucho. Y cuando miras los datos, no lo está consiguiendo", revela el profesor. Es algo que, además, tiene una consecuencia directa sobre las nuevas generaciones, porque no ven cambios en su proyección de vida, lo que desencadena en movilizaciones, quejas o migración.

Las nuevas exigencias incluyen, asimismo, un importante factor geopolítico. "Este cambio de modelo implica pasar a ser una potencia tecnológica y eso provoca entrar en 'batalla' con las otras potencias", prosigue Vázquez, que pone el ejemplo más evidente. "El nuevo modelo que quiere China choca directamente con los intereses con Estados Unidos y llegamos a un momento en el que Washington está frenando con medidas de bloqueo más potentes que toda la guerra comercial que lanzó en su momento Trump". Esto a China le va a afectar, "aunque todavía no sepamos cuánto", aclara el profesor.

Va en la misma línea Luis Rodrigo de Castro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo. Explica que China "con la política de Covid Cero tienen la excusa para frenar las protestas" y por eso quizás no se prolonguen demasiado en el tiempo. Precisamente por eso las relaciones con Europa no se tienen por qué ver afectadas. "La UE ve a China como alguien con el que no compartimos valores pero tenemos que llevarnos bien, sobre todo por el tema económico y comercial", comenta. "Si en el largo plazo se mantienen quizá sí que veamos problemas con alguna cadena de suministro", termina Rodrigo de Castro.

A todo esto hay que añadir la preocupación de Occidente por la deriva del gigante asiático. De hecho, la OTAN ha incidido en los últimos días en la urgencia de que los aliados reduzcan sus lazos y sus dependencias con China. Ya en la última gran cumbre, celebrada el pasado mes de junio en Madrid, incluyeron al gigante asiático como "desafío fundamental" en el presente y el futuro, dadas las "amenazas híbridas" que utiliza en un mundo cada vez más bipolar.

El arriesgado viaje de Charles Michel

El delicado momentum de China coincide además con la visita al país del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. En su primer viaje en el cargo -asumido en 2019- el dirigente belga pidió a Xi que contribuya al fin de la agresión rusa contra Ucrania. Se trata además de la reanudación del diálogo entre la UE y el gigante asiático una vez (casi) superada la pandemia de Covid-19. "China es un actor global y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Todos compartimos la responsabilidad de trabajar por la paz y por el respeto de los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas. Insté al presidente Xi a usar su influencia sobre Rusia para respetar la carta de la ONU", sostuvo Michel.

Además, el compromiso de la UE con su política de "una sola China", aunque ha recordado la tradicional postura europea sobre Taiwán. Eso sí, desde la UE mantienen que la mayor agresividad de Pekín con respecto a Taiwán es "realmente peligrosa" y afirmaron que el uso de la fuerza no está justificado para retomar el control de la isla, rechazando cualquier escalada militar en la región.

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