Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

"Una mujer está en casa o en la tumba"

Integrantes del Movimiento de Mujeres Afganas por la Libertad y la Justicia.
Integrantes del Movimiento de Mujeres Afganas por la Libertad y la Justicia.
CEDIDA
Integrantes del Movimiento de Mujeres Afganas por la Libertad y la Justicia.

En el idioma pastún, hay un dicho popular sobre las mujeres: "Una mujer está en casa o en la tumba". Según este proverbio, las mujeres en Afganistán no tiene más opciones, o la casa o el cementerio. Con las restricciones cada vez mayores que imponen los talibanes contra las mujeres afganas, este dicho se ha convertido en un lugar común.

Este año en Afganistán, el Día Internacional para la Prevención de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) se celebró en circunstancias muy contradictorias. Después de dos décadas, por primera vez las mujeres ni siquiera se han atrevido a salir de casa para hacer campaña; se han visto obligadas a organizarse en secreto, una operación de guerrilla en un espacio cerrado.  

El Movimiento de Mujeres Afganas por la Libertad y la Justicia, que ha sido uno de los grupos activos en el campo de los litigios para las mujeres en Afganistán durante el último año, el viernes 25 de noviembre realizó una reunión de protesta bajo techo, pidiendo atención mundial a las malas condiciones de vida de las mujeres en Afganistán, especialmente después de que los talibanes tomaron el control del país.

Este grupo y otros grupos en defensa de las mujeres han protestado contra la violencia y las restricciones de los talibanes en forma de marchas callejeras y protestas públicas durante el año pasado. Pero, tras más de un año de gobierno talibán, ya no hay espacio para que las mujeres respiren fuera de casa. El miedo a ser detenidas y torturadas por los talibanes ha provocado que las mujeres presenten sus demandas por el 25-N en casa, con un fuerte temor a revelar su identidad y ubicación.

Ruqiya Sai, activista por los derechos de las mujeres, explica que cada día se nos estrecha el espacio a las mujeres y que cualquiera que alce la voz por sus derechos es reprimido por los talibanes. Ha casi un mes desde que Zarifeh Yagoubi y Farhat Poul desaparecieron, tras ser arrestadas en una manifestación. Cuenta que la falta de acceso a instituciones que pueden apoyar sus derechos ha provocado que la violencia contra las mujeres alcance su punto máximo.

Mientras que en los últimos 20 años, excepto en las zonas de guerra, en otras ciudades de Afganistán las mujeres han organizado libremente actividades de protesta el 25 de noviembre o el 8 de marzo, así como exposiciones y programas culturales y artísticos, este año el mero hecho de reunirse en un espacio cerrado en la ciudad de Kabul también da mucho miedo y organizarlo requiere mucho coraje.

El Movimiento de Mujeres Afganas por la Libertad y la Justicia expuso las demandas de las mujeres afganas a la comunidad internacional. Dicen que "aumenta el número de asesinatos misteriosos, suicidios, palizas de mujeres en la calle por parte del grupo talibán y juicios callejeros". También que "los matrimonios forzados y la venta de niñas son ejemplos concretos de la escalada de violencia contra las mujeres".

En su declaración abordan demandas básicas como la liberación de las mujeres encarceladas por el grupo talibán; la reapertura de las escuelas de niñas; la detención de los misteriosos asesinatos de mujeres y niñas; la cancelación de los juicios de campo de las mujeres y de las restricciones sociales. 

Simin, un alias, cuenta que creció en una familia de militares, "mi padre y mis hermanos estaban en el ejército, pero ahora nos escondemos por miedo a los talibanes. Perdí mi trabajo. La vida se nos hace cada día más difícil". Pide a las Naciones Unidas y otras organizaciones de derechos humanos y de apoyo a las mujeres en el mundo que utilicen cualquier medio para detener la violencia y la represión de las mujeres por parte de los talibanes.

Ver la evolución de la situación de las mujeres en Afganistán en los dos últimos años muestra una tendencia muy preocupante, que parte unas libertades individuales y civiles que, al menos, estaban definidas y justificadas en las leyes, y continúa hasta el arresto domiciliario de todas las mujeres

El repaso de los 15 meses de dominio talibán sobre Afganistán muestra también cambios paulatinos en el comportamiento de este grupo hacia las mujeres. Los talibanes, que al comienzo de su ascenso al poder hicieron grandes promesas al mundo en el campo de los derechos de la mujer y los derechos humanos, después de llegar al poder, poco a poco, sacaron de su vaina la espada de la violencia y la opresión atacando libertades.

Este grupo comenzó cerrando las escuelas de niñas y luego limitó la presencia de mujeres en las oficinas gubernamentales. Sin embargo, las mujeres todavía tenían la oportunidad y el coraje de salir de casa y realizar manifestaciones de protesta en las calles. Pero al arrestar y torturar a las mujeres que protestaban , al amenazarlas e intimidarlas, los talibanes también han quitaron esta herramienta a las mujeres.

Ruqia dice este grupo ha continuado pese a las presiones y restricciones, como al segregar las clases universitarias, hacer que el hiyab sea obligatorio, prohibir la emisión de licencias de conducir, prohibir viajar sin un acompañante masculino y, finalmente, prohibir que las mujeres ingresen a instalaciones recreativas, estadios e incluso baños públicos. Ahora, con la aplicación de todas estas medidas, las mujeres en Afganistán no tienen más remedio que sentarse en casa, tener hijos y ocuparse de los asuntos domésticos

El arresto domiciliario de las mujeres ha provocado que las mujeres, la sociedad y las generaciones futuras de Afganistán se vean gravemente dañadas de distintas formas. Por un lado, la eliminación del trabajo de la mujer ha provocado que un gran porcentaje de las familias se vean privadas de tener alimento suficiente cada día. Según estimaciones de Naciones Unidas, el cese de la actividad económica de las mujeres ha reducido al menos mil millones de dólares del ingreso interno bruto de Afganistán.

Por otro lado, el hecho de que las mujeres se queden en casa sin ningún trabajo o actividad ha intensificado la violencia en las familias. Porque los hombres de la familia son los únicos encargados de la pensión alimenticia y de cubrir las necesidades del hogar, que en Afganistán no es menos de seis personas de media. Una pesada carga. Esta gran responsabilidad ha provocado más presión y violencia por parte de los hombres. Vender niñas desde bebés hasta adolescentes, casarse con niñas jóvenes e intercambiarlas por dinero o ganado para satisfacer el hambre de la familia, son ejemplos de violencia contra las mujeres debido a severas presiones económicas.

Además, el arresto domiciliario de las mujeres, su privación de educación, trabajo y actividades en la sociedad hará que, a la larga, corten por completo su conexión con el mundo y, como resultado, la próxima generación nacerá de madres analfabetas. Esta generación estará fácilmente lista para disolverse en el vórtice del extremismo y la petrificación.

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