Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El periodismo y la tiranía de la frase hecha

Una frase hecha metida en un bocadillo para llamar tu atención
Una frase hecha metida en un bocadillo para llamar tu atención
20minutos
Una frase hecha metida en un bocadillo para llamar tu atención

Los lugares comunes parecen inevitables a la hora de informar en directo en los medios de comunicación. Es fácil caer en la repetición de la frase hecha, esa que se ha escuchado durante años. "El Gobierno ha dado luz verde", "Las reacciones no se han hecho esperar", "Dar el pistoletazo de salida", "La desgracia siempre se ceba con los más pobres", "Y nunca mejor dicho", "Como no podía ser de otra manera", "Hay que lamentar víctimas mortales", "Se barajan varias hipótesis" o, la terrible, "Buenas tardes, por decir algo" son expresiones comodín que abundan sobremanera y es más complejo de lo que aparenta escapar de ellas. Se han oído tanto que, a veces, sobresaltan aunque no se quieran decir. Hasta mentalmente da la sensación que suenan bien. Pero no, no suenan bien.

Incluso se puede desempeñar todo un parlamento con clichés narrativos: "En un marco incomparable", "se ultiman los preparativos". "La expectación es máxima" ante las "polémicas declaraciones" por "las imágenes que han visto la luz".  Funcionamos por reiteración. Somos más replicantes de lo que creemos. Y la manida expresión puede ser un recurrente salvavidas cuando no hay demasiado tiempo para pensar en una conexión en "riguroso directo", otra muletilla.

Hay dos trucos periodísticos para ejercer mejor el trabajo hasta en ese vaivén en el que hay que ordenar ideas velozmente. Primero, siempre huir de la condescendencia que suele terminar adjetivando donde no toca ningún adjetivo. La información es enriquecer con contexto y poco tiene que ver con el atajo de inyectar melodramatismo. Si ha pasado una tragedia, no hace falta recalcar "buenos días, por decir algo". Se sobreentiende. Tampoco hay que utilizar diminutivos enfocando a personas vulnerables. La complacencia es tóxica, solamente revictimiza. Aunque, claro, al espectáculo le gusta la revictimización porque se cree que el impacto de la sensiblería vende más. Sin embargo, eso no es periodismo, es show culebronesco que también se puede emitir "en vivo y en directo", otra expresión manida que, por suerte, ya está en desuso. 

El buen comunicador es el que es honesto hasta en la capacidad de intentar inventar un lenguaje propio. Este es el segundo truco periodístico para elaborar mejor cualquier crónica. Como siempre pueden sobresaltar silencios incómodos y, entonces, es sencillo acabar en el tópico repetido y que debilita y simplificar el hecho noticioso, lo mejor es que el autor establezca sus propias frases recurrentes que sirvan para allanar el camino en el instante exacto que la situación complica. Esas expresiones son aliadas si dan carácter a la historia porque ayudan a mirar con cautela el matiz de la noticia y evitan lanzarse a la especulación manida. Así, por ejemplo, acostumbran en sus relatos Anna Bosch o Almudena Ariza en los informativos de TVE: inciden en las circunstancias que dan herramientas para comprender, huyen de la frase vacía que aporta cero. Las coletillas huecas, como mucho, para la conversación de ascensor. 

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