Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Toni Cantó, sin miedo al ridículo

Toni Cantó, monologuista político.
Toni Cantó, monologuista político.
7NN
Toni Cantó, monologuista político.

Tras su paso por la política y la Oficina del Español, Toni Cantó se ha propuesto recuperar el monólogo en televisión. Monólogo en español, por supuesto. Aunque la stand up comedy (comedia de pie) sea un arte norteamericano. Incluso lo intenta evolucionar hacia un nuevo género: el mitin político sarcástico. Lo hace en su nuevo programa, ‘Con Toni’, algo así como el late show estrella del flamante canal 7NN. Una especie de Fox News a la española, con presupuesto más ajustado, en donde la ideología domina sobre la información.

Y el fichaje de Cantó sienta estupendamente al canal. Son tal para cual, la pareja ideal. Es más, la actitud del intérprete consigue situar a la desconocida emisora en el mapa de la conversación social. Sus ultramonólogos se viralizan rápido, sobre todo por la estupefacción que despiertan. De hecho, da la sensación que forman parte de un capítulo sarcástico de ‘7 vidas’ en el que Toni, tras despertarse de un coma -premisa de la mítica telecomedia-, se mete a actor sin experiencia. Y, como en la sitcom, cuando abre la boca resuenan de fondo las risas falsas.

Pero, sorpresa, ya hemos superado las risas sobreactuadas. Quedan raras en la tele de hoy. Sin embargo, este canal ha encontrado su nicho de servicio público social dando al cómico una tribuna para que pueda desahogarse y lanzar sus pullas políticas a diestro y siniestro. Lo malo es que este intento de corrosivos monólogos están mal escritos y ni siquiera se entienden bien. El mensaje es lioso y sólo desacreditan el propio discurso de quien los recita. Hasta degradan su carrera como actor: están mal dirigidos, se interpreta el texto con tono más de histrionismo teatral que de complicidad televisiva. Y qué misión más imposible es hacer teatro sin un escenario y sin un público real que acude con ganas de emocionarse. Así la audiencia sólo se queda atónita.

Quizá es un 'de perdidos al río' de Cantó. Pero los extremismos, a menudo, nos impiden tomar decisiones con perspectiva y pueden terminar convirtiéndote en tu propia caricatura. Hace diez años la sociedad se hubiera quedado descolocada con tales monólogos, ahora ya nos esperamos cualquier cosa. Estamos inmunes. El meme está reduciendo a pedazos la reflexión. Y da lo mismo.

“Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí. Aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien. De los mediocres no habla nadie, y cuando lo hacen sólo dicen maravillas”, sentenciaba con su habitual "humildad" Salvador Dalí. Lo perverso es que ahora nos fijamos más en lo trivial que en lo genuino. Porque retuiteamos más lo que cabrea que lo que descubre. Dedicamos demasiado tiempo a la irritación. Es lo que une a Cantó y a los que comparten sus monólogos intentando ridiculizarle: la furia. Lo sentimos, Dalí, tu frase célebre ha caducado: lo mediocre suele ser más vistoso que lo inteligente. A las ruidosas pruebas nos remitimos. 

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