Expertos explican por qué el cohete chino ha activado la alerta en España: "Si cae sobre una persona, la atraviesa"

Episodios como estos de basura espacial son habituales pero no con fragmentos tan grandes.
Episodios como estos de basura espacial son habituales pero no con fragmentos tan grandes.
Episodios como estos de basura espacial son habituales pero no con fragmentos tan grandes.
Episodios como estos de basura espacial son habituales pero no con fragmentos tan grandes.
Atlas

Gran parte del espacio aéreo europeo, incluido el del España, ha tenido que cerrarse durante la mañana de este viernes por la reentrada de un cohete chino a la atmósfera, lo que ha provocado a su vez el retraso de diversos vuelos. Se trataba del CZ-5B, un objeto espacial de 23 toneladas, 30 metros de largo y 5 de diámetro que ha perdido el control y ha empezado a recorrer unas trayectorias imprevistas.

El lunes 31 de octubre China lanzó uno de sus cohetes Long March 5B desde el Centro de Lanzamiento Espacial Wenchang (Hainan) con el objetivo de llevar materiales y piezas a la estación espacial china Tiangong para su construcción. Sin embargo, una vez finalizada la misión, parte de su módulo central se desacoplaba y se dejaba caer sin control poniendo especialmente en peligro a España.

A las 4:00 horas de la madrugada (hora española) "existía la posibilidad de que el objeto cayera en territorio español", apunta Jorge Lomba, jefe del departamento de Espacio del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). No obstante, a primera hora de la mañana se descartaba que pudiera caer en Europa, levantándose así las restricciones del tráfico aéreo. Finalmente, los restos del cohete han impactado en el Océano Pacífico a las 10:01 UTC (11:01 hora española). 

Este incidente ha tenido mucho revuelo, pero, en realidad, es normal que tras los lanzamientos de las misiones espaciales caigan restos a la Tierra, aunque no tan grandes. El acontecimiento de este cohete es un ejemplo de una práctica nada minoritaria: entre el 60 y el 70% de los lanzamientos de cohetes y satélites de los últimos veinte años se han saldado con la caída sin control de piezas a la superficie terrestre.

Así lo afirma en una entrevista con EFE Luis Miguel García Cuevas, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño de la Universitat Politècnica de València, que asegura que en la mitad de los lanzamientos de satélites a nivel mundial se deja algo por el camino, pero no lo "suficientemente grande como para generar un problema". Así, indica que en el caso del cohete chino "no ha habido error, no ha habido fallo, pero tampoco ha habido intención de hacer las cosas bien".

Si cae sobre un tejado lo rompe, si cae sobre un coche lo revienta y si cae sobre una persona, la atraviesa

De momento no se ha dado ningún caso en que la caída de un objeto de este tipo haya matado a nadie, algo que García Cuevas relaciona con que la mayor parte del planeta está despoblada, lo que hace "muy probable que caigan en agua". Además, añade que "cuando algo va a caer, se parte en pedazos más pequeños, los cuales se calientan tanto en la caída que terminan volatilizándose" antes de llegar a la superficie.

Aun así, la caída de objetos puede producir daños: "Si cae sobre un tejado lo rompe, si cae sobre un coche lo revienta y si cae sobre una persona, la atraviesa". Si el residuo es grande puede generar "problemas graves" si cae, por ejemplo, sobre edificios, fábricas, centrales nucleares o refinerías. "Es similar en capacidad destructora a una bomba de unos cientos de kilos: no es capaz de destruir una ciudad entera, pero sí de cargarse un edificio", explica.

Por eso este viernes se ha cerrado el espacio aéreo en varios puntos, "no porque vaya a caer un residuo grande, ni solo por el riesgo de que le caiga encima a un avión, sino por lo que podría pasar si ese avión perdiera el control como consecuencia del impacto". 

Si ocurre algo y termina muriendo gente puede convertirse en un problema diplomático

En este sentido, García Cuevas llama a la elaboración de una legislación internacional que establezca que no se pueden dejar caer objetos de forma descontrolada y para sancionar a quien lo haga. "Si ocurre algo y termina muriendo gente puede convertirse en un problema diplomático", advierte para añadir que "o aparece legislación al respecto cuando pase algo grave, o se desarrolla antes de que ocurra".

"Cada vez se hacen las cosas mejor, pero también cada vez se hacen más lanzamientos, con lo cual el riesgo disminuye por una parte y aumenta por la otra", afirma el experto, que cifra en alrededor de 6.500 los satélites en órbita alrededor de la Tierra y de los cuales entre 3.000 y 4.000 pasan cada día por encima del territorio español.

Por qué se desprenden restos de objetos espaciales

La caída de piezas de objetos espaciales es una práctica que se hace de forma regular cuando se pone algo en órbita para garantizar que puede seguir ascendiendo en altitud. Así, se suele prever la estructura de los objetos espaciales de forma que, cuando ganan velocidad, pueden dejar atrás el peso muerto que necesitan eliminar para agilizar su subida.

Este proceso se planta para que tenga lugar a poca distancia de la Tierra, y, como ocurre a velocidad relativamente baja, puede calcularse dónde caerá el residuo sobrante, con lo que se puede diseñar el recorrido para que caiga en una zona despoblada, como en medio del océano. "Pero de vez en cuando no se hace así, sino que todo esto ocurre cuando el objeto está muy arriba y va muy deprisa", detalla García Cuevas.

El experto explica que, en esos casos, es "muy difícil" predecir el lugar donde puede impactar, ya que, para prever su recorrido, se debe conocer la resistencia aerodinámica, una propiedad que es incalculable en una atmósfera cuyo espesor va cambiando rápidamente, como es la de las grandes altitudes.

La cifra de objetos atraviesan los espacios aéreos está previsto que aumente en los próximos años, ya que se ha planteado un calendario de lanzamientos de satélites de telefonía e internet que oscila entre los 12.000 y los 42.000. Eso implicaría triplicar el número de satélites que orbitan hoy la Tierra, mientras que, si se llega al máximo previsto de nuevos lanzamientos, esta cifra se multiplicaría por más de ocho.

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