Ya está claro el destino de las vías de un antiguo tranvía y los viejos adoquines encontrados durante las obras para construir la Superilla Barcelona. La teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, ha anunciado que ambos elementos se integrarán en ella en algunas zonas de forma simbólica.
Así, se conservará un tramo de unos 45 metros de las vías en la calle Girona, entre Diputación y la Gran Via. El Ayuntamiento aplicará un tratamiento antideslizante a la vía y rellenará la ranura existente con resina para garantizar que la superficie sea lisa y accesible.
"Las vías recuerdan que en Barcelona había casi los mismos kilómetros de raíles de tranvía que los que tenemos hoy de carriles de bici, más de 200. Vemos la preeminencia que históricamente ha tenido el tranvía en la ciudad", ha señalado la teniente de alcaldía.
En cuanto a los adoquines, Sanz ha explicado que serán visibles en una superficie de 6.000 metros cuadrados. Se instalarán en algunos tramos de Girona –entre Gran Via y Diputació, entre València y Mallorca y en todos los chaflanes– y en la plaza de Enric Granados.
Está previsto llevarlos a un taller especializado para cortarlos por la mitad y dejarlos completamente lisos y sin que resbalen, para garantizar la accesibilidad. En las últimas semanas, se han hecho varias pruebas sobre el terreno para testar algunos adoquines ya tratados, y el resultado ha sido satisfactorio, ha indicado la teniente de alcaldía.
Con la conservación de las vías y los adoquines, el Ayuntamiento pretende preservar la memoria histórica del ámbito y promover la sostenibilidad y el reciclaje de materiales.
Sanz ha explicado que en la Barcelona de principios del siglo pasado, el espacio público estaba protagonizado por los peatones y organizado alrededor de los tranvías y no de los coches. El plan Superilla Barcelona quiere recuperar este espíritu y "poner a las personas, las bicicletas y el tranvía en el centro".
La historia de las vías y los adoquines
El año 1893, se redactó el Proyecto general de urbanización de todas las vías del Eixample. Para las calzadas de más circulación, se proponía el uso de adoquines de piedras duras como pórfidos o granitos extranjeros, con piezas de 10-22 cm de ancho, 18-22 cm de largo y 14-16 cm de alto.
En este contexto, se tiene constancia de que en 1914 el 43% del pavimento del Eixample ya es de adoquín. Los adoquines antiguos que ahora se reciclarán corresponderían a esta época de principios del siglo XX, y no fue hasta los años 60 cuando se asfaltó las calles, ante la "preeminencia del vehículo privado", ha apuntado Sanz.
En cuanto al origen de las vías, Barcelona tuvo tranvía por primera vez en 1872, cuando se inauguró la primera línea entre el Pla de la Boqueria y Josepets (plaza Lesseps). Desde entonces, la red fue creciendo con nuevas líneas del Poblenou al Pla de Palau (1877), en Sant Gervasi (1878), en Sarriá, en les Corts (1879), en Horta (1883) y la línea del litoral en Badalona (1885), que pasaba por Sant Martí de Provençals y Sant Adrià del Besòs. En los años 20, las líneas del tranvía llegaron al máximo histórico de 220 km de longitud.
Las primeras vías de tranvía que se instalaron en la calle de Girona pertenecen al itinerario de la ronda de la Universitat hasta Sant Joan de Huerta, recorrido que estuvo vigente desde finales del s. XIX hasta mediados de s. XX.
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