Íñigo Onieva está dispuesto a rehacer su vida con total normalidad. Busca casa en la que empezar de cero aunque, mientras, descansa en el domicilio de una buena amiga que ha sido refugio y apoyo en estos tiempos coléricos. El empresario ha retomado su agenda y tiene planes de futuro.
A pesar de que sigue pareciendo improbable una reconciliación con Tamara Falcó, Íñigo tiene intención de recoger el anillo de pedida que encargó a la joyería francesa Repossi y que no es el que Tamara lució en la foto de redes sociales. Fuentes solventes me cuentan que, como la producción de la sortija iba a demorarse en exceso, se llevó un modelo estándar para que pudiera pedir matrimonio.
Tras romper el compromiso, Onieva viajará hasta París para hacerse con la alianza que, insisten, ya está totalmente pagada y que guardará esperando, quizás, una segunda oportunidad.
El joven no se cansa de pedir disculpas por su errático comportamiento, pero tampoco está dispuesto a que sigan dibujándole como un desalmado que busca cobijo en otros brazos cuando en realidad sigue lamiéndose las heridas. Aunque muchos lo duden, sigue manteniendo que Tamara ha sido el gran amor de su vida y que, desde luego, no dejará de resaltar sus bondades.
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