Helena Resano Periodista
OPINIÓN

No hay más ciego que el que no quiere ver

J. Small, directiva de Pfizer.
J. Small, directiva de Pfizer.
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J. Small, directiva de Pfizer.

No hay más ciego que el que no quiere ver. Y esto lo comprobamos cada día. Es descorazonador ver cómo hay legiones de personas que se empeñan con tesón en negar lo evidente, en abrazar las teorías más peregrinas o las afirmaciones más descabelladas para ganar popularidad, ganar adeptos o ganar votos. 

Llevamos mucho tiempo conviviendo con esa masa de ignorantes que se empeñan en afirmar cosas tan descabelladas como que la Tierra es plana o que el hombre nunca llegó a la Luna. Y a esas teorías de la conspiración, baratas y repetidas cada cierto tiempo, en los últimos tiempos se suman otras nuevas, como que la pandemia fue un invento y que las vacunas no sirven.

Y no lo dicen los trols de turno. El otro día, un adulto, en teoría formado y leído, me aseguraba que cada vez estaba más convencido de que todo esto de la guerra y la pandemia había sido orquestado para "tenernos a todos calladitos y ataditos". Yo intenté que en mi sonrisa congelada no se notara la decepción ante esa afirmación. Preferí dejar la respuesta en un elocuente silencio y seguir sonriendo. Que interpretara lo que quisiera. Total, dijera lo que dijera, no le iba a convencer de lo contrario…

Lo mejor de escuchar a todos estos negacionistas es ver cómo se agarran a argumentos peregrinos y hacen campañas señalando a quienes creen que son los causantes de todo esto; últimamente, cómo no, nosotros los periodistas

Hace unos días, la responsable de Pfizer compareció en Bruselas para explicar cómo había sido el proceso de la vacuna contra la covid. Era una comisión en la que se analizaba todo el proceso de compra por parte de la Unión Europea de las vacunas que se sacaron contra reloj. Ante las preguntas de algunos eurodiputados, confirmó que cuando sacaron su vacuna al mercado no habían testado que sirviera para evitar la transmisión de la enfermedad: la vacuna se hizo, se testó, para evitar que la enfermedad provocara secuelas graves en los enfermos y evitar su muerte. 

Esto se dijo siempre, ese fue el objetivo final de sacar cuanto antes una vacuna: evitar la alta tasa de mortalidad, sobre todo entre personas mayores, mitigar los efectos de la enfermedad en caso de contraerla. Creo que la explicación es clara, obvia, se entiende perfectamente. Y lo más importante, se dijo siempre. Pero no, esas palabras han servido para que todos los antivacunas se reactiven y salgan en tropel para denunciar que las farmacéuticas mintieron, que las vacunas fueron una milonga y, faltaría más, que los medios mentimos también.

En los últimos días, mi timeline de Twitter se ha llenado de insultos por no haber contado esto. Son los de siempre, no hay nada nuevo y es lo de siempre: cada cierto tiempo hay que soportar la lluvia de groserías que algunos valientes solo sueltan en redes. Si no fuera tan triste y tan descorazonador me reiría, pero sé que tanta ignorancia acaba siendo caldo de cultivo de algo mucho peor.

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