"Debemos acabar con esa antigua invisibilidad del sexo que tanto ayuda al incesto, a las violaciones y a la inferioridad de las niñas"

  • Con motivo del Día Internacional de la Niña, la periodista Dominique Sigaud da este martes una charla en Madrid.
  • Su libro 'La maldición de ser niña' acaba de ser publicado en castellano. 
La periodista, ensayista y novelista francesa Dominique Sigaud.
La periodista, ensayista y novelista francesa Dominique Sigaud.
MUNDO COOPERANTE
La periodista, ensayista y novelista francesa Dominique Sigaud.

Sin tapujos y desde un punto de vista muy crítico con la comunidad internacional por su silencio. Así aborda la periodista francesa Dominique Sigaud todos los tipos de violencia que millones de menores sufren a diario en el mundo. Y este martes, con motivo del Día de la Niña, da una charla en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para denunciar esas atrocidades. 

El encuentro es una acción conjunta de las ONG Entreculturas, Mundo Cooperante y Save The Children, y en él Sigaud presentará su libro La maldición de ser niña. Publicado en Francia en 2019, donde recibió el Premio Libro y Derechos Humanos, recientemente ha sido traducido al castellano y editado por el Grupo de Comunicación Loyola. En esa nueva edición, la autora dedica un capítulo a España y resalta "los avances que se han producido en pocos años en el marco de la protección frente a la violencia machista".

En vísperas de su conferencia, la autora charla con 20minutos de ese fragmento, del resto de la obra y de la dramática situación que viven tantas pequeñas: "Se trata de algo que afecta a todas las civilizaciones, culturas, religiones y clases sociales. Y la cosa es más terrible aún porque va acompañada de discursos que lo justifican".

¿Qué la llevó a escribir este libro? ¿Por qué pensó que era necesario?Yo fui una niña y pagué el precio por ello. Tenía un hermano que no sufrió incesto ni violaciones, ni lo dejaron embarazado con 20 años, ni recibía insultos de su padre, ni fue castigado por tener relaciones sexuales. Se le permitía conducir el coche familiar, salir a bailar, tener libertad de movimientos. Supongo que esa es la razón más profunda, pero además conocí a una chica en Marsella, natural de las Comoras, que me dijo que a su tía la habían practicado la mutilación genital después de casarse por decisión del marido. Eso había ocurrido en Francia. Hacía pocos años. Las autoridades lo sabían y no interfirieron para salvar la "paz social". Después fui a una reunión de Ginecología Sin Fronteras donde supe que los genitales que se cortan se cosen, ¡siempre en carne viva! ¿Por qué tanta crueldad? También descubrí otra violencia contra las niñas: que este era un problema mundial y que no existe ningún estudio internacional al respecto. Pensé que tenía que hacer algo. No podía guardar silencio.

¿Cómo conoció las historias de las que habla?Fui a algunos países, conocí a chicas, a asociaciones, leí libros, documentos, hice entrevistas...

Menores cuyos testimonios se recogen en el libro 'La maldición de ser niña'.
Niñas en el barrio de chabolas de Kibera, en Nairobi (Kenia).
Sergio Carmona

¿Hay algún testimonio que le conmoviera especialmente?Lo más difícil para mí, hasta ahora, es saber que miles de niñas son asesinadas cada año cuando nacen, sin una sola palabra de condena de la comunidad internacional. Es un escándalo absoluto. Y creo que es un síntoma muy grave de cómo el mundo considera a las niñas. ¡No hay una sola palabra de la Unesco, ni de Unicef ​​ni de ONU Mujeres sobre esa cuestión!

Los delitos que describe, ¿suelen quedar impunes?Todos quedan impunes. Este es el segundo escándalo. No hay una ley para la violencia contra las niñas. Podéis matarlas, cortarles el clítoris, ofrecerlas a maridos viejos, violarlas, meterlas en un burdel... No habrá una ley. Porque son niñas.

Las secuelas psicológicas que esos crímenes dejan en las víctimas son muy graves. ¿Consiguen ayuda después para seguir adelante?Por supuesto, las consecuencias psicológicas de la mutilación, del matrimonio infantil, del incesto, etc., son muy graves. Se ataca toda la identidad de esas niñas, la sexual, la física, la psicológica. Aprenden que a la gente no le importa si sufren. Las chicas que logran escapar con frecuencia son ayudadas. Algunos adultos las cuidan y protegen. Es muy importante crear refugios para ellas en todo el mundo.

¿Por qué cree que cuesta tanto que la comunidad internacional actúe contra este problema?Porque es un sistema global muy antiguo que estructura nuestro mundo. Una niña no es nada. Hay millones y millones en el mundo. Será muy difícil cambiar ese punto de vista. ¿Obligarás a cambiarlo en Arabia Saudita, EE UU, India, Pakistán, Gran Bretaña, Francia? No, estos países son demasiado relevantes. Nunca se les dirá que tienen que cambiar su comportamiento.

Lo más difícil para mí, hasta ahora, es saber que miles de niñas son asesinadas cada año cuando nacen, sin una sola palabra de condena de la comunidad internacional

¿Qué actitud adopta la sociedad? ¿También mira para otro lado o es consciente del drama?Las cosas están cambiando. Hay niñas que están cambiando y también padres, maestros, hermanos. Hay muy buenas ONG que trabajan en ello. Es muy importante.

Tanto a nivel político como social, ¿qué medidas se deberían tomar para erradicar estas atrocidades?Primero hay que hacer estudios internacionales y serios sobre feticidio, filicidio... sobre todas las atrocidades. Y luego mostrar los resultados. Organizar una conferencia internacional sobre incesto, asesinato de niñas y mutilación. No una conferencia de la ONU, sino una conferencia con las propias niñas y crear un juicio internacional específico sobre estas violencias. 

Afirma que especialmente desde 2016, tras el caso de La Manada, España se ha convertido en uno de los países más avanzados en la lucha contra las violencias sexuales y de género. Leyes como la de 'solo sí es sí' o la 'ley Rhodes' han nacido, sin embargo, entre mucha polémica. ¿Le preocupa el auge de discursos que niegan la violencia machista o que se oponen a que se imparta educación sexual en las escuelas?Por supuesto, mucha gente no quiere que nada cambie y esa gente es peligrosa. Siempre ha ocurrido. Necesitamos una educación sexual clara y profunda. La identidad sexual y la seguridad sexual son importantes. Suponen la mayor parte de nuestra libertad y de los vínculos profundos con el otro. Pero son frágiles y no es tan fácil. Tenemos que impartir el conocimiento y las reglas para una libertad sexual segura. Entonces los adultos jóvenes tendrán sus propias vidas. Tenemos que acabar con esta antigua y falsa invisibilidad del sexo que tanto ayuda al incesto, a las violaciones y a la inferioridad de las niñas.

Es un libro muy duro. ¿Le costó escribirlo?Sí, fue difícil descubrir estas realidades y ser de alguna manera responsable de mostrarlas. Pero me ayudaron a ello las niñas y mujeres que conocí, que necesitaban y deseaban que contara lo que les pasaba. Cuando terminé el libro, pensé: "He creado un monstruo". Y durante algunas semanas me negué a leerlo, era imposible. Pero al final fui consciente de que yo no creé el monstruo, solo lo muestro.

Fue publicado en Francia en 2019. ¿Qué impacto ha tenido desde entonces?Realmente no hubo un impacto, pero muchas personas comenzaron a leerlo lenta y silenciosamente. Descubrieron la realidad y cambiaron de opinión. Puede que eso sea lo más importante.

En estos tres años, ¿cómo ha evolucionado la situación que describe? ¿Y la actitud, tanto de la comunidad internacional como de la sociedad?Aunque muy despacio, creo que algo está cambiando. Véase lo que está ocurriendo en Irán o en Afganistán. Es una de las cuestiones más importantes de los próximos años. 

Ha comentado que las nuevas generaciones están tratando de hacerse cada vez más visibles. ¿Es optimista respecto al futuro?Sí y no. Sé que las niñas, los niños, las mujeres y algunos hombres lucharán. Pero estoy absolutamente segura de que la reacción será violenta. Muchos hombres se negarán rotundamente a que el sistema cambie porque se identifican con él. Niñas, mujeres, madres, tendrán que ser muy valientes. Pienso que va a ser muy difícil y que tenemos que crear un 'contrapoder'. Tenemos que ir a las escuelas y hablar. Negocié con cinco grandes ciudades francesas de izquierdas, proponiendo instalar una política de prevención simple pero global. Finalmente todas se negaron.

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