Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El experimento de Jordi Évole y Pedro Ruiz: cuando la verdad dejó de importar

Las redes sociales son un buen lugar al que acudir a confirmar aquello que deseamos.
Jordi Évole con Pedro Ruiz
Jordi Évole con Pedro Ruiz
La Sexta
Jordi Évole con Pedro Ruiz

Salvados nació bajo el nombre de Salvados por la campaña. Era 2008. El programa se fue abriendo camino gracias a su habilidad de utilizar las artes de la teatralidad televisiva para evidenciar las tretas de la política y, también, desmontar los vicios de los medios de comunicación. De lo fácil que es crear una ganadora falsa de la Lotería Nacional en plena excitación por la celebración del Gordo de Navidad (y que ningún medio contraste el hecho) a cómo se maquina una discusión para disparar los audímetros. Así lo hizo Jordi Évole con Pedro Ruiz, en un gag que se comparte compulsivamente como si fuera real a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería. Sucede cada cierto tiempo y se utiliza para desacreditar al propio Évole.

En el sainete, que se ha vuelto a viralizar esta semana, Évole realiza una pregunta sin rigor a Ruiz. "Tu tienes el valor de preguntarme una cosa así sin comprobarlo", responde Ruiz para incidir que Évole habla de oídas. Hasta que, indignado, el entrevistado se levanta y se marcha enfadado. Todo preparado. Todo, después, explicado con el objetivo de avivar una visión crítica de los medios. Pero en las redes se elimina el contexto del formato televisivo y el momento se comparte como verdad verdadera. Lo importante es polemizar, desacreditar y sumar muchos 'likes'. 

El instante, grabado casi como si fuera una cámara oculta, genera ese morbo especial que congrega decenas de 'me gustas' y 'retuiteos' en cuestión de segundos. Aunque sea falso, los usuarios que lo publican saben que es un éxito asegurado. Y se sienten bien, pues disfrutan sintiendo que están ganando una guerra (ideológica) inexistente.

El choque-fake entre Évole y Ruiz, al final y paradójicamente, está  sirviendo como experimento que ejemplifica la meridiana razón que llevaba aquel Salvados. La disputa vende. Más aún si vamos escasos del criterio que nos permite distinguir entre las relevancias de la vida y el entretenimiento de la distracción que nos reduce a maleables, dóciles y hasta previsibles.

Las redes sociales son un buen lugar al que acudir a confirmar aquello que ansiamos. Siempre habrá un tuit que acredite la conspiración que desees. La veracidad ya es irrelevante. Un escenario también ampliamente alimentado por un tipo de periodismo mediático, más pendiente de los deseos propios que en tomar el pulso a la calle. Como consecuencia, pocos rectificarán y seguirán creyendo que es cierto el vídeo de marras. En realidad, Pedro Ruiz y Jordi Évole sólo estaban jugando a lo que les une. Incluso mucho antes de conocerse: su capacidad para generar astuto debate social por obra y gracia de las artes de la televisión creativa. La que se sale de los renglones marcados, la que despierta, la que no se conforma, la que no todos entenderán. Porque la ironía requiere inteligencia. 

El vídeo completo

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