Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El secreto televisivo clásico que mantiene el informativo de Pedro Piqueras

Pedro Piqueras, en Informativos Telecinco, esta semana.
Pedro Piqueras, en Informativos Telecinco, esta semana.
Mediaset
Pedro Piqueras, en Informativos Telecinco, esta semana.

El primer plano. El relato de Informativos Telecinco se construye en primer plano. No se verá a Pedro Piqueras desde grandilocuentes planos generales enfocados desde la altura de una grúa en movimiento, tampoco caminará entre espectaculares recreaciones de realidad aumentada. La crónica de la actualidad informativa se va explicando viendo su cara en plano medio, mientras va conectando con reporteros desplazados en el lugar de la noticia. A ellos, también, se les ve bien el rostro. Bien iluminado. Aunque sea de noche y estén en la calle.

Ahora que recibimos constantemente impactos informativos anónimos, que no siempre se conoce muy bien de dónde vienen y con qué intereses fluyen, la sociedad busca periodistas con nombre propio en los que confiar. Necesita ver su expresividad, congeniar con su talante. Sin embargo y a la vez, esa misma explosión tecnológica, que nos permite recibir 'últimas horas' fuera de periódicos e informativos, ha provocado que formatos de noticias se hayan quedado cautivados por los encuadres más relumbrantes. 

Es fácil caer en la tentación de los alardes tecnológicos que siempre resuenan a modernísimos. Pero el criterio periodístico debería ir más unido al conocimiento del lenguaje audiovisual. El buen contador de noticias en televisión suele ser el que ha filmado mucho y, entonces, comprende que la imagen más sencilla es la que atrapa al espectador. Una buena historia no necesita accesorios. 

Muchos se sorprenden de que Pedro Piqueras lleve 16 años sin cambiar el decorado de su informativo. Suena cutre, sí. Parece hasta una ahorrativa superstición. Aunque también se debe valorar que las noticias de Telecinco nunca han necesitado pantallas kilométricas para ordenar el vaivén de la actualidad. Así la iconografía de estos informativos se ha mantenido diferenciada del resto y reconocible con presentadores que hablan al espectador de cerca. Se les ve bien el rostro. Hasta si exageran.

Los fuegos de artificio pueden ser un atajo para captar el interés de un espectador que no suelta un móvil en una época en la que la audiencia siente que tiene en su mano todo el entretenimiento del mundo. Decorar la actualidad con un lacito de bolas, bulla y espumillón puede ayudar unos minutos. Pero a la larga la buena información es la que logra diferenciar entre espumosos adornos y una buena historia. En épocas de aturullamiento informativo, la televisión que destaca es la que apuesta por la elaboración artesanal de siempre. La televisión que traspasa es la que comprende para qué sirve una panorámica, para qué vale un contraluz, con qué cometido camina alguien. Porque caminar hacia ningún lugar en televisión no suele llevar demasiado lejos. 

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