Isabel II, una reina cumplidora hasta el final

La reina Isabel II con su familia en el Jubileo de Platino.
La reina Isabel II con su familia en el Jubileo de Platino.
GTRES
La reina Isabel II con su familia en el Jubileo de Platino.

Isabel II ha fallecido este jueves y abre una nueva era para el mundo. Deja a sus espaldas un reinado de 70 años en los que ha sobrevivido a numerosos cambios de época. Su legado evidencia su capacidad para cumplir hasta el final con su cometido. El mejor ejemplo lo encontramos el pasado martes cuando, pese a su delicado estado de salud, pudo recibir a la nueva primera ministra británica, Liz Truss, en la residencia escocesa de Balmoral. Han sido siete décadas muy intensas de reinado, aunque en el último año, sobre todo tras la muerte de su marido, Felipe de Edimburgo, su agenda se ha ido reduciendo a casi cero.

A lo largo de su reinado, Isabel II vio pasar a un total de quince primeros ministros británicos, empezando por Winston Churchill y terminando con la propia Truss. De todos, once son conservadores y otros cuatro laboristas, y tres son mujeres: Margaret Thatcher, Theresa May y Liz Truss. Además, ha coincidido en el tiempo con 44 primeros ministros italianos 13 presidentes de Estados Unidos, 12 presidentes franceses, 10 cancilleres alemanes y siete presidentes del Gobierno español.

La reina llegó al trono en febrero de 1952, tras el fallecimiento de su padre, Jorge VI, que había asumido la corona por la abdicación de su hermano. En todo este tiempo, nunca había dado muestras de seguir la estela de otros monarcas europeos y abdicar en favor de su hijo. Isabel II estuvo casada durante 73 años con el príncipe Felipe. El matrimonio tenía cuatro hijos, ocho nietos y doce bisnietos. En su despedida, Truss elogió que la monarca "estuviera dispuesta a llevar hasta el final todas sus obligaciones". Al mismo tiempo, Isabel II fue una reina capaz de separar sus cuestiones personales y de familia de su papel de monarca, anteponiendo siempre los intereses de los británicos.

Aún siendo princesa, vivió la evolución de la Segunda Guerra Mundial, durante cuyos primeros años se refugió precisamente en la residencia de Balmoral junto a su hermana. Al fin y al cabo no se entienden demasiados hechos históricos sin la presencia de la reina. Por ejemplo, cuando el Reino Unido entró en lo que ahora es la Unión Europea (en 1973) ella ya llevaba más de dos décadas en el trono y vivió también en primera persona la salida del bloque, con el brexit, en 2016.

Su muerte, con todo, supone un claro cambio de era. Bajo su reinado se produjeron la llegada del hombre a la luna, la caída del Muro de Berlín o el primer trasplante de corazón, por poner tres ejemplos. Su agenda, además, siempre ha estado repleta, convirtiéndola en una de las mandatarias más activas del mundo, por muchas décadas que pasaran. Eso sí, su última gran aparición se dio en su Jubileo de Platino, con las ceremonias que se dieron entre el 2 y el 6 de junio de 2022 tanto en el Reino Unido como en los territorios de ultramar. Pero en el contexto de esas celebraciones se perdió, en cambio, la misa celebrada en su honor.

El estado de salud de la monarca había empeorado en estos últimos meses, marcados por los problemas de movilidad las reiteradas ausencias en actos especialmente simbólicos, aunque no era extraño que pasara esta época del año en Balmoral. No fue tampoco, sin ir más lejos, a los Juegos de las Highlands que se celebran en Escocia todos los años y que no se había perdido ni una sola vez en las siete décadas que ha ostentado la corona. Esos cambios de agenda hicieron que, necesariamente, fuese su hijo, el (hasta ahora) príncipe Carlos quien asumiera ser la cara visible de la familia real. Como última muestra, con la recepción a Truss no se respetó la tradición de recibir al nuevo primer ministro en Londres, algo que había hecho siempre.

De hecho, Carlos se convierte automáticamente en rey, aunque no coronado, una vez confirmado el fallecimiento de su madre. Y es que esto se rige con la regla del derecho consuetudinario Rex nunquam moritur, es decir, "el rey nunca muere". Por otro lado, no tiene por qué reinar con su nombre de pila. 

El segundo en la línea sucesoria es el príncipe Guillermo, mientras que el hijo mayor de éste, el príncipe Jorge, figura en tercer lugar. El Consejo de Adhesión, ante el que tiene que jurar el cargo de manera privada, solo hace que refrendar este paso, al igual que la ceremonia de coronación. Esta última, de hecho, ni siquiera es obligatoria pues por ejemplo Eduardo VIII reinó sin ser coronado nunca.

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