OPINIÓN

Diada, pero menos

La marcha de la Diada deja incidencias ante la Jefatura de Policía de Barcelona
Imagen de archivo de la marcha de la Diada del año pasado. 
Europa Press
La marcha de la Diada deja incidencias ante la Jefatura de Policía de Barcelona

Este fin de semana están convocados de nuevo los independentistas catalanes a ocupar las calles para celebrar su autocalificado como Día Nacional de Cataluña. La Diada del 11 de septiembre es cada año el momento en el que el soberanismo evalúa su musculatura social y política. Se convocan concentraciones para acumular participantes y comprobar el grado de seguimiento y aprobación que tiene la propuesta de un Estado independiente para Cataluña.

Los sondeos oficiales que realiza periódicamente la propia Generalitat han mostrado un progresivo desvanecimiento de las pasiones rupturistas en la sociedad catalana, pero eso no significa que hayan desaparecido. Podrían, simplemente, estar en hibernación a la espera de que llegue otro momento oportuno, como fue el proceso que derivó en la temeraria convocatoria de un referéndum ilegal en octubre de 2017. Temeraria, porque a la vista de lo ocurrido desde entonces su resultado no es el que esperaban sus convocantes.

La mesa de diálogo de Esquerra con Moncloa avanza a un ritmo casi inapreciable para los más impacientes

Ahora, Cataluña está gobernada por una coalición independentista cuyos componentes –Esquerra Republicana y Junts per Catalunya– no se soportan, mientras algunos dirigentes políticos de esos partidos mantienen fuertes tensiones con quienes manejan las organizaciones sociales soberanistas que convocan las movilizaciones callejeras de la próxima Diada.

Esquerra trata de evitar el calificativo de partido traidor –botifler– por su colaboración –a veces muy estrecha– con el Gobierno central de Pedro Sánchez y por tomarse con demasiada calma, según sus críticos, los pasos adelante hacia la proclamación de la república catalana. La mesa de diálogo de Esquerra con Moncloa avanza a un ritmo casi inapreciable para los más impacientes, mientras Sánchez mantiene los apoyos parlamentarios que necesita para sostenerse en el poder. Ahora, después de las vacaciones de verano, llegará la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, que siempre es determinante para medir la verdadera posición de cada cual ante el que va a ser el último curso completo de la legislatura nacional, que debe concluir a finales de 2023.

Pedro Sánchez insufló fuerza política a los líderes independentistas encarcelados cuando aprobó su indulto

Carles Puigdemont –casi ignorado por muchos y, sin duda, políticamente muy debilitado– trata de mantener viva la llama de su influencia desde la lejanía de Waterloo, pero cada vez se le tiene menos en cuenta en el escenario donde se toman las decisiones importantes. Pedro Sánchez insufló fuerza política a los líderes independentistas encarcelados cuando aprobó su indulto, y sabe que le deben ese favor, de manera que el presidente puede contar, sin demasiadas sorpresas en el camino, con una cierta tranquilidad. A él será difícil que le organicen otro procés. Al que venga después, ya se verá.

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