Cuando están a punto de cumplirse seis meses desde que se iniciara la invasión rusa de Ucrania el conflicto parece haber entrado en una especie de punto muerto mientras todas las partes asumen que se alargará en el tiempo. Pero eso no quita para que siga habiendo muchos frentes abiertos tanto desde el punto de vista bélico como diplomático. Se cruzan estrategias, mensajes, peticiones... y la vuelta del verano podría marcar un punto de inflexión en el reparto de fuerzas. Ucrania se mueve en el Donbás y en Crimea para desgastar a Rusia; Moscú trata de rearmarse y aprieta en zonas como Jersón, y mientras, Turquía media para que Zelenski se siente a negociar.
En el primer punto, Kiev quiere ir minando las capacidades del oponente y lo reconoce abiertamente, en palabras del asesor principal del Gobierno, Mijailo Polodiak. La hoja de ruta de Putin ha ido cambiando con el paso de las semanas y el Donbás lleva tiempo siendo el objetivo principal. Crimea es lo que ya tiene; el este es lo que ahora quiere lograr. Y Kiev se dice preparado para responder.
No son solo palabras, sino que también se han dado hechos. Por ejemplo, nueve aviones rusos, según las imágenes de satélite, fueron destruidos en las explosiones ocurridas en un aeródromo militar; además, Kiev atacó un arsenal con combustible y municiones, ataque que obligó a evacuar a miles de personas de la isla anexionada ilegalmente. Y es que precisamente el eje de esa anexión, el puente de Crimea, también fue destruido por parte de las tropas de Zelenski. Tres de tres para los planes de Kiev. "Nuestra estrategia es destruir la logística, las líneas de abastecimiento, depósitos de municiones y otras infraestructuras militares. Esto provoca el caos en las filas rusas", comentó Polodiak. En contraparte, son Jersón y Zaporiyia las regiones que ahora sufren toda la artillería rusa y lo más relevante de los encontronazos.
Y es que en Zaporiyia se encuentra la principal central nuclear de Europa, con lo que eso conlleva. Ahora está bajo el control ruso pero Ucrania no la da por perdida. Mientras, la sombra de un posible desastre nuclear planea sobre todas las cabezas y sobre el mismo se han mostrado preocupados tanto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como otros líderes internacionales, desde el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, hasta un Recep Tayyip Erdogan que quiere posicionar a Turquía en el papel clave: el de mediador. Tampoco lo disimula el presidente otomano, y así se lo dijo abiertamente a Zelenski en su encuentro de esta semana.
Erdogan se mostró, tras su visita a Kiev -donde coincidió con Guterres-, convencido de que el conflicto "se resolverá en la mesa de negociaciones". Habla desde una posición tan delicada como solitaria para Turquía, pues hace solo unos días también se reunió con Vladimir Putin. De este modo, el presidente de un país que es al mismo tiempo miembro de la OTAN y uno de los pocos que no ha aplicado sanciones a Rusia hizo un llamamiento para que, ante un conflicto ya enquistado, la comunidad internacional asuma más protagonismo y "una mayor responsabilidad para la reactivación del proceso diplomático".
"Turquía está del lado de Ucrania"
En este sentido, Erdogan defendió el papel de Turquía desde el inicio de la invasión: "Hemos enviado 98 camiones de ayuda humanitaria para satisfacer las necesidades urgentes del pueblo ucraniano. Hemos alojado temporalmente a casi 325.000 ucranianos". Eso sí, recalcó su intención de mantener abierto el canal de comunicación con el Kremlin en busca de una solución. Pero al mismo tiempo fue rotundo, más que nunca, en sus palabras: "Turquía está del lado de Ucrania". El equilibrismo otomano se mantiene.
El tiempo pasa y el margen de maniobra es cada vez más pequeño. La agenda política está paralizada, pero más allá de eso las sanciones a Rusia se han frenado en los últimos meses. EE UU, Canadá o el Reino Unido solo han ampliado las ya existentes, pero no hay demasiado espacio para más paquetes, como reconoció el propio Joe Biden. Por su parte, la Unión Europea, tras siete conjuntos de medidas y viéndose incapaz de bloquear la compra de gas, se ha enfrascado ahora en un debate para prohibir la emisión de visados a turistas rusos.
El melón, abierto hace poco, está lejos del consenso. Los más firmes defensores de esta medida son los países nórdicos, algunos de los cuales ya han hecho el paso efectivo. Y es que Bruselas deja la pelota en el tejado de los Estados miembros y hay algunos gobiernos como el alemán que ya han mostrado su oposición a este tipo de restricciones. "Hacer turismo por Europa no es un derecho", replicó por su parte la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Septiembre dictará sentencia sobre este tema.
Como también lo puede hacer desde el punto de vista energético. España quiere terminar el MidCat para convertirse en la salvadora en parte de la Unión en este sentido pero sobre todo de una Alemania que ya se ve en situación de urgencia. Francia, el otro actor clave en el proyecto, rechaza trabajar en él. Eso sí, España es el país de Europa con más capacidad de almacenamiento de gas y también con más capacidad de regasificación (el gas llega en barcos en estado líquido y en las plantas se gasifica). Cuenta con siete plantas para ello, a las que hay que sumar otra en Portugal. En total, el 35% de la capacidad de almacenamiento de gas de la UE (y Reino Unido). La península Ibérica es ahora una isla energética pero una mejora de las interconexiones con el resto de la Unión puede ser un paso decisivo para ganar en independencia y mirar, por fin, a Putin cara a cara. El tiempo pasa, Rusia sigue invadiendo Ucrania, la brecha, en muchos sentidos, sigue abierta. Y parece lejos de coserse.
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