La propaganda talibán: el régimen 'cambia' el fundamentalismo por el pragmatismo para venderse como un país moderado

Guardias de seguridad talibán en Kabul, Afganistán.
Guardias de seguridad talibán en Kabul, Afganistán.
EFE/EPA/STRINGER
Guardias de seguridad talibán en Kabul, Afganistán.

Se ha cumplido un año desde que los talibanes tomaron el control de Kabul. Un año desde la caótica retirada de las tropas de la OTAN, lideradas por Estados Unidos, y desde que los ciudadanos de Afganistán, principalmente las mujeres, perdieran los derechos que tanto les había costado ganar. Un año desde que supuestamente cambiaran las armas de fuego por un maletín y un smartphone, desde que aparentemente "pasaran del fundamentalismo al pragmatismo", como apunta Daniel Pérez, investigador del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET).

Tras la salida de las tropas, se evidenció un cambio en los mensajes enviados por los talibanes. En su página web oficial, Al-Emarah, y en las redes sociales de sus portavoces se mostraban sus victorias militares sobre los occidentales, así como los crímenes cometidos por estos en contra de la población civil afgana. Sin embargo, las comunicaciones enviadas posteriormente ilustran un Afganistán y unos talibanes totalmente diferentes que realizan ruedas de prensa en inglés y que usan la internet -antes prohibida por ellos- para difundir su propaganda.

Desde que llegaron al poder, los fundamentalistas del régimen se han esforzado por enseñar un Afganistán visitado por representantes de varios países como China, Rusia o Turquía, un país en donde todo el que comete un crimen es arrestado y donde se persigue a los terroristas del Daesh. Se han exhibido como un gobierno unido con instituciones sólidas capaz de reactivar su economía, de realizar obras públicas y de distribuir ayuda humanitaria entre los más necesitados. Incluso han manifestado su preocupación por el medio ambiente al punto de realizar campañas para plantar árboles.

Sus comunicados también reflejan su preocupación por el consumo de drogas y alcohol y sus intenciones de convencer a la comunidad internacional de que son un gobierno aperturista cuyos representantes realizan ruedas de prensa y conceden entrevistas a medios internacionales. Se presentan como una administración consciente de la alta tasa de matrimonios concertados, que prohíbe a las mujeres casarse sin dar su consentimiento y que además está "comprometido" con los derechos de las mujeres, tal y como destacó una noticia del medio pro-talibán The Kabul Times el pasado 8 de marzo.

Propaganda de terror

La propaganda talibán siempre se había caracterizado por ser armada y la intimidación se había empleado como mecanismo de control, según expresa David Kilcullen en su libro Accidental Guerrilla. Sus mensajes se han mantenido simples, claros y concisos hasta la actualidad; y durante la ocupación de las tropas internacionales estos se basaron en promover sentimientos antioccidentales, exponer los fracasos de la ocupación, atemorizar a la población y deslegitimar a los gobiernos anteriores de Hamid Karzai y Ashraf Ghani, apoyados por Estados Unidos.

Sus comunicados reflejan que son un gobierno aperturista cuyos representantes realizan ruedas de prensa y conceden entrevistas a medios internacionales

Además, los talibanes siempre se mostraron como la única alternativa posible al gobierno impuesto por Estados Unidos y como los que serían capaces de hacer justicia mediante la implementación de su interpretación estricta de la sharía o ley islámica. La religión ha sido usada para justificar sus acciones violentas, el martirio se convirtió en la vía para ser recompensados por Alá y el pashtunwali o código de conducta de los pastunes les ha indicado el camino a seguir y la forma de vivir.

La idea de que debían resistir todo lo que fuera necesario para lograr "independizarse de los Estados Unidos" fue ampliamente difundida, así como también el concepto de victimización, usado para exponer el daño causado a civiles durante ataques realizados por los occidentales. Craig Whitlock, periodista del diario The Washington Post, recordó en su libro Los papeles de Afganistán cómo el caso del sargento primero Robert Bales fue empleado con motivos propagandísticos. El militar americano asesinó en marzo de 2012 y sin motivo aparente a 16 aldeanos en la provincia de Kandahar, bastión histórico de los talibanes. Sus víctimas resultaron ser mujeres y niños.

"No es una propaganda que busque la persuasión a partir del convencimiento, sino la imposición", explica Pablo Sapag, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en propaganda política y de guerra.

El target de su propaganda

Thomas H. Johnson, que trabajó para las tropas de coalición en el desarrollo de la contrapropaganda, explica en su libro Taliban Narratives que la propaganda talibán ha estado dirigida a tres públicos objetivos: el local, subdividido en simpatizantes, neutrales y opositores; el público regional, compuesto por países vecinos; y el internacional, dirigido principalmente a países occidentales, sobre todo a Estados Unidos.

El profesor Pablo Sapag difiere porque considera que la propaganda talibán, especialmente tras la retirada de las tropas, no busca dirigirse a un público exterior. Según él, los talibanes dirigen sus mensajes a: sus partidarios, a los que sólo es necesario hacerles una "propaganda de mantenimiento"; a los pastunes que no son partidarios de los talibanes, a quienes se llega apelando a una historia común y a partir del principio de 'nuestra causa tiene un carácter sagrado'; y hacia otros afganos no pastunes, a quienes se llega mediante la propaganda del terror.

Considera que el hecho de que la página web de los talibanes incluya versiones en otros idiomas, como inglés, árabe o urdu, además del pastún y el darí, lenguas oficiales de Afganistán, o que tengan cuentas en redes sociales es una cuestión "casi anecdótica". Explica que, para poder hacer una campaña propagandística exterior que sea efectiva, se deben emplear muchos más esfuerzos. Esto ocurre porque, según sus propias palabras, "la propaganda jamás podrá sustituir a la realidad".

Un fracaso previsto

Además, por más que los talibanes se esfuercen en convencer a Occidente de que ellos han evolucionado, resulta extremadamente difícil conseguir que las personas cambien la mala opinión que tienen de ellos. Por lo tanto, realizar una campaña propagandística exitosa que verdaderamente influya en la población occidental al punto de que comience a creer en una supuesta transformación de los talibanes es prácticamente imposible.

Sapag también matiza que el hecho de que los talibanes aparecieran durante los meses de agosto y septiembre en los medios de comunicación occidentales se debió a que los medios los buscaron y no al revés. De acuerdo a su percepción, los talibanes solo se limitaron a difundir el discurso que tenían preparado de antemano, porque ya sabían que así es como funcionan las sociedades occidentales y la importancia que tiene para ellas la opinión pública.

Dimensiones internas y externas

Daniel Pérez, investigador del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo considera por su parte que la propaganda talibán ha tenido tanto una dimensión interna como una externa. En su discurso interno destaca el concepto de la legitimidad del poder. Los talibanes afirman que ellos son el poder legítimo porque ya han gobernado el país previamente y que por lo tanto los invasores son los occidentales y no ellos. 

También refuerzan el tema de la unidad dentro del movimiento, ya que en tiempos de Bin Laden estaba fragmentada, así como también el discurso etnonacionalista. "Nacionalista a nivel afgano y étnico a nivel de la primacía de la etnia pastún [a la que pertenecen la mayoría de los talibanes] sobre el resto de comunidades". El discurso externo, explica Pérez, ha sido contra Estados Unidos.

Además, destaca que dentro de su narrativa actual aparentemente "han cambiado el fanatismo por el pragmatismo". Esto se debe a que cuando fue necesario lanzaron sus discursos de supuesta moderación, aunque haya resultado incongruente con el fundamentalismo islámico que defienden. Por ese mismo motivo, permitieron la entrada de periodistas internacionales durante un tiempo, a la vez que cientos de medios locales eran obligados a cerrar y los periodistas afganos eran perseguidos.

Un elemento puntual de propaganda, según Pérez, ha sido una fotografía en la que se muestra a las fuerzas de operaciones especiales de los talibanes portando la bandera del Emirato emulando la famosa fotografía de los militares estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial, con el propósito de hacer ver que ellos son ahora el ejército del Estado. Además, resulta llamativo cómo ha cambiado el logo del Ministerio de Asuntos Exteriores, ahora muy parecido al emblema de la Casa Blanca.

La cruda realidad

Sin embargo, a pesar de haber intentado transmitir una imagen moderada de sí mismos y de los discursos aperturistas enviados tras la toma de la capital afgana, cuando prometieron que permitirían a las niñas y a las mujeres estudiar, que concederían amnistía a los trabajadores del antiguo gobierno y que no darían cobijo a terroristas, la realidad parece ser bastante diferente.

Así lo demuestran los hechos. Actualmente, las mujeres solamente pueden estudiar hasta sexto grado de primaria, reportes de varias organizaciones y entidades internacionales indican que los talibanes habrían ajusticiado a muchos miembros del antiguo gobierno y el reciente asesinato del líder de Al-Qaeda por parte de Estados Unidos en territorio afgano demuestra que los talibanes nunca se desligaron de los terroristas de esta organización.

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