País de talibanes, país de refugiados: Afganistán se sitúa en el tercer puesto con más exiliados a nivel mundial

  • Las cifras de refugiados no se han estabilizado desde 1981.
  • Más de 2 millones de exiliados han sufrido las consecuencias de los 20 años de conflicto en Afganistán
Un talibán en la frontera con Pakistán en Spin Boldak.
Un talibán en la frontera con Pakistán en Spin Boldak.
EFE/EPA/STRINGER
Un talibán en la frontera con Pakistán en Spin Boldak.

Durante los 40 años de guerra activa que ha mantenido Afganistán, el número de refugiados ha ido variando, pero desde 1981 nunca ha descendido de los dos millones. A pesar de que la toma de Afganistán afecta a todos sus habitantes por igual, la portavoz de ACNUR en España, María Jesús Vega, explica a 20minutos que no existe un perfil único entre los refugiados internacionales. "Hay una diversidad de perfiles. Desde defensores de derechos humanos a mujeres que han ocupado cargos de poder en los años; las que se han posicionado públicamente en contra de normas como la de llevar burka o matrimonios forzados o todos los crímenes relacionados con la dote", incide.

Asimismo, María Jesús detalla que existen muchos grupos que están en riesgo. "Nuestra petición es que se respete el principio de no devolución, que no se devuelva a ninguna persona afgana, ya que el país no es seguro", alega Vega que, al mismo tiempo, hace un llamamiento a la comunidad internacional. Según los datos ofrecidos por la organización, actualmente se han realizado 1.532 devoluciones de refugiados afganos.

El país ha registrado numerosos picos de devoluciones de refugiados a lo largo de su historia como país de emigrantes. En 2002 se experimentó la mayor devolución. Entonces, casi 2 millones de afganos tuvieron que volver a su país. En la última década se experimentó una estabilización, pero no duró mucho, ya que en 2016 más de 300.000 afganos volvieron al país.

Afganistán se encuentra en el top 3 de países con más refugiados del mundo, tras Siria y Venezuela. El flujo migratorio que ha vivido el país desde 1980 no ha registrado grandes descensos. A pesar de que ACNUR publica los datos de refugiados internacionales a final del año, este 2022 ya se puede apreciar que hasta 2.069.703 afganos viven fuera de su hogar. El pasado 2021, tras la toma del país, fueron muchos los que decidieron huir y 2.705.026 afganos vivían fuera a finales de año.

Debido a la distancia, cultura y facilidad para obtener el visado, la mayoría de ellos se aloja en Pakistán e Irán. Históricamente, estos dos países han sido los que han liderado el pódium entre los principales países de asilo de los afganos. En cambio, el pasado 2021 países europeos se introdujeron en el top 10 debido a la emergencia migratoria. Alemania se posicionó en el tercer puesto con 159.409; Francia lo secundó con 49.990; seguido de Austria con 42.685 y Suecia (27.562).

Por otro lado, los afganos que no pudieron huir del país decidieron moverse para alejarse de las principales zonas de conflicto. Actualmente, las provincias de Paktika y Khost son las que más desplazados albergan; 35.949 y 30.838, respectivamente. Esto supone un 53,7% en la primera y un 46,1% de los desplazados en el caso de la segunda provincia.

La inestabilidad y espiral de violencia en el país desde hace cuatro décadas ha desencadenado algunos picos de desplazamientos internos retratados en 2001, 2015 y 2021. Estos incrementos están directamente relacionados con la represión que han sufrido miles de afganos a lo largo de la historia y con el objetivo de encontrar un futuro mejor.

Vivir con el dolor

Este año ha supuesto un cambio brusco para muchos afganos, no solo han tenido que cambiar sus vidas sino aprender a vivir con el dolor y la muerte de sus familiares y conocidos. Desde el 15 de agosto de 2021, se han registrado 700 muertes y 1.406 personas han resultado heridas por ataques con artefactos explosivos, según la Organización de Naciones Unidas.

Las ejecuciones y arrestos se han vuelto a instaurar al igual que en la época talibán de los años 90: 160 ejecuciones extrajudiciales, 178 arrestos, 23 casos de detención incomunicados, 56 personas torturadas por las autoridades y 217 casos de penas crueles e inhumanas.

Los derechos humanos han sido uno de los elementos derribados a lo largo de este año tal y como indican desde la ONU. "Ya es hora de que todos los afganos puedan vivir en paz y reconstruir sus vidas después de más de 20 años de conflicto armado. Nuestra supervisión revela que, a pesar de la mejora de la situación de seguridad, desde el 15 de agosto, el pueblo de Afganistán, en particular las mujeres y las niñas, se ven privadas del pleno disfrute de sus derechos humanos", indicó Markus Potzel, representante especial del Secretario General interino para Afganistán en un nuevo informe.

A pesar de que el régimen fundamentalista ha implementado algunas medidas relacionadas con la protección de los derechos humanos, decretos aprobados el pasado año atentan directamente contra la libertad de las mujeres. Por ejemplo el pasado 24 de marzo se prohibió la venta de billetes de avión a mujeres que no estuvieran acompañadas de un mahra —acompañante masculino—.

Injerencia internacional

A pesar de que Afganistán nunca ha sido colonia de ningún país, la intervención internacional siempre ha estado presente. Desde 1978 la intervención soviética estuvo acompañando al Gobierno afgano; tras ellos llegó el Estado Islámico en 1992; los talibán en 1996 y la última injerencia internacional liderada por EE UU.

La mayoría de los afganos tan solo ha conocido "la prosperidad" durante la intervención internacional de EE UU cuando se podía vislumbrar un atisbo de libertad en las grandes ciudades o durante el mandato de BUSCAR SEÑOR cuando algunas costumbres occidentales llegaron a Afganistán. En cambio, este corto periodo hizo que la vida de los afganos se convirtiera en una espiral de cambio constante.

La portavoz de ACNUR en España recalca que para que Afganistán se convierta en un país democrático algún día será necesaria mucha ayuda y apoyo para que sus ciudadanos puedan reconstruir, tener fuerza y tener la capacidad de futuro. "A pesar de que sea una utopía en este momento, eso no significa que no haya que seguir ayudando", menciona Vega.

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