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Los Balcanes, entre la UE y la influencia rusa: "El trato recibido es un poco humillante"

Balcanes occidentales.
Balcanes occidentales.
Carlos Gámez
Balcanes occidentales.

"Las fronteras siempre se han trazado con sangre". Esa frase de Ratko Mladic fue llevada al pie de la letra por el propio 'carnicero de Srebrenica'. Y en los Balcanes ya no hay, como hubo, sangre. Pero sí cicatrices. Muchas. Ahora, dos décadas después de una guerra que sigue pesando como una losa en Europa, las aspiraciones de los países navegan sobre aguas poco estables. En un lado, el ideal de ser miembros de la UE. En el otro, la intervención de la mano de Rusia en el día a día político y económico. Y no son posiciones compatibles, mucho menos desde que se inició la invasión rusa de Ucrania. ¿Qué pasa entonces en los Balcanes?

Precisamente ese acercamiento (y quién sabe si posterior entrada) a la Unión tiene como uno de los valedores a Pedro Sánchez, como reafirmó el propio presidente del Gobierno con un tour por distintos países esta semana. Pero el viaje ha coincidido en el tiempo con un aumento de las tensiones entre Serbia y Kosovo a cuenta de la intención kosovar de aceptar en su territorio solamente coches con matrícula nacional, y no serbia. España, en ese escenario, ha reafirmado que no reconoce la independencia de Kosovo (que se dio en 2008). Es una buena foto de un espacio geográfico lleno de matices.

Alejandro Esteso, politólogo e investigador sobre los Balcanes, explica a 20minutos que "si algo ha provocado la invasión rusa de Ucrania es que la ampliación hacia los Balcanes occidentales ha descendido puestos en la lista de prioridades de la UE y de los Estados miembros". Lo que ha pasado es que esa 'pérdida de puestos' se ha acentuado. "Ya de por sí era un tema que no lo estaba, pero ahora lo vemos más claro. La atención y los recursos se están yendo a Ucrania", asume Esteso.

"Hay un mayor desinterés. Las perspectivas son bastante pobres. Estamos hablando de un proceso que va a llevar años para reconstruir Ucrania, con el problema energético, etc", prosigue, por lo que los Balcanes, al fin y al cabo, tendrán que seguir en lista de espera. Y no pueden llevar a engaño los avances vistos en los últimos meses. "El tema de apertura de negociaciones con Macedonia del Norte y con Albania no es algo que se gestionó de un día para otro. Llevan siendo candidatos muchos años. Es un proceso que se ha construido con el tiempo y que haya ocurrido justo ahora atiende a otros factores que tienen poco que ver con la situación actual", argumenta el experto. Esa apertura, eso sí, tenía que llegar tarde o temprano: "Es un culmen cosmético de un proceso que llevaba años arrastrándose y que no era sostenible".

Precisamente sobre el acercamiento a la UE, el caso de Macedonia del Norte es el más llamativo de todos. Es país candidato desde hace 17 años, y su proceso se estancó hasta tal punto que acaba de darse luz verde al inicio de las negociaciones. "La UE tiene que cumplir con las promesas pasadas", avisó en su momento su primer ministro, Dimitar Kovačevski, justo después de la cumbre (fallida) entre la Unión y los Balcanes occidentales el pasado mes de junio. 

Hasta ahora, Skopje ha tenido que superar numerosos obstáculos. El primer veto, por cuestiones de tipo histórico, fue el de Grecia, que derivó en un cambio de nombre por parte del país candidato. Superado también el bloqueo de Francia, contraria hasta ahora a la ampliación de la UE, Macedonia del Norte salvó por último el 'no' de Bulgaria, de nuevo bajo la premisa histórica y cultural, según Sofía. Eso sí, el respaldo del Parlamento búlgaro (al plan apadrinado por Francia) exige a Macedonia más cambios relevantes en su Constitución. "Macedonia del Norte lo tiene mucho más crudo para presentarse como un caso de éxito. Albania no tiene ningún Estado miembro en contra de su proceso", añade Esteso. El de Tirana "va a ser un caso mucho más valioso sobre cómo va a funcionar la ampliación en 2022".

A Albania se le concedió el estatuto de candidato en 2014 pero los avances han sido muy lentos (y escasos) desde entonces. Su proceso ha ido de la mano del de Macedonia del Norte, por lo que también se acaban de abrir las negociaciones con Tirana. Así, de todos los candidatos balcánicos a la entrada en la UE hay cuatro con conversaciones abiertas: Serbia, Macedonia del Norte, Albania y Montenegro, siendo este último el país más avanzado en el proceso: del total de 35 capítulos en la actualidad se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres, de los cuales tres ya se han cerrado de manera provisional.

Sobre la situación de Bosnia y Herzegovina, candidato potencial a la adhesión (un segundo escalón) igual que Kosovo, Marc Casals, autor del libro La piedra permanece, sobre la realidad del país, comenta que "todavía hay heridas de todo tipo, psíquicas, físicas, existenciales. Hay restos de la guerra también en la economía. Pero al mismo tiempo es un país que desde los medios se suele percibir a través de la guerra, y en cambio hay otros muchos aspectos que son valiosos y que complementan el panorama del país".

"Los Balcanes solo centran la atención cuando hay conflicto o posibilidad de conflicto. Y estos estereotipos se trasladan a la gente que toma las decisiones", comenta Casals, que desde el punto de vista político define Bosnia como "presa de una lógica nacionalista cimentada desde dentro y desde fuera, con redes clientelares y con los Acuerdos de Dayton que la sostienen". La cuestión es cómo romper con esa lógica, se pregunta el experto.

Los Balcanes solo centran la atención cuando hay conflicto o posibilidad de conflicto. Y estos estereotipos se trasladan a la gente que toma las decisiones

Bosnia y Herzegovina, con todo, sigue lejos de la Unión Europea por muchos motivos. "Los avances con la UE han sido escasos porque la Unión no se fía y a los partidos políticos bosnios no les llega a interesar porque acercarse a la Unión Europea implica un aumento de la transparencia", explica. La conclusión, así, es bastante clara: "Los perjudicados son los ciudadanos, que son quienes se están yendo a Europa: la migración es masiva. Bosnia es sexto el país que más va a disminuir en población de aquí a 2050", sobre todo porque muchos jóvenes tienen familia en países de la UE, gente que en su momento "huyó de la guerra".

La UE, sin un plan claro

Al final, todo parece reducirse a una cuestión de voluntad política. "Una intención de Bruselas desde hace un tiempo no cambia una dinámica de años, que consiste en no tener un plan claro para los Balcanes occidentales", comenta Casals, en referencia por ejemplo a la apertura de negociaciones de la UE con Macedonia del Norte y con Albania. Y recuerda que Skopje "ha tenido que pagar un precio muy alto". Marc Casals no tiene la impresión de que la invasión rusa de Ucrania "haya cambiado el paradigma" con la región.

"La sensación es que la UE no sabe muy bien qué hacer con los Balcanes. Están en una posición que son Europa y no son Europa, aunque a mi entender son Europa en todos los sentidos", esgrime, con la diferencia de que "han tenido una historia un poco distinta". Así, Casals recuerda que la Unión "tuvo un papel completamente descoordinado" durante los conflictos de Yugoslavia y al final "el trato que han recibido los Balcanes es un poco humillante, no hay otra forma de definirlo".

Las comparaciones entre la situación de Ucrania y Moldavia y la de los Balcanes occidentales son inevitables. "Lo que hemos visto con Ucrania y Moldavia -como candidatos- es un gesto más simbólico que otra cosa. Falta mucho para que entren en un cauce serio. Hay que entender que es un proceso largo, costoso y doloroso", avisa Alejandro Esteso, quien apunta que la UE "ha nutrido constantemente el proceso de adhesión de los Balcanes" y por eso, dice, "no se entiende muy bien una actitud bastante ambigua". Al mismo tiempo, matiza una cuestión importante: "Es verdad que muchas veces los problemas los ponen los Estados miembros y luego es la UE en su conjunto la que recibe la mala prensa. La propia Comisión debería de hecho ser más tajante a la hora de señalar dónde hay que depurar responsabilidades".

"Uno de los problemas que ha ido lastrando la relación de la UE con estos países es que durante años se ha estado dando rédito a una serie de autócratas y de sistemas de Gobierno que no casan con los valores de la UE, con personajes políticos como Vucic en Serbia o como Dukanovic en Montenegro", sostiene el investigador. Y eso tiene consecuencias. "Claro, ahí llega un momento en el que las reformas se estancan o retroceden y eso repercute en una UE y unos Estados miembros poco satisfechos", sentencia Esteso.

Pero Casals, por su parte, quiere terminar con un matiz importante. "Tampoco los Balcanes son un bloque. Hay una diferencia muy clara entre Serbia y el resto de los países, porque en Serbia la mayoría de la población es claramente prorrusa". No obstante, dice, "hay varios aspectos que ofrece la UE que siguen siendo atractivos". Esto no es suficiente: "Al final la sensación es que no se da ningún criterio coherente". ¿Y abre por tanto esto la puerta a la influencia rusa en la región?

¿Cuál es la influencia de Rusia en la región?

Moscú es un actor fundamental en la región, como contrapeso de la UE pero también como ventana de oportunidad para países que se ven desplazados a un segundo escalón por el proyecto comunitario. Eso el Kremlin lo tiene muy en cuenta y aplica en los Balcanes la estrategia de "divide y vencerás". Vladimir Putin no necesita, como en Ucrania, recurrir a la fuerza para intentar imponer su modelo. En los Balcanes se basta con el poder blando: apoyo militar, dependencia económica o vínculos políticos. Un ejemplo de lo último es Milorad Dodik, líder de la República Srpska (el territorio serbobosnio en Bosnia y Herzegovina). También hay que contar con la propaganda rusa, pues emite el canal Sputnik en Serbia, Montenegro, la República Srpska y el norte de Kosovo. En esta zona, además, hay que contar con el importante peso de la Iglesia ortodoxa, otro punto en común con Rusia.

Rusia, al fin y al cabo, ocupa el espacio que deja vacío la Unión Europea. En este sentido, Esteso comenta que Moscú "tiene muy claro su papel", que es el de ser un actor desestabilizador. "Rusia no se presenta como un actor en la región, simplemente se aprovecha de la coyuntura". Es algo que, comenta, "se vio antes de la entrada de Montenegro en la OTAN o ante el referéndum en Macedonia del Norte para resolver su disputa con Grecia".

El Kremlin, por tanto, maniobra en "una especie de guerra de guerrillas", esgrime Esteso, "para desestabilizar los procesos de desarrollo europeo que se puedan dar en esos países". Serbia es, igual que la República Srpska dentro de Bosnia, la excepción. "Ahí sí se ven vínculos e ideologías que generan lazos políticos". Pero Rusia "tiene claro su rol" que es, sin duda, aprovechar los errores de los demás. Y mientras los Balcanes occidentales esperan un futuro no solo distinto, sino también mejor.

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