Tras dos años de pandemia, los festivales de verano han repuntado en 2022, por lo que se están celebrando decenas de espectáculos musicales de varios días a lo largo y ancho de nuestro país. 

Sin embargo, son varios los casos en los que un festival se ha tenido que cancelar a última hora o, incluso, que la organización se ha visto obligada a cambiar su ubicación o el cartel de programación. 

En estos casos, los consumidores pueden quedar desamparados y sin saber muy bien cuáles son sus derechos a la hora de recuperar el dinero invertido en estos eventos, por lo que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha dado algunas pautas claves. 

¿Qué pasa si cancelan un festival? 

Tanto si se cancela el festival como si se cambia la programación y el cartel previsto sin que se avise con suficiente antelación, la organización debe reembolsar el dinero a los clientes que así lo deseen.

Por otro lado, como indica la OCU, si hay gastos específicos además de la entrada del festival, como son los de desplazamiento o alojamiento, también se debe solicitar una compensación por los perjuicios causados.

Reventa, comida, bebida y otras dudas

En el caso de que sí que se celebre el festival, también hay una serie de derechos que tienen los consumidores en cuanto a la comida y bebida que se puede introducir en el recinto. 

Normalmente, no está permitido introducir ni bebida ni comida, aunque hay que tener en cuenta que es obligatorio que haya "puntos de agua potable gratuita y complementaria a la oferta comercial de la hostelería del festival".

Igualmente, es muy común que no se deje pasar comida al recinto, algo con lo que la OCU tampoco está de acuerdo, porque dentro de los festivales sí que se puede comprar, por lo que no debería haber ningún problema para que los consumidores entraran con la comida también.

Por otro lado, es muy común que en los festivales se organicen los pagos por medio de pulseras recargables, que son el único medio de pago admitido en el recinto para la adquisición de bebidas y alimentos. Esto supone "una práctica contraria a la normativa de consumo, que obliga a los empresarios a aceptar siempre el efectivo como medio de pago, y que además tiene unos elevados gastos de gestión y unas comisiones excesivas", como denuncian desde la OCU.

En último lugar, sobre la compra de entradas en la reventa hay que tener en cuenta que, según las normas, en la reventa física, el recargo no puede exceder el 20%: "Basta echar un vistazo a las páginas web de reventa para ver que a menudo se alcanzan precios realmente abusivos, el doble, el triple o más del precio oficial", indican desde OCU, que desaconseja acudir a la reventa debido también a los casos de fraude tan comunes.