Consumo responsable: un camino basado en decisiones conscientes

Una de las grandes patas de la sostenibilidad se basa en nuestros hábitos de consumo.
Una de las grandes patas de la sostenibilidad se basa en nuestros hábitos de consumo.
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Una de las grandes patas de la sostenibilidad se basa en nuestros hábitos de consumo.

La hamburguesa que te llevas a la boca, los pantalones vaqueros que vistes y el coche que conduces han supuesto, en mayor o menor medida, un impacto para el planeta. La vida en los países desarrollados y la sociedad de consumo nos han acostumbrado a un uso de los recursos que, de cara a los próximos dos decenios, resulta insostenible.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en los próximos 20 años se espera que millones de personas se sumen a la clase media en todo el mundo. Aunque define el hecho como "bueno para la prosperidad individual", también supone un aumento de la demanda de recursos naturales, ya de por sí limitados. "Si no actuamos para cambiar nuestras modalidades de consumo y producción, vamos a causar daños irreversibles al medio ambiente", avisan.

Prácticamente cualquier consumo tiene un impacto en la sociedad y en el medio ambiente. Por ello, las alternativas que apliquemos tanto en el conjunto de la sociedad como a nivel individual pueden marcar un gran cambio. 

Evitar el desperdicio

Cada año, alrededor de un tercio de los alimentos producidos, equivalente a 1.300 millones de toneladas, terminan desechados en cubos de basura de consumidores y minoristas o deteriorados durante la recolección y el transporte.

Por otro lado, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada kilo de carne que consumimos en un país desarrollado se traduce en 15.000 litros de agua gastados en su producción, mientras que la producción de un kilo de arroz supone entre 1.000 y 3.000 litros. La ONU es clara: la alimentación consume el 70% de los recursos hídricos del planeta y provoca el 10% de las emisiones globales.

Un cambio de conciencia

Con el desarrollo de la clase media aumenta también la demanda de energía; su obtención, a día de hoy, sigue contando con los combustibles fósiles como fuente más utilizada. Aunque el camino hacia las renovables ya se ha emprendido en numerosos países, es necesario regular y potenciar la inversión en este tipo de fuentes de obtención, democratizando su acceso y haciéndolo llegar a lugares en vías de desarrollo.

Además de estos dos ejemplos, existen una serie de sectores clave para el cambio. El replanteamiento de hábitos de consumo en vertientes como la moda, la construcción o el transporte y la logística son decisivos de cara a reducir las emisiones en el futuro.

Con esta necesidad sobre la mesa, la posición de las Naciones Unidas es clara: encontrar soluciones que ofrezcan modalidades de consumo y producción sostenibles también redunda de forma directa en el interés de las empresas. El ciclo de vida de los productos y su utilización, identificando la cadena de valor y sus puntos críticos, es el primer paso para saber dónde intervenir de cara a mejorar efectos ambientales y sociales.

Este es, según la ONU, el primer paso que las empresas de todo el planeta deberían dar de cara a diseñar soluciones que, explican, "inspiren y motiven a las personas a llevar estilos de vida más sostenibles, reduciendo los efectos y aumentando el bienestar".

Seis pilares imprescindibles para el cambio

Automóvil: El transporte de particulares por carretera es uno de los grandes responsables de la contaminación en entornos urbanos. En este sentido, las líneas de la ONU incluyen un planteamiento de urbanismo sostenible que priorice el transporte público, los accesos peatonales y el uso y democratización de los vehículos eléctricos.

Moda: Según la ONU, el sector de la moda es el segundo más contaminante del mundo. Por ejemplo, para fabricar unos pantalones vaqueros son necesarios 7.500 litros de agua. El cambio de la denominada fast fashion hacia modelos más sostenibles pasa por el diseño de materiales duraderos, producir con proximidad y reducir la rotación de prendas. 

Construcción: La construcción y el uso de los edificios en los que vivimos y trabajamos, entre otros usos, son los responsables de la mitad de la polución de las ciudades y del 40% de las emisiones globales de CO2. Frente a ello, se plantean la rehabilitación y la reconstrucción desde un enfoque sostenible permitiendo la eficiencia en múltiples aspectos.

Alimentación: Consumir un kilo de carne equivale a tirar de la cadena 1.500 veces. El sector de la alimentación es uno de los más contaminantes, y la reducción de su impacto requiere optar por productos eco, de proximidad y primar las alternativas vegetales frente a alimentos de origen animal, cuya producción genera mucho más impacto.

Energía: La producción energética genera buena parte de las emisiones de CO2 globales y, aunque en Estados Unidos y la Unión Europea son más limitadas en los últimos tiempos, la quema de petróleo y derivados sigue emitiendo 8,4 toneladas de dióxido de carbono al año. Una cifra insostenible que sitúa al sector energético como el más contaminante.

Logística: En Europa, el 24% del CO2 proviene del desplazamiento de vehículos particulares y de camiones o buques destinados al transporte de mercancías. Además, el transporte aéreo genera un 2% de las emisiones globales, lo que convierte al avión en el más contaminante. El comercio de proximidad es la forma más efectiva de hacer frente a este impacto.

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