Qué diferencias hay entre los cultismos y las palabras patrimoniales

  • A medio camino entre los cultismos y las palabras patrimoniales nos encontramos con los semicultismos.
Un crucigrama.
Un crucigrama.
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Un crucigrama.

Se calcula que alrededor del 70 por ciento de las palabras que utilizamos hoy en día provienen del latín, encontrándonos que en nuestra lengua tenemos un gran número de cultismos y palabras patrimoniales, existiendo algunas destacables diferencias entre unos y otras.

Qué son los cultismos

Los cultismos se tratan de términos que son usados en el lenguaje intelectual, literario o científico, siendo una de sus características que proceden de la lengua clásica sin apenas haber evolucionado en su fonética, quedando esos términos prácticamente a como ya se utilizaban en su origen.

Qué son las palabras patrimoniales

Por su parte, las palabras patrimoniales son aquellas que, proviniendo de una lengua originaria (en este caso el latín) han experimentado una serie de transformaciones, tanto en su escritura como fonéticamente, para adaptarse al idioma de los hablantes que las utilizan.

En numerosas ocasiones, dicha evolución no permite descubrir, a primera vista, cuál es el origen etimológico de una palabra patrimonial, debido a los cambios que la misma ha ido experimentando a lo largo del tiempo.

Ejemplos

Algunos ejemplos prácticos de términos latinos que han dado cultismos y a su vez palabras patrimoniales son: absentiam dio absentismo (cultismo) y ausencia (palabra patrimonial); limitem en límite y linde; denarium: denario, dinero; impulsare: impulsar, empujar; nominare: nominar, nombrar; ovum: óvulo, huevo; recitare: recitar, rezar; pluviam: pluvia, lluvia; titulum: título, tilde; taurum: taurino, toro; rotundum: rotundo, redondo; mansionem: mansión, mesón.

¿Y qué ocurre con los semicultismos?

A medio camino entre los cultismos y las palabras patrimoniales nos encontramos con los semicultismos, los cuales son palabras que han experimentado algunos cambios desde el término original en latín pero que no completaron su evolución fonética.

Como ejemplos de semicultismos tenemos la palabra “siglo”, la cual proviene del vocablo latino "saecŭlum" y que, de haber seguido su evolución natural, habría derivado en el término "sejo". Lo mismo ocurrió con "milagro", del latín "miraculum" y que podría haberse convertido en "mirajo".

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