Mercè Perea Diputada del PSC en el Congreso y portavoz de la Comisión del Pacto de Toledo del GPS
OPINIÓN

Cuidar los cuidados

LAB denuncia la precariedad de las trabajadoras del sector cuidados
 Trabajadoras del sector cuidados en una manifestación
Europa Press
LAB denuncia la precariedad de las trabajadoras del sector cuidados

Preguntar por cuidados es pensar en la imagen de una mujer, madre, hija… Un trabajo de baja cualificación y mal remunerado.

Y, al contrario de lo que pueda parecer, la economía de los cuidados ha sido y es objeto de preocupación y ocupación de los economistas e historiadores. Ya el historiador y filósofo Jenofonte, hace dos mil quinientos años, analizó la creación de riqueza en los hogares y la división del trabajo entre hombres y mujeres, como afirma Ángeles Durán en su libro La invisible riqueza del cuidado.

Los cuidados tienen una gran trascendencia en términos de ocupación y de desigualdad. Un sector de alta feminización que, si bien puede ser una oportunidad de empleo, puede acabar siendo una vida encadenada a salarios y condiciones precarias que impiden a la mujer una proyección profesional.

Como decíamos al inicio, la protagonista del trabajo de cuidados es la mujer. Una mujer principalmente migrante y con bajo poder adquisitivo, siendo este tipo de trabajo su puerta de entrada más habitual al mercado laboral. Estamos ante un modelo típico patriarcal en el que el proveedor de ingresos es el hombre y la mujer asume de forma central el cuidado como proyecto de vida.

Es cierto que, recientemente, hay una voluntad social de cambio, pero esta no se acaba de consolidar. El ejemplo lo hemos visto en la crisis sanitaria. En momentos en los que la mujer había entrado en el mercado laboral con fuerza, entrada la crisis nos volvemos a encontrar que, de nuevo, se asume la parcialidad, la temporalidad y la menor retribución salarial, y las mujeres acaban manteniendo el rol de cuidadoras y abandonando su carrera profesional.

El crecimiento de la población, el envejecimiento de la población y la transformación de las familias es un hecho. Y lo podemos vivir como una catástrofe -que algunos agoreros utilizan a fin de cuestionar políticas públicas progresistas- o como una oportunidad. Los socialistas nos inclinamos por lo segundo.

Estos retos son oportunidades que nos obligan a emprender transformaciones sociales y económicas que, de una vez por todas, han de asumir el peso económico del cuidado y el papel protagonista de la mujer. No hay alternativa.

Estamos ante un modelo típico patriarcal en el que el proveedor de ingresos es el hombre y la mujer asume de forma central el cuidado

Otro hecho es que la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres es imparable. Se inició el camino con la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres del gobierno de Zapatero. Un paso que consolidó el Real Decreto Ley 6/2019, cuyo objetivo es la eliminación de toda discriminación salarial y en condiciones laborales.

Medidas como el aumento histórico del 33,5% del Salario Mínimo Interprofesional de 735€ a 1000€ va dirigido a dignificar esos empleos peor pagados como son los cuidados. Pero lo primero que recuperó el Gobierno de Pedro Sánchez fue el Real Decreto Ley 28/2018, la cotización de cuidadores no profesionales que sirvió para proteger las carreras profesionales de las cuidadoras cuando se veían en la necesidad de ocuparse de sus familiares abandonando su profesión.

Si queremos decidir cómo queremos que nos cuiden o cómo queremos cuidarnos, tenemos que dar un paso más. Solo desde políticas de cuidado transformadoras, políticas de salud, de igualdad de género y de educación será posible lograrlo. Sectores como la educación, la salud y el trabajo social son la diana de esta inversión.

Si queremos cumplir con los Objetivos de Desarrollo y Sostenibilidad (ODS) de la ONU, tendremos que dar ese paso definitivo e invertir en materia de atención a la salud, de atención a las personas mayores en materia de cuidados de larga duración (ODS3), y lograr las tasas de matriculación en la educación -desde la educación de la primera infancia hasta la educación superior- a fin de conseguir el ODS 4.

Hoy podemos decidir qué y cómo queremos que nos cuiden. El Gobierno ha apostado decididamente por ello

Estas políticas deben ser asumidas colectivamente si queremos que sean una realidad. En caso contrario, ni nos sentiremos cuidados ni podrán cuidarnos, ya que llevará a las personas trabajadoras a un grave deterioro de sus condiciones de trabajo.

Además, será una oportunidad para contribuir a la transformación de la división por sexo del trabajo en los hogares y cambiar, así, las actitudes de las personas hacia el trabajo de cuidados.

Hoy podemos decidir qué y cómo queremos que nos cuiden. El Gobierno ha apostado decididamente por ello.

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