Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La comedia que ninguneó a la mujer

Ilustración de Efe Suárez.
Ilustración de Efe Suárez.
20minutos | Efe Suárez
Ilustración de Efe Suárez.

En riguroso falso directo y ante las cámaras de Netflix, David Letterman reconoció a Tina Fey que no sabía qué responder cuando le cuestionaban que sólo hubiera hombres en el equipo de guionistas de su mítico late show. Tal vez ninguna mujer querría trabajar a esas tardías horas, reflexionaba el cómico con ese paternalismo que llevamos dentro: la mujer casera, el hombre profesional. Entonces, Fey hizo entender a Letterman que el problema era bien distinto.

Tina Fey fue la primera mujer en trabajar como guionista en Saturday Night Live. Al llegar a la NBC, se percató de que la manera de elegir los sketches era muy democrática. El equipo de guion se juntaba en una mesa, leían sus propuestas y aquellas que mejor funcionaban en la propia sala de reuniones salían adelante. Pero siempre ganaban los mismos. Ganaban los hombres. El motivo: no había pluralidad de miradas sociales en la oficina. Predominaba el macho.

En ese ambiente, la compañera guionista Paula Pell proponía, una y otra vez, parodiar los spots de Coca Cola Classic con la invención de una marca de "compresas clásicas". Pero nada. A pesar de que era una idea brillante, el corrosivo gag pasaba desapercibido. No llamaba la atención en las reuniones. Porque para los hombres "eran cosas de mujeres". Como si las mujeres no formaran parte de la sociedad y fueran una cosa ajena, exótica, marciana... No comprendían de qué iba aquello y encima lo trataban con  condescendencia. Fey lo peleó, se grabó y el sketche triunfó.

Si en un equipo de guion no hay nadie que lo pille, las ideas no salen a la luz. Así son los círculos viciosos: anulan realidades porque no están ni quieren estar en ellas. De ahí que para las mujeres haya sido tradicionalmente más complicado entrar en determinados grupos de trabajo. No porque no quieran, sino porque hay equipos que surgen de ambientes cerrados de amigotes masculinos.

Cuanto más diversidad haya, en todos los sentidos, mucho mejor. La sociedad se sentirá reflejada. Es más, el humor será más rico. En nuestro país, exitosos podcasts como Deforme Semanal o Estirando el chicle cubren ese déficit histórico de comedia diversa que todavía hoy escasea en los medios de comunicación tradicionales. De hecho, durante años, hasta cuando los programas de prime time eran conducidos por cómicas el guion era cosa de hombres. Un escenario que ya ha ido cambiando. Pero menos de lo que parece. Aún todavía existe cierta resistencia de un paternalismo heredado que dificulta convencer en determinados contextos si no eres varón, heterosexual y blanco.

La comedia sigue marcada por una idiosincrasia masculina. Los roles están claros en una sociedad en la que nos han dicho de qué nos podemos reír dependiendo de nuestro sexo. Es evidente, las mujeres sufren más dificultades a la hora de transgredir las normas o ejercer la ironía en determinados temas. Y a menudo ellas son juzgadas por un rasero distinto en el que también influye su físico.

Se han ido erradicando prejuicios y clichés del pasado más rancio. Pero aún sobreviven grandes complejos que convierten a las mujeres en cómicas de segunda. Su trabajo es más invisible y encima tienen que demostrar más. Pero el humor es cultura, y no puede estar cojo. Como decía Tina Fey, algo falla si siempre ganan los mismos. Cuantas más realidades conozcamos y toquemos, mejores seremos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento