La marginada Historia hispana de los EE UU: "El camino hacia la Casa Blanca siempre será mucho más largo para un latino"

Descubrimiento del Mississippi por Hernando de Soto, cuadro expuesto en la Rotonda de El Capitolio
Descubrimiento del Mississippi por Hernando de Soto, cuadro expuesto en la Rotonda de El Capitolio
Architect of the Capitol
Descubrimiento del Mississippi por Hernando de Soto, cuadro expuesto en la Rotonda de El Capitolio

"Estados Unidos debería considerarse a sí mismo como un estado Latinoamericano". Lo dice convencida la doctora en Historia en Cambridge -especialista en en las Indias Occidentales españolas- y periodista estadounidense Carrie Gibson. Esta autora, afincada en Inglaterra, acaba de publicar en España El Norte. La epopeya olvidada de la Norteamerica hispana (traducción de Pablo García Hervás, Edaf, 2022).

¿Esa afirmación no levanta ampollas en su país? "Quizá en Tennessee, pero no en Los Ángeles", contesta con una sonrisa a 20minutos  Gibson en su reciente visita en Madrid. Esta historiadora cree que esa consideración, latina, ofrecería muchas ventajas sobre liderazgo y percepción para su país. En cualquier caso, con su obra "quiere abrir el debate" porque sabe que es una "cuestión difícil". "La realidad es que, aunque en EE UU se vende que la historia de la América Latina y la de nuestro país es diferente, es muy similar y compartimos mucho", afirma.

En su obra, Gibson hace un repaso de la profunda interconexión entre lo hispano y lo estadounidense que, obviamente, arranca mucho antes de la existencia de la propia nación. Desde Ponce de León y Hernando de Soto, hasta la compra de Luisiana; desde la independencia de Texas hasta el huracán María. Es una historia que implica primero a españoles, luego a novohispanos y más tarde a mexicanos, puertorriqueños o cubanos. Una comunidad hispana, o latina, término que está más extendido ahora. 

Esta historiadora sintió la necesidad de ahondar en el papel hispano de su país porque lo vivió en sus propias carnes. Gibson creció en Dalton, Georgia, una "ciudad totalmente blanca" a la que en los 90, cuando ella iba al instituto, empezaron a llegar migrantes hispanos para trabajar en la industria local en virtud del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Situada a mil kilómetros de la frontera con México, la localidad se transformó hasta hoy, donde casi el 50% de la población se identifica como latina. Ella estudiaba español como segunda lengua y aquello "fue algo muy formativo porque pude practicar". Sin embargo, con la experiencia de su abuela italiana en mente, Gibson se hizo una pregunta: "¿Por qué era más fácil 'hacerse americano' para un italiano que para un mexicano?"

La historiadora Carrie Gibson, en Madrid
La historiadora Carrie Gibson, en Madrid
EFE

Ese interrogante la llevó a adentrarse en la 'otra historia' "marginada, ignorada" de su país y en un debate identitario que involucraba a la cultura, la raza y la lengua.

Sin embargo, en tiempos de debate sobre la Leyenda Negra española a ambos lados del Atlántico, la mirada de Gibson no es complaciente. "Es un debate complicado y muy amplio. La llegada de Colón fue el inicio de algo totalmente nuevo. Fue un proceso que tuvo unas consecuencias de las que hasta ahora no se había hablado. Ahora es el momento, el tiempo de la colonización 'buena' ha pasado", asegura esta periodista e historiadora. En cualquier caso, cree que "muchos estadounidenses no saben qué tienen que ver los españoles con su Historia y, para entenderse, tienen que conocer las diversas fuentes de las que bebe su cultura, del pasado violento que lo forjó".

La Leyenda Negra afectaba indudablemente a los historiadores de finales del XIX y el XX. Pero, ¿a la gente del siglo XXI?

¿Qué opina sobre el derribo de estatuas de personajes españoles en EE UU? ¿No existe un doble rasero respecto a otros personajes anglosajones? "Sí, sin duda" asegura Gibson. "Aunque esto se da porque el uso y memoria de esos personajes ha cambiado". Asegura que Junípero Serra, el fraile franciscano tan fundamental en la historia de California y hoy tan rechazado allí, estuvo "romantizado" en el siglo XIX tras la anexión del territorio a EE UU. "Los californios habían perdido su identidad y su patria y lo necesitaban", explica Gibson, "pero en el siglo XX, la memoria nativa exigió que se le mirara como un símbolo de la opresión colonial". ¿Es prueba de la Leyenda Negra? "No está claro. La Leyenda Negra afectaba indudablemente a los historiadores de finales del XIX y principios del XX. Pero, ¿a la gente del siglo XXI?", se pregunta Gibson.

"Esas estatuas son símbolos de la tensión, del problema, que siempre ha existido", desgrana y asegura que no ha sido un proceso igual en todos los estados. "En Nuevo México, por ejemplo, siempre se utilizó 'lo español' como algo positivo, como una vinculación con lo europeo que necesitó un estado que tuvo que pelear durante 70 años su reconocimiento como tal".

Para los estadounidenses reconocer el peso de los españoles en su Historia les haría aceptar que comparten mucho con sus vecinos del sur.

En su recorrido, Gibson se pregunta, entre otras cosas, por qué está tan presente la memoria del papel francés en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y no tanto el también indispensable apoyo español, tanto financiero como español. La historiadora cree que para los estadounidenses "reconocer el peso de los españoles en su Historia les haría aceptar que comparten mucho con sus vecinos del sur".

Y eso es complicado. EE UU ganó casi la mitad de su territorio a su también joven vecino, México. Primero a través de una independencia, la de Texas, terriblemente idealizada. El Álamo, ya saben, aquella resistencia heroica y desesperada de unos colonos anglosajones frente a un poderoso ejército mexicano con aires napoleónicos que los estadounidenses tienen como hecho fundamental de su historia. Gibson describe las raíces xenófobas y esclavistas de aquella guerra: los texanos, migrantes originarios en su mayoría de EE UU, no aceptaban que la Constitución mexicana prohibiera la esclavitud -fue una de las primeras en hacerlo en el continente- y querían, entre otras cosas, que se les reconocieran su derecho a tenerlos. En clave moderna, eran unos inmigrantes, muchos de ellos ilegales, que peleaban para independizarse del país de acogida porque no querían cumplir sus leyes. 

Misión de El Álamo
Misión de El Álamo
Nuggehalli2015 / WIKIMEDIA / CC

"Cuando los migrantes son blancos nunca hay problema", explica Gibson. "Si no les gustan las leyes, el problema es la opresión del Gobierno. Un grupo de blancos que emigraron a México y no les gustó las leyes. Fue así, pero esa perspectiva no existe en EE UU a día de hoy", afirma esta historiadora.

Gibson asegura que, en su última visita al memorial de El Álamo, en San Antonio, Texas, en 2015, no vio "ni una sola mención a la esclavitud en los paneles o vídeos explicativos" de ese lugar, una de las diez atracciones históricas más visitadas del país. "Era increíble, tuve que preguntar a mi acompañante si me lo estaba imaginando", rememora. 

La historia de Gibson salta de Texas a Nuevo México, de Florida a California, de Nueva York a Nevada. Aparece West Side Story, la serie I love Lucy (cuya historia acaban de llevar al cine Nicole Kidman y Javier Bardem, con sendas nominaciones al Oscar, en Being the Ricardos y que supuso la primera vez que la televisión mostraba una pareja formada por una anglosajona y un latino, cubano en este caso) o el canal Univisión. Es una historia política, social y cultural.

Pero El Norte es también la historia de una discriminación. La que impide a una amplísima parte de la población sentirse plenamente estadounidense. "Es una cuestión de la lengua que hablas, de la raza, de lo que comes... Es un prejuicio", asegura y recuerda cuando Trump dijo que EE UU "era un país blanco".

Por eso, a pesar de su fundamental peso demográfico, muchos latinos dejan de hablar español. "Muchos latinos han perdido su propia identidad para poder ser americanos", asegura Gibson, cuando recuerda a ese 30% de población hispana que votó a Trump. "La izquierda de EE UU nunca ha sabido comprender que los latinos de su país es una comunidad muy diversa y luego se echan las manos a la cabeza", asegura y explica que los líderes políticos hispanos de su país "no hablan español" como Ted Cruz. Por todo eso, para Gibson, un latino lo tendrá siempre mucho más difícil que, por ejemplo, un afroamericano como Barack Obama para ser presidente. "No solo es la raza, importante en un país donde hay racismo, sino también la lengua", declara y afirma que "el camino a la Casa Blanca siempre será mucho más largo para un latino. Todavía mucha gente en el país escucha a alguien hablar en español y piensa que no es un compatriota".

¿No tiene solución está segregación? "Quiero tener esperanza", asegura, "pero hay un racismo muy profundo". "Necesitamos más educación, más películas, más series... La propia definición de los EE UU tiene que cambiar: dicen que es un país de emigrantes, pero mira cómo los tratan".

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