La brecha norte-sur vuelve a la UE para dar una respuesta a la crisis energética y divorciarse de Rusia

Pedro Sánchez, en Bruselas.
Pedro Sánchez, en Bruselas.
EFE
Pedro Sánchez, en Bruselas.

La Unión Europea está otra vez en una encrucijada. Se suele decir que el proyecto europeo evoluciona a base de crisis, y esta no va a ser una excepción. La dependencia energética de Rusia es tan alta que las diferencias entre los 27 sobre cómo gestionar la respuesta ante la invasión de Ucrania empiezan a ser palpables. Este jueves y viernes será una nueva cumbre del Consejo Europeo la que marque el paso en materia energética para divorciarse de Moscú, que ahora mismo suministra el 47% del carbón, el 25,7% del petróleo y el 38% del gas que se consume en la Unión. Ese cordón es el que quieren romper los gobiernos, pero la brecha norte-sur vuelve aparecer.

Los líderes debatirán las medidas a tomar para paliar los efectos negativos de la "guerra de Putin" sobre la UE y su suministro de energía. España ha tratado de liderar el debate con una idea base: la de separar los precios de la luz y de la electricidad. Y en ese marco encontró el apoyo de un frente Mediterráneo formado junto a Italia, Grecia y Portugal, a quienes también se sumó Francia. Pedro Sánchez, además, lanzó la propuesta de situar el precio máximo en 180 euros, pero también se encontró con la negativa de otros socios como Bélgica, Dinamarca, Alemania, Irlanda o Países Bajos, a los que no pudo convencer durante su gira europea.

España tiene claro que el modelo energético actual ya no vale, pero hay países miembros que no quieren asumir riesgos, sobre todo los que todavía son más dependientes si cabe del gas ruso, como es el caso de Alemania. La Comisión Europea tampoco estaba muy por la labor de la intervención, pero ha dejado sobre la mesa -para debatir en la cumbre- un menú importante de propuestas. El Ejecutivo comunitario incluye limitar los precios en el mercado mayorista de electricidad como una de las opciones, por ejemplo con compensaciones a los operadores eléctricos o interviniendo directamente para fijar un techo con precios de referencia. Eso sí, no se decanta por ninguna y deja que sean los Estados miembros los que debatan porque, al fin y al cabo, son los que deciden (y tienen que hacerlo por unanimidad).

Bruselas abre el abanico a una compensación a las empresas eléctricas por los precios de los combustibles fósiles, que tendría por objetivo reducir el impacto negativo de los altos precios del en el mercado, especialmente del gas que se usa como materia prima. Una idea que prevé que unos costes menores de los combustibles fósiles rebajará los precios de la electricidad.

Las otras dos propuestas de la Comisión, que sí podrían tener mejor acogida entre los socios, son la compra conjunta de gas (coordinada por el Ejecutivo comunitario, como ya pasó con las vacunas contra la Covid) y las reservas estratégicas. Según el documento presentado por Bruselas, los Estados tienen que llenar sus almacenamientos subterráneos de gas se llenen al menos hasta el 80% de su capacidad antes del 1 de noviembre de 2022, cifra que aumentará hasta el 90% en los años siguientes, con objetivos intermedios de febrero a octubre. Los operadores de los centros de almacenamiento deben informar de los niveles de llenado a las autoridades nacionales. Los Estados miembros deben controlar los niveles de llenado mensualmente e informar a la Comisión.

"La Comisión está dispuesta a crear un grupo de trabajo sobre compras comunes de gas a nivel de la UE"

Por otro lado, la compra conjunta de gas, otra iniciativa lanzada por España, también es un guante recogido por la Comisión. A falta de detalles, esto no tendrían por qué hacerlo los 27 a la vez, sino que podría darse en función de las necesidades de cada país. "La Comisión está dispuesta a crear un grupo de trabajo sobre compras comunes de gas a nivel de la UE. Al poner en común la demanda, el Grupo Operativo facilitaría y reforzaría el contacto internacional de la UE con los proveedores para ayudar a garantizar unas importaciones a buen precio de cara al próximo invierno", explican desde Bruselas. La Comisión Europea, de hecho, quiere reforzar el diálogo y los acuerdos con Estados Unidos a este respecto.

El norte pone pegas... y la cumbre se puede eternizar

España, ante la falta de consenso, propondrá poder topar el precio del gas solo con Portugal, porque se ha encontrado con el "no" del norte para una propuesta más amplia y ambiciosa. Esa tampoco parece una solución, y el norte apuesta por limitar los precios por importación y a muy corto plazo, mientras acusa al sur de "intervencionista". De hecho, la Comisión Europea avisa de que las medidas que se tomen ahora tendrán que ser limitadas en el tiempo y al mismo tiempo deja claro que no hay "una receta mágica". Mientras se pone la venda para el corto plazo, el Ejecutivo comunitario lanzará una revisión del mercado energético para el mes de mayo contando ya con la opinión de los expertos (que se conocerá en abril).

El tema energético, que es el principal, se abordará durante la jornada del viernes y el desacuerdo es palpable porque Alemania, entre otros, se ha cerrado en banda a la hora de tocar en exceso un sector crucial para ellos. El Gobierno de Olaf Scholz ya cerró con candado la puerta a aplicar sanciones al sector energético y aseguró que no dejará de importar gas ruso pese a la crisis. El país germano no es solo reacio a reformar el mercado energético en toda su amplitud, sino también a tocar algunos de sus elementos. En ese bloque se mueven también Amsterdam, Dublín, Varsovia o Budapest. Para Alemania y Países Bajos, de hecho, Sánchez es "como Don Quijote ante unos molinos" en su lucha por reformar el mercado energético.

Zelenski, Biden y otros temas ¿secundarios?

La cumbre es decisiva y especial por muchos motivos. Además de por lo que se juega la UE, la reunión servirá para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intervenga de forma presencia, y el líder ucraniano, Volodimir Zelenski, lo haga de forma telemática. Así, otro tema que se podría tratar aunque sin tanta profundidad es el proceso de adhesión de Ucrania a la Unión. El informe de la Comisión, que se presume favorable, estará listo en pocas semanas, y será el paso previo a que el debate pase a los 27. Ahí hay más discrepancias, y la vía exprés ni existe ni se la espera.

Está previsto, además, que el Consejo Europeo refrende la Brújula Estratégica, a partir de la cual se va a desarrollar una fuerza europea de acción rápida con 5.000 efectivos para hacer frente a situaciones de crisis. Esto entra dentro del refuerzo de las capacidades de la UE en Defensa. Los ministros de Exteriores ya dieron el visto bueno y solo falta que los jefes de Estado y de Gobierno sigan en la misma senda.

La UE está ante un momento de agitación total. El frente más urgente es el de la energía, con un mercado tensionado y soluciones que se hacen más necesarias que nunca, pero que al mismo tiempo evidencian una brecha que existe casi desde siempre. El norte y el sur no tienen la misma visión del proyecto europeo, y son los grandes debates los que vuelven a dejar esto claro. La unidad vista hasta ahora frente a Rusia puede resquebrajarse y Bruselas avisa de que eso no sería para nada lo deseable.

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