Cuando se produce un hallazgo arqueológico, los investigadores sienten una mezcla de alegría y excitación. A continuación viene la fase divulgativa, cuando se comunica y se explica el material encontrado. Pero, ¿qué pasa después? ¿Cómo se restauran y recomponen esas piezas? ¿Cuál es su aspecto final?

Para responder a estas preguntas, pero sobre todo para poner en valor el trabajo de los técnicos en restauración y el rico valor patrimonial de València y de sus 2.000 años de historia, el Centro Arqueológico de la Almoina, ubicado en pleno corazón de la ciudad, expone desde este miércoles 2 de marzo una selección de 63 piezas que conforma una especie de escaparate del material hallado en 29 excavaciones arqueológicas realizadas en València.

Su título, Renàixer (renacer, en valenciano), hace una metáfora con la nueva vida que adquieren estos objetos una vez han sido rescatados, normalmente hechos pedazos bajo capas de tierra, reparados, estudiados y contextualizados.

Organizada por el Servicio de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM) y comisariada por la arqueóloga e investigadora Pau Armengol Machí, la muestra está formada por objetos fabricados en diversos materiales (cerámica, piedra, madera, vidrio, hueso trabajado y metal) que abarcan desde la época romana hasta el siglo XX. Hay, por ejemplo, cerámicas procedentes de las necrópolis de la calle Virgen de la Misericordia y de la avenida de la Constitución, lucernas recuperadas en la calle del Salvador y en la Almoina o una pequeña figurita femenina de barro o Tintinnabulum aparecida en la calle Palomar.

De época andalusí se presentan cerámicas, tanto de cocina como de vajilla de mesa, estas últimas decoradas en verde y manganeso, alguna de ellas con inscripción en árabe como el ataifor (mesa redonda y pequeña usada por los musulmanes) de la plaza del Marqués de Busianos, en el que se puede leer Confía, tendrás bastante.

Las formas cerradas están representadas por jarritas y jarros decorados con la técnica de cuerda seca parcial y esgrafiado, como los recuperados en la excavación de las calles Eixarchs/Valeriola, en el antiguo arrabal de la Boatella, en las proximidades del Mercado Central.

De los siglos XIV y XV son dos magníficos ejemplares decorados en verde y morado, uno de producción turolense y otro valenciano a los que se unen dos piezas relacionadas con la producción del azúcar (las llamadas fomes de sucre).

AYTO. VLC

De los siglos XVII y XVIII se presenta un buen repertorio de cerámicas provenientes de varios talleres que van desde importaciones italianas de Faenza y de la Liguria hasta producciones turolenses en verde y marrón, y valencianas de reflejo metálico y polícromas.

En vidrio y hueso trabajado se han recogido utensilios de carácter más personal como botellitas de vidrio, agujas de hueso, un peine de marfil o un yunque para afilar hoces.

De metal hay restos de armas como una punta de jabalina y una lanza de hierro de época bajomedieval, así como una pistola y un revólver de las primeras décadas del siglo XX, presumiblemente de la Guerra Civil, arrojadas al alcantarillado.

Se han incorporado también tres hallazgos procedentes del Monasterio de Sant Vicent de la Roqueta (dos vigas de madera policromadas del siglo XIV) y una escultura de un pequeño ángel de mármol blanco perteneciente al altar de una de sus capillas.

AYTO. VLC

Por último, se expone un fragmento de tejido realizado con hilo de oro del siglo XI procedente del sudario de un enterramiento del panteón de los reyes musulmanes de Balansiya, recuperado en las excavaciones de la Almoina.

La muestra, que recoge todos los objetos en un catálogo, también incluye un mapa de la ciudad con los sitios en los que se han hallado las piezas como forma de implicar a la ciudadanía en la arqueología. De carácter temporal y con entrada gratuita, se podrá visitar a partir del 2 de marzo en el Centro Arqueológico de la Almoina, de martes a sábado de 10.00 a 19.00 horas, y los domingos, de 10.00 a 14 horas.

"No buscan tesoros, sino información"

La edil de Patrimonio y Recursos Culturales, Glòria Tello, destaca que los profesionales de la arqueología "no buscan tesoros, sino información". En su opinión, lo importante "son los contextos, no piezas aisladas", para extraer así conclusiones en una ciudad bimilenaria como València, donde distintos pobladores han dejado su huella. "Es como viajar en el tiempo con la imaginación y mirar tu barrio con los ojos de las personas que vivieron en ese mismo lugar siglos atrás", añade.