Teodoro García Egea no ha podido esquivar un desenlace ya escrito y dimite como secretario general del Partido Popular. Han sido días de presión creciente para la mano derecha de Pablo Casado que han tornado insoportables en el día de hoy. 

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Su dimisión se había convertido ya un clamor unánime por diputados, barones y todos los cargos orgánicos que personifican a García Egea como el máximo responsable de la guerra civil en el seno del partido. Mucho menos querido por los cuadros del partido que el todavía presidente, Pablo Casado, la marcha del 'número dos' era una condición previa, necesaria y diferenciada por la plana mayor del partido antes de certificar el final de la etapa de Casado al frente del PP.

Desde que Egea saliera al paso el jueves de las explosivas declaraciones de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, propiciadas por una campaña de filtraciones por parte de la secretaría general del PP, su futuro en el partido quedó sentenciado. Los meses de enfrentamiento soterrado entre Ayuso y la hasta ahora dirección bicefálica del PP dejaron la metralla en ésta última. 

Poco a poco, la dimisión de García Egea fue cogiendo forma. Primero fue esa parte del electorado encandilada por la presidenta Ayuso la que cercó Génova 13. Pero las voces tenues, las llamadas cruzadas de los barones en privado y los mensajes acabaron por consolidar un clamor público que, después de la insípida reunión del Comité de Dirección de este lunes, terminó con el Grupo Parlamentario Popular en bloque pidiendo el cese.

García Egea puso todos sus esfuerzos para tratar de esquivar en el día de hoy este desenlace, acorralado por todos los frentes del partido, incluso llegó a negarse ante la petición expresa de Casado. Un final ineludible para quien ha sido durante casi cuatro años el fontanero de Génova.