Cuando pensamos en un gato solemos asociar rápidamente la limpieza con uno de esos rasgos que mejor le definen. Los que conviven con un felino suelen admirar su capacidad y destreza para acicalarse y también el esmero que ponen en su higiene personal. Sin embargo, en determinadas ocasiones los gatos pueden dejar de usar el arenero. Una circunstancia que descoloca a los ‘mascoteros’ y a la que muchas veces cuesta encontrar una solución.

Antes seguir avanzando, es importante dejar claro que cuando un gato manifiesta este comportamiento - que los veterinarios denominan ‘eliminación inadecuada’- no lo hacen con ánimo de `venganza’, ni de llamar nuestra atención ni de demostrar enfado por algo. Orinar y defecar fuera del arenero es, simple y llanamente, una señal de que alguna de sus necesidades físicas o médicas no se están cubriendo por lo que es importante buscar el origen del problema para poder remediarlo cuanto antes.

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En primer lugar, lo primordial es descartar cualquier patología médica. Son varias las dolencias que pueden traer asociado como síntoma el dejar de lado el cajón de la arena. Por ejemplo, aquellas que originan un aumento del volumen de la orina como una enfermedad renal o la diabetes, dolor al orinar provocado por una cistitis, la diarrea o el estreñimiento, problemas neurológicos asociados la mayoría de las veces con el envejecimiento del animal, una disfunción cognitiva, problemas visuales o del olfato y la artritis. Es básico realizar una consulta y explicarle la situación al veterinario para que éste realice las pruebas pertinentes y descarte alguno de estos problemas.

Si el chequeo médico desecha cualquier tipo de dolencia ha llegado el momento de buscar otras posibles causas. Entre las más frecuentes están el marcaje, alguna experiencia traumática y los factores ambientales. Tanto los gatos como las gatas sin castrar pueden realizar marcaje con orina y con heces. En este caso puede identificarse porque el gato lo realiza de pie, levantando la cola y sobre una superficie vertical.

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Si en algún momento el animal se ha llevado un susto estando dentro de la bandeja o bien se le ha regañado por hacer sus necesidades fuera puede que asocie 'miedo' a la bandeja, esto le cree ansiedad y siga buscando otro lugar para desahogarse. Hay que evitar los castigos para no empeorar el problema.

En el caso de la que las causas sean ambientales hay que hacer un análisis exhaustivo de los siguientes elementos que pueden estar incomodando al minino:

El arenero: si es posible se recomienda tener dos bandejas por gato en dos lugares diferentes del hogar, que éstas estén colocadas además lugares tranquilos, lejos de zonas de paso y, por supuesto, de los recipientes de la comida y el agua, tenerlos a su disposición las 24 horas (no colocarlos, por ejemplo, en el balcón o la terraza cerrados de noche), que tengan un tamaño generoso y que sean de altura baja para facilitar su entrada.

La arena: aunque sean los humanos quienes la eligen en el supermercado o las tiendas especializadas hay que pensar sobre todo en las preferencias del gato. Evitar las muy perfumadas y gruesas y colocar una capa generosa de al menos tres o cuatro centímetros que le permitan escarbar y enterrar sus deposiciones.

Limpieza: el gato es un animal muy limpio, como ya hemos comentado, y por ese mismo motivo si la arena está sucia o él considera al menos que lo está buscará otro lugar para hacer sus necesidades. No olvidemos que somos los humanos los que tenemos que preocuparnos por esta tarea. Se debería recoger la arena mojada y las heces al menos una vez al día y hacer una limpieza exhaustiva de la bandeja como mínimo una vez al mes usando agua y jabón.