Yolanda Díaz y Antonio Garamendi se han dado ya demasiados abrazos. La negociación que la ministra de Trabajo y el líder de la CEOE han protagonizado estas últimas semansa por la reforma laboral ha supuesto demasiadas fotos conjuntas de dos dirigentes que -según sus respectivas bases- deberían estar en campos opuestos. El entendimiento de Díaz con los empresarios le ha supuesto un enfado entre los socios de izquierdas de Unidas Podemos, que han visto cómo la coalición de Gobierno les dejó de lado en una de las leyes sociales más relevantes que se van a aprobar en la legislatura.
A la vez, al líder de la CEOE tampoco le ha salido gratis tanta foto y muestras de concordia con la vicepresidenta Díaz, que a la vez es una destacada militante del PC. Varias asociaciones territoriales de empresarios se han desmarcado del pacto y han afeado a Garamendi algunas de las cesiones a las que tuvo que llegar.
Así que, tras pactar la reforma laboral, ahora toca escenificar distanciamiento. Y la subida del SMI parece el argumento perfecto: el líder de la patronal ya ha traslado su rechazo a la propuesta de la vicepresidenta de elevar el SMI hasta los 1.000 euros al mes. Este rifirrafe, que forma parte del guion, no impedirá que la subida del SMI se apruebe. Y ya sin el apoyo de la CEOE y con el ‘sí’ de ERC y otros socios de izquierda. Las aguas vuelven a su cauce.
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