'El libro de Fernando Fernán Gómez', el manual de un maestro de maestros (cómicos)

Cien años del nacimiento de Fernando Fernán Gómez: actor, cineasta, escritor y gran exponente de las artes españolas
El actor, cineasta y escritor Fernando Fernán Gómez.
20M EP
Cien años del nacimiento de Fernando Fernán Gómez: actor, cineasta, escritor y gran exponente de las artes españolas

El próximo 12 de febrero, en el Palau de les Arts de Valencia, se llevará a cabo la ceremonia de los Premios Goya. Será la culminación al Año Berlanga, de ahí que sea la ciudad mediterránea la elegida como sede. Sin embargo, también en 2021 se cumplía otro centenario de un hombre totémico para entender la historia del cine español: Fernando Fernán Gómez. Estará presente, aunque de una forma casi espiritual, a través de sus discípulos: no por nada el Goya de Honor, José Sacristán, suele comentar que él únicamente se encuentra "en segundo de Fernán Gómez".

Porque quizá Fernán Gómez sí que tuviese (tenga, en su enorme legado cultural) algo de alta escuela, como ese profesor barbudo que enseñaba la lengua en espiral de las mariposas o ese pícaro que aprendía a base de golpes de la vida y daba bandazos junto a su fiel lazarillo. De hecho, si va cada maestrillo con lo propio, el suyo no podría ser otro que El libro de Fernando Fernán Gómez, editado por Blackie Books para conmemorar la figura del genio que vino al mundo el 28 de agosto de 1921 Lima, Perú (aunque en su partida de nacimiento apareciese Buenos Aires por una gira por teatros que realizaba su madre por Sudamérica).

"Parece que hago muchísimas cosas porque actúo, dirijo cine, he escrito obras de teatro y guiones, escribo libros, trabajo en la radio... Pero es que yo, por ejemplo, no sé conducir automóviles, no sé bailar, no sé montar en bicicleta. No sé hacer muchísimas cosas que cualquier otra persona hace. Y por tanto pienso que cualquier otra persona es más polifacética que yo" llegó a afirmar el genio entre otras muchas de las perlas que se hayan en esta mezcla de biografía y hagiografía que reúne desde 70 extractos de su obra literaria de Fernán Gómez (desde El mal amor El arte de desear a El vendedor de naranjas o Las bicicletas no son para el verano o varios de sus poemas) a multitud de pasajes de sus propias memorias, El tiempo amarillo.

Además de ello, todo un álbum fotográfico, carteles de cine y teatro, su discurso de ingreso en la Real Academia Española (ocupó la silla B desde el 30 de enero de 2000 hasta su muerte, el 21 de noviembre de 2007), una parte del guion que escribió para la serie Cuéntame cómo pasó que nunca se rodó o sus cartas a los Reyes Magos pasados los 80 años, cuando le daban igual las faltas de ortografía y pedía libros de Pérez-Reverte o Umberto Eco, bolígrafos "que pinten de diversos colores", un ordenador o tirantes negros porque los otros se le habían roto. Acababa estas misivas con posdatas como "¡Biba la República!" [sic] o "No me corre prisa".

Y sin embargo, el libro parece un bosque de anécdotas. A cada página ves desfilar multitud de nombres con los que Fernán Gómez se encontró en su vida. Nombres como los de María Dolores Pradera, su primera esposa, Paco Umbral, que despotricó a su manera de Feroz, una de sus cintas más incomprendidas, o de rodajes, como el de La venganza de Don Mendo

Sobre esta película, el hombre que se veía "muy capacitado para no hacer nada" cuenta que a pesar de haber interpretado de todo en sus, entonces, "veintitrés años de oficio", desde guardia marina a demonio, futbolista, flamenco, boxeador, bandolero, abogado o torero, él "no tenía historicidad, ni romana ni medieval ni renacentista ni nada". "La venganza de Don Mendo era una buena oportunidad para que me tomase la revancha".

Hay otras anécdotas que aúnan ambas: nombre y filmación. De Víctor Erice, por ejemplo, asegura que no le dio ninguna instrucción cuando rodaron juntos El espíritu de la colmena. "Le pregunté: 'Pero, ¿incluso en algún momento en que yo no entienda de qué trata esto, tampoco me dirás nada?'. Y me contestó: 'No. Si no lo entiendes y te limitas a andar queda mejor". O que en la primera edición de los Goya, cuando su película El viaje a ninguna parte fue la gran triunfadora, estaba en su habitación sin ver la gala. Fue Emma Cohen quien entró corriendo diciéndole que había ganado cuatro.

Precisamente Emma Cohen fue una persona esencial a la hora de entender quién fue Fernán Gómez. La actriz, con la que vivió alrededor de 30 años y con la que compartiría obras maestras como Juan Soldado, El abuelo, ¡Bruja, más que bruja! Mambrú se fue a la guerra, llegó a declarar en una entrevista en los años 80, como se recuerda en el libro, que la persona que más le había aportado como ser humano era Fernán Gómez. "¿Ha sido buen profesor?", le preguntó, a lo que ella respondió: "Sí, precisamente porque no pretende serlo".

Y quizá por eso aún sigue enseñando a nuevas generaciones. Ver a Fernán Gómez actuar, dirigir, escribir y, en fin, cualquiera de las posiciones culturales en las que se desempeñó, es ver un legado total, lleno de esa enjundia y esa voz suya, ronca, alta, tan característica. "Mis películas están mal hechas porque son españolas, y como la sociedad española está mal hecha, son realistas", se le ocurrió decir en un momento, como que no se consideraba "consagrado" porque "en este país nadie se consagra nunca".

Aunque se le reivindique con estos libros, parece inane, porque él continuamente se reivindica solo. Cuando se le redescubre en una película que no se había visto. En un poema o un frase acertadísima. Incluso en la peregrina idea de lo viral que se hubiese vuelto hoy su "¡A la mierda!". "¿Puede interesar a alguien la vida de un hombre que nació hijo de cómicos y que al llegar a la jubilación sigue siendo eso mismo... un cómico". Sí, Fernando, interesará siempre.

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