Rusia gana tiempo tras la presión de Estados Unidos y promete que no tiene "planes de atacar" a Ucrania

Anthony Blinken y Sergei Lavrov, antes de la reunión en Ginebra.
Anthony Blinken y Sergei Lavrov, antes de la reunión en Ginebra.
MARTIAL TREZZINI
Anthony Blinken y Sergei Lavrov, antes de la reunión en Ginebra.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
EFE

Avances tímidos, pero quizás efectivos para evitar un conflicto. Ginebra acogió un cara a cara entre el jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Ambos llegaron a Suiza sin moverse demasiado de sus posiciones pese a la complicada situación y la tensión, a la vista de los acontecimientos, seguirá vigente al menos hasta que se alcance un punto en común más firme. En todo caso, ambos definieron las conversaciones como "útiles y sustanciales" en un ambiente de tensión cortante del que la sombra de las intervenciones militares no ha desaparecido del todo.

Eso sí, Moscú ha asegurado que no tiene "planes de atacar Ucrania", pero le pide a Washington "compromisos por escrito" para la próxima semana acerca de las propuestas de seguridad que hizo el Kremlin, y que incluyen, entre otras cosas, que Ucrania no entre a formar parte de la OTAN. Asimismo, cree que esa posibilidad de ataque ruso a territorio ucraniano forma parte de la "histeria" tanto de EE UU como de la UE. "Esperemos que no dominen las emociones", dijo Lavrova a este respecto. 

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Desde el otro lado, la Casa Blanca recoge ese guante del pacto y sostiene que va a compartir, sobre un papel, "sus posiciones" -suya y de los aliados- "en los próximos días", según explicó Blinken, que al mismo tiempo presionó a Rusia asegurando que la crisis tiene dos caminos de salida: la diplomacia o el conflicto.

Rusia, dentro de sus exigencias, insiste en que la OTAN deje de desplegarse en la que el Kremlin considera que es su zona de influencia en el Este de Europa y ha pedido que la Alianza retire las tropas de Rumanía y de Bulgaria. El segundo es precisamente un país al que España se ha ofrecido a enviar cazas como medida de disuasión ante los planes de Vladimir Putin. Washington, por su parte, insiste en no ceder pero deja la mano tendida para "una solución diplomática".

Lo que han hecho ambas partes con el encuentro ha sido ganar tiempo. En la rueda de prensa posterior al encuentro, el cual se alargó durante la hora y media prevista, Lavrov aseguró que no quiere "especular" con lo que va a pasar y recalcó que las "esferas de influencia existen", ya "desde la época poscolonial". Esto contrasta por ejemplo con la posición de la UE, que no quiere "volver a los tiempos de Yalta", cuando el mundo se dividió precisamente en esferas de control estratégico. "Hemos dicho repetidamente que no vamos a atacar Ucrania", reiteró el ministro de Exteriores, que dice no entender por qué Occidente se mueve en ese escenario.

Blinken conjugó dos perfiles durante su comparecencia: el más amigable con otro algo más duro. Se comprometió a "compartir" con el Kremlin las preocupaciones de Estados Unidos y de sus aliados -en referencia a la OTAN- negro sobre blanco, por escrito. Pero al mismo tiempo le lanzó un mensaje a Putin al decir que Rusia tiene "dos opciones" ante la crisis: "Una salida diplomática o una escalada hacia el conflicto". Si eligen la segunda opción, añadió, "habrá graves consecuencias y condena internacional". De donde no se movió Washington fue de la idea de que la política de ampliación de la OTAN no va a cambiar para contentar a Rusia. Y además no dejó pasar la oportunidad de lanzar un dardo a quien se sienta en el otro lado de la mesa. "La interpretación amable sería que a veces nosotros y Rusia tenemos diferentes interpretaciones de la historia", espetó.

Lavrov, en cualquier caso, no quiso adelantar acontecimientos y dejó claro, tal como dijo haber hecho en el encuentro, que la inestabilidad en Ucrania no es consecuencia de las acciones rusas, sino de sus propios problemas internos. Y por lo demás no se movió de lo ya conocido: quiere que Occidente levante el pie del acelerador en la zona. "No he escuchado ningún argumento que sostenga la postura estadounidense sobre lo que ocurre en la frontera ruso-ucraniana. Solo preocupación, preocupación y preocupación, pero nuestra preocupación alude a hechos reales que nadie oculta: el suministro de armamento a Ucrania, el envío de cientos de instructores militares occidentales", declaró el ministro de Exteriores. 

Ucrania, como eslabón débil y centro del problema, mantiene las alarmas encendidas. De hecho, su presidente, Volodimir Zelenski, ha alertado de que Rusia podría llevar a cabo un intento de ocupación en la ciudad de Jarkov, situada en el noreste del país, y avisó de que este podría ser "el comienzo de una guerra a gran escala", para la que dice, su país está preparado. "Lo diré de manera realista: si Rusia decide aumentar su escalada, por supuesto, lo van a hacer en territorios donde históricamente hay personas que tienen lazos familiares con Rusia", sostuvo en una entrevista en 'The Washington Post'.

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