ENTREVISTA | Nieves Herrero: "Hoy en día no se entendería que Letizia comprara una gran joya"

  • La periodista y escritora Nieves Herrero recoge en la novela ‘El joyero de la reina’ la vida y la obsesión por las grandes joyas de Victoria Eugenia.
La periodista y escritora Nieves Herrero.
La periodista y escritora Nieves Herrero.
Jorge Paris
La periodista y escritora Nieves Herrero.

La reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII y bisabuela del rey Felipe VI, fue una gran amante de las joyas. Nieves Herrero ficciona, con rigor, esa obsesión y la vida de la monarca en la novela El joyero de la reina (Ediciones B). 

¿Por qué este libro, esta temática? Hace ocho años que la tenía en mente. Cuando acabas una novela ya tienes varias pensadas y Victoria Eugenia siempre ha sido una reina muy incomprendida y me apetecía explorar el porqué de su fijación con las joyas y empecé a leer sobre ella, sobre las joyas de pasar y quería saber el porqué de esa querencia por las joyas.

Y empezó a investigar... Empecé a hablar con la familia Ansorena, porque Ramiro, el abuelo de la generación actual era el joyero de la reina y me empezaron a enseñar sus diseños y cosas de él y me empecé a entusiasmar. Me enseñaron a uno de los artesanos que hace verdaderas maravillas y me trajo un día los buriles y las herramientas con las que trabaja, me enseñó los materiales y me entusiasmé.

Pero el destino tenía otros planes, ¿no? Entremedias se me colaron dos novelas. Pero en la pandemia, como estaba encerrada pensé que era la hora de escribir la novela que tenía desde hace ocho años en la cabeza. Gracias a las joyas, a los palacios, a las desdichas de la reina salía yo de mi propia realidad, así que escribir esta novela me ayudó mucho. Muchas veces empiezas a escribir una cosa, la dejas en un cajón, vuelves a cogerla… como esa tengo varias en el cajón.

Es historia, pero está novelada… ¿no? Es novela. Siempre procuro hacer novela porque me divierte más que hacer una biografía o un documento con testimonios de la época. Procuro siempre aportar un lado que no se haya trabajado y en este caso es el lado del joyero y la vida de Victoria Eugenia. Son dos vidas que van en paralelo y que confluyen. De Machado se ha hablado mucho, pero de su último amor, Pilar de Valderrama no, por ejemplo. Procuro encontrar un testimonio o aspecto que resulte nuevo, que le de otra visión al personaje.

¿Qué vamos a aprender con este libro? Gracias a la novela comprendemos de dónde le viene la querencia por las joyas, que heredó de su abuela, la reina Victoria, tan rígida pero tan amante de las joyas, le viene de su dama inglesa, que fue la precursora de las excavaciones egipcias de Howard Carter, el que descubrió a Tutankamón… estas personas que la rodeaban eran muy cultas y con muchas inquietudes y ella heredó ese gusto. Y les atribuía hasta un punto mágico a las joyas. Para ella no sólo eran un ornamento, las perlas, los diamantes, las amatistas, los rubíes, tenían un sentido. Y acabó siendo una gran experta.

¿Ha podido ver las joyas reales? Me habría encantado haberlas visto. Las he visto en fotos todas y estuve en tratos con Patrimonio Nacional y con Llanos Castellanos [María de los Llanos Castellanos, presidenta de Patrimonio Nacional entre febrero de 2020 y julio de 2021] pero justo hubo un cambio de ocupación de ella y tuve que volver a empezar y no me daba tiempo. Lo intenté y era largo en el tiempo, la petición de ver y tocar había que hacerla con mucho tiempo y no se pudo. Lo intenté y me quedé con las ganas. Pero no creas que he renunciado a ello (risas) porque tengo mucha curiosidad por verlas muy de cerca.

Son joyas, pero son historia y casi amuletos... Sé que la reina, cuando estaba muy malita ya, pedía que le sacaran las joyas para verlas y tocarlas, porque le daban felicidad y vida. Intuyo que si las viera de cerca me quedaría como cuando uno ve un cuadro de Goya, con la boca abierta. Son joyas muy importantes, muy de artesanía, que tienen mucho valor histórico pero también mucho valor económico.

¿Tiene usted afición por las joyas? No soy nada aficionada, es más se me olvidan. El anillo de boda muchas veces no me lo pongo para no perderlo. Tengo alguna cosa familiar, otras las he perdido, porque tengo tendencia natural a que me pase. Alguna pulsera de mi madre me la he puesto y me la he perdido. Y los anillos me los he dejado en lavabos ni te cuento de veces, porque me lavo mucho las manos. Así que procuro ponerme pocas cosas, porque luego me llevo mucho disgusto porque son recuerdos familiares. Algún día las personas de seguridad de Onda Madrid me han dado anillos que me he dejado en un baño. Es muy típico de mí. Voy siempre pensando en siete cosas y llevar cualquier anillo me sirve para estar dándole vueltas.

La periodista y escritora Nieves Herrero.
La periodista y escritora Nieves Herrero.
Jorge Paris

¿Las joyas se han popularizado con el paso del tiempo? Hace un siglo el pueblo no tenía acceso a las joyas. El poderío de un rey o una reina era enorme y el del pueblo, muy poquito. Poco a poco en las familias empezó a poderse, a lo mejor un anillito y con mucho esfuerzo y eso iba pasando de mano en mano. Había joyas de pasar de los ciudadanos. Al morir mi padre dejó sus relojes a mis hermanos y al morir mi madre las dos hermanas miramos qué queríamos cada una, aunque tampoco había tanto y le doy esa trascendencia.

El joyero de la Casa Real se ha ido haciendo poco a poco, ¿es así? Cada monarca aumentaba ese elenco de joyas de pasar, pero hoy en día no se entendería que Letizia comprara una gran joya… Son otros tiempos que nada tienen que ver con 50 años atrás. Y digo 50 años porque el rey Juan Carlos sí compró en subastas alguna joya que había pertenecido a su familia.

Ahí está el caso de la gran perla Peregrina... Alfonso XIII quiso en algún momento recuperar La Peregrina y el propio Gobierno de España le decía que había muchas cosas en las que gastar y que no podían invertir en eso. Hemos tenido oportunidades de comprarla, pero en el siglo XX siempre hemos estado achuchados de dinero.

¿No hubo polémica con esa perla? La Peregrina acabó en Estados Unidos en una subasta, donde el propio Alfonso de Borbón estuvo pujando porque la quería Victoria Eugenia. Ella siempre reivindicó que la suya era La Peregrina, pero aún así pujaron y cuando no pudieron llegar a la suma de la puja al día siguiente ella reivindicó que la que ya tenía era la auténtica, lo dijo en una rueda de prensa mostrando su perla y diciendo que la que tenía La Peregrina era ella. El rey le dijo que esa era la peregrina, pero poco a poco el propio Ramiro Ansorena le hizo ver que aquella era una joya muy importante independientemente del apellido que tuviera, pero que no era La Peregrina. Pero aún así en el codicilo testamentario lo que ella la sigue llamando como La Peregrina.

¿Quién aumentó más ese joyero real? Isabel II fue la reina que más gastó en joyas. Regalaba joyas a todo el mundo. Al primer ministro, que iba a verla, una joya. Pasaba por allí un enviado de lo que fuera, pues le regalaba una pitillera de oro o de plata… compraba muchas joyas.

Hoy en día sería impensable, claro... A día de hoy esos gastos en joyas no los pueden tener. Existe mucha transparencia en los gastos de los reyes y no se entendería la inversión de miles de euros en una joya. Aún así los reyes reciben regalos y qué mejor escaparate para una joyería que la reina luzca una pieza. 

¿La monarquía es más discreta ahora? No usan joyas tan imponentes como antaño porque hoy en día no pega ver ese collar de esmeraldas y diamantes de Victoria Eugenia, no se lo veo a la reina Letizia. Sin embargo en la corona holandesa, la sueca, la belga… sí que se les ve llevando sus joyones, o a Isabel II de Inglaterra, que son los que poseen las joyas más importantes de la realeza europea.

La monarquía y las joyas han tenido idas y venidas, ¿no? Las joyas a los reyes les sacaron de muchos apuros en el exilio, tanto a Isabel II como a otras muchas reinas. Joyas de María Cristina fueron vendidas por sus hijos y sus herederos en alguna ocasión.

El rey regalaba joyas a la reina para congraciarse después de haberle sido infiel… ¿es la mejor manera de pedir perdón? Yo creo que eso lo sabemos las mujeres, que una infidelidad se puede tratar de tapar con un regalazo y qué mejor regalazo que un anillo de diamantes o de rubíes o zafiros. Por eso siempre digo que hay regalos envenenados y que hay que saber muy bien el por qué de esa joya. Una joya en exceso puede hacer que te preguntes qué está pasando. Y con Victoria Eugenia muchos de los brillantes que iban sumándose a su collar de chatones eran lágrimas e infidelidades y ella lo sabía perfectamente.

Ella también tiró de joyas para pagar cosas, ¿no es así? Se dice que el palacete de la Vielle Fontaine, en Lausana, Suiza, lo pudo comprar porque le prestó dinero una amiga y porque vendió varios chatones.

¿Hay que envidiar el joyero de Isabel II? ¿Cómo está en el ranking el joyero real español? No tenemos tantas piezas, pero las que tenemos son muy importantes. Entre las 20 y las 30 piezas más importantes de la realeza hay algunas nuestras, como la Tiara de la Flor de Lis, el Collar de Chatones, Las Pulseras Gemelas, que están muy arriba en la lista. Pero desde luego el primer puesto es de los británicos, porque tienen las más grandes y el tamaño en las joyas importa, así como en otras cosas no.

La corona inglesa tiene parte del brillante Koh-i-Noor, que es de los más grandes que hay en el mundo y tiene una espinela de un tamaño increíble y está cuajada de diamantes, zafiros y rubíes.

Incluso las coronas son diferentes... Nuestra corona es de plata dorada, sin ninguna piedra. Y ella se pone la corona en la cabeza, nuestros reyes no. Tenemos menos pompa, joyas que son históricas e importantes, pero no hemos seguido sumando.

Ramiro García Ansorena era más que un joyero, era casi un miembro de la corte… Desde luego era uno de sus allegados más leales. Ceferino Ansorena fue el joyero de Isabel II, José María García Moris, el yerno, fue el joyero de María Cristina y su hijo, que era Ramiro García Ansorena, lo fue de Victoria Eugenia. Había otros joyeros cercanos, pero Ramiro tenía una cercanía especial porque estaba constantemente modificando las joyas de la perla, combinándolas, cambiándolas… las joyas tenían movimiento, estaban vivas.

¿Cómo vivieron durante la república, con la aversión a la monarquía? Tuvieron que cerrar el taller, cambiarse de casa y dejar de decir que eran joyeros. Ramiro como había estudiado derecho, se presentaba como abogado y omitía que había sido cercano a los reyes, porque suponía un problema en todos los sentidos.

Ellos tenían joyas personales que fueron vendiendo para poder tirar hacia adelante. Cuando acabó la guerra reabrieron el taller y la joyería en la calle de Alcalá.

¿Como escritora, qué le parece el tema de Carmen Mola? Me sorprendió que hubiera tres hombres detrás de Carmen Mola, pero es que uno de ellos ha sido guionista de alguna cosa mía. A Antonio Merecero le tengo mucho cariño… Así que me quedé con la boca abierta, pero una vez que lo digerí, pues ya está.

Hay mucha gente que se cambia el nombre y de pone pseudónimos extranjeros. Creo que el cambio de nombre y ocultar identidades se ha hecho mucho a lo largo de la historia. Muchas mujeres se vieron obligadas a ponerse nombres masculinos y esta vez ha sido al revés. Ha sido valientes y honestos al revelarlo.

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