Las caras de la violencia policial en Colombia: "En mi corazón de madre yo sabía que a mi hijo me lo habían matado"

Imagen cedida por los familiares de Nicolás Guerrero, Kevin Aguedo y Michael Andrés.
Imagen cedida por los familiares de Nicolás Guerrero, Kevin Agudelo y Michael Andrés Aranda.
Collage: Elena Pérez Palomino
Imagen cedida por los familiares de Nicolás Guerrero, Kevin Aguedo y Michael Andrés.

"Subo a la ambulancia y alcanzo a hablar con mi hijo. 'La Policía me disparó, pero yo estoy bien mamá, yo estoy bien', me dice. Entonces me pide que le dé la mano, me la estira y yo se la aprieto fuerte. Cuando lo toco lo siento demasiado frío y le digo al paramédico que está muy mal, que está muy frío (…). Me subo delante en la ambulancia y empiezo a gritar que nos vayamos rápido, mientras le digo a Michael: 'no te duermas no te duermas, quédate, no te vayas, no te vayas, aquí estoy yo'".

Estas fueron las últimas palabras que María Italia Pérez pudo tener con su hijo, Michael Andrés Aranda, uno de los muchos jóvenes que hace seis meses salieron de casa para manifestarse en las calles de Colombia y cuyas vidas se truncaron para siempre.

Los últimos reportes de organizaciones como Human Right Watch aseguran que durante el Paro Nacional (las movilizaciones que empezaron en abril de 2021 en Colombia), más de 30 personas han perdido la vida a manos de la Policía colombiana, y han recibido cerca de 70 denuncias creíbles. Algunas organizaciones locales elevan la cifra de muertes a más de 80

Además, Amnistía Internacional ha recogido en su último informe más de un centenar de casos de personas víctimas de trauma ocular a causa del "actuar desmedido de la Policía colombiana" y denuncian "violaciones a los derechos humanos e incluso crímenes de derecho internacional cometidos por agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD)". 

A principios del mes de diciembre la Fiscalía colombiana acusó al coronel Edgar Vega Gómez y al teniente Néstor Mancilla, por los delitos de homicidio agravado y afectación a la integridad de los ciudadanos. Sin embargo, de todos los casos reportados, únicamente se juzgará la muerte de cinco de ellos. Este es el segundo juicio en Colombia por este tipo de crímenes policiales en el marco del Paro Nacional, tras la imputación en septiembre de este año al Mayor de la Policía, Jorge Mario Molano, por presuntamente haber matado de un disparo el pasado uno de mayo a Santiago Murillo, de 17 años.

Los episodios de violencia en el marco de movilizaciones sociales en Colombia no son nuevos. De hecho, una de las reivindicaciones de los manifestantes colombianos durante el Paro fue la reforma de la Policía Nacional y en particular del ESMAD. La policía colombiana está fuertemente militarizada y no dependen del Ministerio del Interior, sino del de Defensa; una consecuencia de la larga etapa de conflicto contra el narcotráfico y las guerrillas que ha vivido Colombia en las últimas décadas.

Kevin Agudelo, Nicolás Guerrero y Michael Andrés Aranda son los nombres de tres de estos jóvenes. Sus familiares, en medio de la búsqueda por hacer justicia, han querido contar a 20minutos sus historias.

Kevin Agudelo, 22 años

Kevin Anthony Agudelo era un joven jugador de fútbol aficionado del equipo Siloé F.C. La noche del 3 de mayo murió por el disparo de un fusil tras asistir a lo que llaman 'velatón', un homenaje masivo que se hace para conmemorar a un fallecido. En este caso se celebraba por la muerte de otro joven muerto a manos de la policía durante el Paro Nacional.

"Nadie imaginaba que en un homenaje de esos ocurriera lo que ocurrió, ya que había familias, niños pequeños, ancianos…", asegura su padre, Luis Agudelo. "La gente estaba cantando unas arengas en contra del Gobierno y los allí presentes manifiestan que sintieron la presencia de un helicóptero que los sobrevolaba y los alumbraba con una luz muy fuerte. En ese momento cortaron la energía en esa zona y empezaron a tirarles gases. Cuando salieron corriendo se encontraron con los policías del grupo de operaciones especiales con fusiles de largo alcance que disparaban directamente a los muchachos. Mataron a tres esa noche".

"Sabíamos que habría mucha represión, porque aquí todo es posible, solo que nunca piensas que le pueda pasar a uno"

"Más allá del apoyo del alcalde de Cali, no hemos recibido comunicación alguna de ninguna entidad del Gobierno, nadie. Lo único la Fiscalía y porque nosotros lo denunciamos. Tenemos claro que la Fiscalía es un ente afín al Gobierno y seguramente haya actuado por la presión internacional", dice el padre de Kevin,

Ya en los primeros días de las protestas que comenzaron en abril, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos denunció que los cuerpos de seguridad de Colombia estaban ejerciendo un "uso excesivo uso de la fuerza". Sin embargo, por el momento nadie ha sido condenado por estos sucesos.

"Solamente les imputan cinco casos, entre ellos el de mi hijo, pero son más de 48 víctimas las que hay solo en la ciudad de Cali, ¿y el resto?", se pregunta Luis Agudelo, que cree que en Colombia debe producirse un cambio para acabar con estas situaciones. "La gente tiene muy claro lo que quiere y todavía hay protestas, ya no aguantan más".

Michael Andrés Aranda, 24 años

En el mismo barrio, pero 25 días después, Cali se volvía a vestir de luto. Michael Andrés Aranda fue presuntamente asesinado por la policía a la edad de 24 años, el día 28 de mayo del 2021 en la glorieta de Siloé, cuando regresaba de una marcha del Paro Nacional. Un impacto de bala por la espalda le causó la muerte, dejando una hija de dos años. María Italia Pérez, su madre, fue la última persona que le vio con vida.

"A los cinco minutos de llegar a casa recibí una llamada de mi sobrina, que me dice que Michael está herido y que le dieron un disparo. Salí de la casa y me encontré con una amiga de la esposa de mi hijo que llegaba en moto para avisarme y me llevaba hasta el lugar. Cuando llego me encuentro que está mi hija y lo primero que le digo es que por qué no me hacen caso, por qué salen... y después me entro al lugar donde está mi hijo".

"Cuando lo sacan a él en una camilla, él me ve y me dice: 'Mamá yo estoy bien'. Lo suben a la ambulancia y yo me estaba alterando demasiado y los chicos de la ambulancia me dicen que me tengo que controlar porque si no no puedo ir con ellos. Subo también a la ambulancia y alcanzo a hablar con mi hijo: "La Policía me disparó, pero yo estoy bien mamá, yo estoy bien". Entonces me dice que le dé la mano, me la estira y yo se la aprieto fuerte. Cuando lo toco lo siento demasiado frío y le digo al paramédico que está muy mal, que está muy frío, pero me responden que eso es normal. Me subo delante en la ambulancia porque no me dejaban ir detrás y empiezo a gritar que nos vayamos rápido, mientras le digo a Michael 'no te duermas no te duermas, quédate, no te vayas, no te vayas, aquí estoy yo'".

"Cuando llegamos al hospital me bajo inmediatamente y cuando abren la ambulancia y lo baja el paramédico me dice que entró en paro y lo internan inmediatamente al hospital. Me piden que espere y que haga el registro, pero justo después de hacerlo me asomo y veo que lo sacan de la sala y lo pasan a reanimación. Después de mucho esperar salió un médico preguntando por el familiar de Michael Andrés Aranda y le digo que soy yo. Ahí es cuando me da la noticia de que no pudo salir adelante".

Imagen cedida por los familiares de Nicolás Guerrero, Kevin Aguedo y Michael Andrés.
Imagen cedida por los familiares de Nicolás Guerrero, Kevin Agudelo y Michael Andrés Aranda.
Collage: Elena Pérez Palomino

Nicolás Guerrero, 27 años

El joven Nicolás Guerrero, de 27 años, vivía al otro lado del charco, en la ciudad española de Gijón con su esposa. Durante los primeros días del Paro Nacional se encontraban en Colombia, a donde había regresado para participar en un festival de grafiti, ya que era artista callejero. El dos de mayo, entrada la noche, su vida fue segada a causa de un disparo en la cabeza mientras participaba en las marchas.

"Ese día almorzamos juntos, y luego mi hijo y yo salimos a marchar en lugares distintos de la ciudad, yo en el lugar que me quedaba más cerca y él con sus amigos en otro lado de la ciudad. Ya sabíamos que iba a haber mucha represión porque aquí todo es posible, solo que nunca piensas que le pueda pasar a uno", explica su madre, Laura Guerrero.

"Inmediatamente supe que era el mío, y en mi corazón de madre yo sabía que a mi hijo me lo habían matado"

"Él me dijo que me iba a llamar, pero cuando pasaron las 22 y las 23 no me llamaba ni me contestaba y yo veía que la situación estaba más dura y empecé a buscar (…). Durante el Paro había como una primera línea de personas que estábamos en los computadores y celulares mandando información, habíamos creado como una red en la ciudad para mantenernos comunicados sobre lo que estaba pasando. En ese momento me empiezan a llamar y preguntar sobre la ropa de Nicolás, que si estaba en el Paso, que si el apellido era Guerrero. Cuando Nicolás cayó al suelo se veía tanta sangre y tantas cosas alrededor que no se identifica rápidamente que fuera él, por eso me preguntaban, sin embargo, yo en el estrés que tenía de saber lo que estaba pasando inmediatamente supe que era el mío y en mi corazón de madre yo sabía que a mi hijo me lo habían matado".

"A Nicolás le alumbraron con un láser y le dispararon en la cabeza. Lo vio mucha gente (…), fue premeditado, así como otros casos, por eso sabemos que es sistemático. No es casualidad, son muchos casos", asegura Laura, que añade que a ella "nadie le ha contactado, como si no hubiera pasado nada".

"Nosotros seguimos en la búsqueda de la verdad, de la justicia", afirma. "Me dediqué a buscar a otros familiares y nuestra idea es organizarnos en un grupo de víctimas para poder exigir justicia y a la vez las garantías de no repetición. Además, en este momento soy precandidata al senado, porque yo sé que si las cosas no cambian desde allá, no va a pasar nada. A la Policía hay que hacerle una reforma realmente profunda, porque estamos llenos de leyes, pero de ahí a que las cumplan…".

Para el director de las Américas de Human Rights Watch, "las violaciones a los derechos humanos cometidas por la policía en Colombia no son incidentes aislados de agentes indisciplinados, sino el resultado de fallas estructurales profundas".

"Si yo me llenara de miedo realmente no saldría a la calle ni alzaría la voz por otros. Es importante estar juntos, porque sabemos que solos no podemos", explica la madre de Nicolás, que reconoce preguntarse a diario qué es lo que querría su hijo que hiciera: "Si siempre levanté la voz por otros, ¿cómo no la voy a levantar por mi hijo? Lucharemos por su causa y por lo que le pasó a otros como él".

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